Muy fan de...

Muy fan de... el alcalde de Cartagena, el ‘sargento de hierro municipal’

Fíjense en estas dos frases:

–“Cortito ya lo es...”, modo simpático y divertido de responder a esa modista que te propone subir unos centímetros el bajo de tu vestido minifaldero.

–“¿Tiene algún problema?”, frase amable y respetuosa de aquel conductor que te ofrece ayuda, cuando te hallas en el arcén con el coche averiado.

Probemos ahora a poner ambas oraciones en la boca de un alcalde que se dirige a un concejal durante un pleno municipal. Efectivamente, estas dos expresiones tienen de amables, respetuosas, simpáticas y divertidas lo que tengo yo de campeona de halterofilia. Muy fan.

José López es alcalde de Cartagena por Movimiento Ciudadano –gracias al acuerdo con el PSOE y el apoyo de Cartagena Sí se puede–. Y, por lo que hemos visto, compagina su labor de regidor con la de animador de plenos municipales.

Es tal su capacidad de dar ritmo, tensión y personalidad propia a estas sesiones, que esta semana se ha lanzado al estrellato. Un video, difundido por el PP, recoge algunas de sus mejores escenas de acción municipal. Aviso, no es recomendable verlo con palomitas, hay serio peligro de atragantamiento.

José López, alcalde de Cartagena.

El viernes 27 de diciembre, el pleno municipal de Cartagena acabó con la expulsión de Ana Rama, concejala de Ciudadanos. Fue la orden que recibió la Policía Local del alcalde, que ya había exhibido sin pudor su particular sentido de la autoridad, durante una sesión bochornosa en la que dedicó malos modos e insultos al concejal de Ciudadanos, Manuel Padín. Si no supiéramos que las imágenes están tomadas en un ayuntamiento, podría parecer que López estaba calentando para una enganchada de Gran Hermano.

El espectador visualiza las imágenes de López entre boquiabierto, ojiplático y acojonado. Es una versión cartagenera del Sargento de Hierro de Clint Eastwood. A juzgar por el carácter que López despliega en el consistorio, se diría que almuerza michirones con alambre de espino.

Y más que “mear napalm”–habilidad sólo al alcance de Thomas Highway–, López se orina, metafóricamente hablando, encima de los principios fundamentales de quienes representan a los ciudadanos y a las instituciones.

Comparemos los guiones de ambas películas:

López: “Yo no sé si a usted le han dado los dedos para sumar”.

Sargento de Hierro: “Eres tan feo que podrías trabajar en el aeropuerto oliendo maletas”.

López: “Es culpa de su falta de comprensión lectora”.

Sargento de Hierro: “Tú solo eres capaz de reclutar culos llenos de almorranas”.

López: “Yo dirijo y usted se calla”.

Sargento de Hierro: “Cierra el pico, hippy”.

Es mucho más heavy y más gracioso Eastwood que López, dónde va a parar, pero es que uno es un personaje de película y el otro, un ciudadano elegido por sus homónimos para defender los intereses de estos. Cualquier parecido con la ficción es pura coincidencia.

López se ha disculpado por su actitud en aquel pleno, pleno de despropósitos, pero asegura que él también ha recibido insultos en el ejercicio de su función, antes como concejal y ahora como alcalde. Y añade que Manuel Padín le puso “un balón cortito y al pie” al repreguntar cuando no tenía derecho al uso la palabra, y “metí gol en mi propia portería”, lamenta.

Pero, por duro que fuera o fuese el contrario, no tiene un pase utilizar la grosería y la mala educación desde la autoridad que a uno le confiere su cargo. El bastón de mando es un símbolo de responsabilidad, no el fusil M16 del Sargento de hierro.

Clint Eastwood, en 'El sargento de hierro' (1986)

Es bueno recordar ahora que el pasado 13 de junio, López, en su discurso de toma de posesión, no hizo, ni de lejos, una declaración de intenciones parecida a la de Highway en la peli de Eastwood: “Estoy aquí para comunicaros que la vida tal y como la habéis conocido ha terminado. Más vale que os vayáis esta noche a reíros y a hacer el gilipollas (...) porque mañana a las seis de la mañana, vuestros culos serán míos”.

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No. A lo que López se comprometió en su investidura fue a “poner luz después de veinte años de sombras”.

Porque es eso lo que viene a prometer la nueva política, ¿no? luz y otro modo de hacer, alejado de los peores defectos en los que algunos incurrieron en todos estos años de democracia.

Sólo de pensar en la repetición de ciertos patrones, a algunos nos salen ronchas. De alcaldes y otros cargos públicos que actúan como malotes perdonavidas, ya tenemos un historial que no es precisamente cortito.

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