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No es la monarquía, es la insolvencia

“No queremos que sustenten a la Monarquía” . Acabáramos. La cosa va de República. Que los premios Princesa de Asturias tienen como misión o como consecuencia el sustento de la Monarquía, y ante semejante escándalo, lo que hay que hacer es no dedicar un solo euro de los ciudadanos de Oviedo.

La declaración resume un punto de vista y una actitud que han adquirido relevancia en tanto quienes las sustentan ocupan una importantísima posición de poder en el Ayuntamiento de Oviedo. La vicealcaldesa, Ana Taboada, de Somos Oviedo, marca de Podemos en la capital del Principado, añade a esta consideración republicana el hecho de que “la Fundación Princesa de Asturias es una entidad con capacidad de buscarse financiación privada”, por lo que ha propuesto retirar los 350.000 € de subvención municipal.

República y mejor administración de los fondos. Ese es el argumentario para disparar a la Fundación y a los premios Princesa de Asturias por parte de un sector más ruidoso que relevante de la sociedad ovetense, y que sin embargo ha sido capaz de introducir la polémica y acaso por ello la duda en un acontecimiento que hasta hace nada gozaba de un apoyo social e institucional absolutamente indiscutible. Porque hay quien de buena fe puede llegar a pensar que esto de los premios es en Asturias polémico y que de verdad “sustenta” a la Monarquía y es un gasto “innecesario”.

Los premios Princesa de Asturias –hasta el año pasado “Príncipe”–son un encuentro anual con la cultura, las humanidades y el progreso que han contado desde el principio, hace ahora 35 años, con el apoyo de la Corona como institución. Ni nacen ni han tenido que ser utilizados como soporte de la institución monárquica. Es al contrario: han crecido en relevancia, sobre todo en sus primeros pasos, por ese apoyo institucional.

En cuanto al segundo argumento, el de la vicealcaldesa, tiene algo más de cierto en tanto la Fundación puede obtener y consigue de entidades privadas dinero para financiarse, pero el planteamiento de desvincular a Oviedo y su ayuntamiento constituye una clarísima expresión de la más lamentable de las insolvencias por parte de alguien que debería conocer mejor a sus administrados y a la ciudad para la que se supone que trabaja. ¿Tiene alguna idea el grupo Somos en Oviedo de lo que supone para la ciudad y para Asturias la ceremonia de los Premios? ¿Han preguntado a hosteleros y comerciantes lo que para su economía traen cada año? ¿Han consultado con expertos en comunicación lo que en términos contantes y sonantes costaría la campaña turística internacional que se hace con los premios? ¿Han salido a la calle a preguntar a los ovetenses si ellos también quieren que dejen de celebrarse? ¿Qué les parecería que se llevaran a Gijón, a Aviles…o a Galicia? ¿Han valorado lo que se dejaría de ganar, lo que se dejaría de atraer, lo que se dejaría de ingresar? ¿Han medido lo que para la imagen de un pueblo como el asturiano, comprometido y solidario, supone que se le asocie a la promoción de los más altos valores de la condición humana?

En realidad, creo que todo esto les da exactamente igual.

Está muy bien levantar pancartas llamando “fartones” (como glotones, pero lustrosos) ante el Campoamor a la llegada no sólo de los invitados, sino de premiados como Lledó, Coppola, Sakia Sassen o Muñoz Molina, conocidos defensores del sistema capitalista y la explotación …están en su derecho como yo en el mío de recordar, cada vez que lo veo, cuán osada puede ser la ignorancia y qué dañino es el provincianismo cuando se viste de progresía. Muy bien. Pero mantener ese discurso cuando se ha llegado a las instituciones resulta tan desmotivador como inquietante, porque refleja que aquellos a quienes se ha confiado el cambio no tienen más hoja de ruta que la destrucción de todo lo anterior; absolutamente todo. Sin detenerse en lo que pueda ser aprovechable para crecer en el bien de todos. Acabar con lo anterior aunque sea bueno, porque ese “sistema” no es “nuestro sistema”.

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Pero no nos engañemos ni nos dejemos engañar. Aquí la cosa no va de antimonarquía y buena administración. Ni siquiera merece la pena el debate sobre la ignorancia o la mala fe.

Lo que ha pasado en Asturias este año con los premios, no es sino un ejemplo más, perfectamente extrapolable, y eso es su valor, de la incapacidad de los que han pasado de la calle a la moqueta sin haber entendido que la segunda no es el poder absoluto y que la primera no es suya por mucho que un día la tomaran.

Discutamos lo que quieran sobre Monarquía o República, pero no disfracemos de debate simples incapacidades para entender dónde está cada uno.

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