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Nacido en los 50

Isidoro sale del armario

El Gran Wyoming

Tristes días estos en los que a la incertidumbre del futuro se suma la frustración de haber sido estafado en el pasado.

Si de algo está sirviendo todo este follón interno del PSOE, que venden como externo y provocado por las extorsiones de Podemos, es para desenmascarar a personas y personajes de la vida política que vivían en promiscuo contubernio, sin que tuviéramos idea de que eran tan buenos coleguillas, con aquellos que nos vendían como enemigos y a los que nos enseñaron a odiar, con razón, a través del relato de sus abyectas operaciones políticas y empresariales, siempre a cargo del dinero público, ese que dice algún alto cargo de la Administración que “no es de nadie”, y al que acceden sin el menor recato para que la orfandad crematística deje de ser realidad poniendo a su nombre en paraísos fiscales los dividendos que proporcionan los trabajadores de España a través de sus contribuciones a la Agencia Tributaria, esa que un abogado del Estado, en sede judicial, asegura que “no somos todos”. Y tiene razón, pero duele que lo restrieguen los que deberían evitarlo.

Sí, como todos sabemos, para tomar cañas sirve cualquiera. Al personal se le ve el plumero, viene a definirse en situaciones límite, y estos chicos del 15-M, ese movimiento que los medios de comunicación en masa dieron por muerto y enterrado hace tiempo, han liado un cristo de cojones cuando sin el menor pudor, sin recato ni ceremonia, han puesto encima de la mesa, con sus modales de activista, sus rastas y sus piojos, una ofensiva y humillante propuesta en su forma, que obligaba a decir algo tan sencillo como sí o no a Pedro Sánchez en sus aspiraciones, reiteradas en su gira por todos los medios de comunicación, a ser presidente del Gobierno de la nación española, que ahora parece frágil como una figurita de Lladró, y con la que los responsables estadistas “constitucionalistas” se empeñan en hacer juegos malabares para cosechar el aplauso en otras comunidades autónomas donde tienen el caladero de votos.

En esas andamos cuando Pedro, por orden de sus tutores, hace la cobra.

Se sienten dolidos por ser tratados como señoritas de alterne ante una oferta tan prosaica y sin que medie amor por medio, reivindicando el cariño necesario para la cohabitación, y el derecho a disfrutar de la fiesta de pedida y la algarada de la despedida de soltera. Claro que si no quieres que te entren de esa manera, no te pongas en la esquina con minifalda y ligueros a dar la nota porque tal actitud se presta a la confusión, y ahora resulta que había un error, la señorita que chistaba y prometía hacer pajitas con las pestañas, dice que le dicen que diga que, en realidad, es una monjita de clausura que lo que hace en la calle es vender yemas del convento para sacar dinero con el que ayudar a los negritos del África tropical donde se canta a coro la canción del Cola Cao.

La cosa de la propuesta va de quedar, echar el kiki, y salir de naja cada uno para su casa porque la historia de amor se esfumó por la larga historia de patadas en las espinillas, promesas inclumplidas y compromisos que se lleva el viento, allá donde gobiernan los que ahora se sienten humillados, gracias al apoyo de estos rastafaris impresentables que hay que esconder en el Congreso donde no se les vea, porque los sillones no tienen importancia.

La historia de amor no es necesaria, ni lo ha sido nunca, por lo menos esa impresión dio cuando en una tórrida noche de verano quedaron el ahora presidente y el entonces presidente para cambiar la Constitución, que es intocable, en beneficio de los intereses de los que mandan, los señores del dinero, y en contra de los de los ciudadanos, donde nos dijeron que tras la cita salieron cada uno por un lado, y ahora va a resultar que no, que se quedaron en la habitación, consumaron y se fumaron el cigarrillo de después, si nos creemos eso de que el amor es necesario para resolver la injusticia de los atropellos cometidos en nombre de esta basura a la que llaman crisis para torearnos, pero que no es tal cosa, no es ni puntual ni coyuntural, sino el Orden Nuevo que fabricaran cual bomba de relojería la Thatcher y el Reagan y para lo cual tampoco necesitaron hacer el sapo y la rana, ni el molinete, porque la dama de hierro, que tiene aquí su miniyo en la persona de Esperancita, salió de la habitación con el cardado como un algodón de azúcar de cuarenta pavos, delatando con su pagoda que no hubo revolcón.

Pues a Pedro, que está con la tormenta endocrina característica de la edad y frito por pillar cacho, le dicen sus papás que ni con condón.

De repente ha salido al ruedo un lote mu feo, unos con crines rastas, otros corniveletos y que embisten por la izquierda en esa corrida de toros afeitados, y el espada Sánchez, El niño del paquete, estaba dispuesto a saltar la barrera cuando el apoderado y su séquito le han dicho que no, que haga faena de aliño y que si quiere salir por la puerta grande se ponga a la cola como han hecho todos porque en este ruedo ibérico, el matador, el ganadero y el empresario tienen el tendido repartido, colocado y vendido y que sólo quedan unas pocas entradas para la reventa y son de sol y sin almohadilla, y que si se pone chulo, le quitan del cartel. El niño del paquete ha dicho que lo que diga el tendido, y como no se fían de los pasos que pueda dar el maletilla, han salido en tromba los suyos a correr los toros y eclipsarle en el tumulto.

La feria pendiente de un hilo, mire usted.

Pero hétenos aquí, que ante la urgencia de la posible cohabitación del maletilla con los rastas, con las prisas de evitar la catástrofe de la “ingobernabilidad”, han salido del after en el que estaban metidos los veladores de la “estabilidad” y nos hemos encontrado con uniones que creíamos contranatura en nuestro sueño de una noche de democracia.

El camarada Isidoro que nos presidió como González, autor de la célebre e impagable frase “son la misma mierda”, para referirse a Aznar y Anguita, se ve ahora definido en su propio exabrupto porque aparece declarando lo mismo que un grupo de seres que provoca piedras en el riñón, en comandita con asociaciones de veladores de la patria a las que pertenecen personajes como Martín Villa –que estuvo al frente de los órganos de represión y condecoró a Pacheco, alias Billy el Niñ, sádico torturador, cuando Franco ya había muerto para que nos fuéramos enterando de lo que podíamos esperar de la Transición –Bono, Acebes– el que hizo morcillas con la sangre el 12-M en el nombre de dios y de José Mari, Zaplana, Elena Salgado, Eduardo Serra, Corcuera, Leguina, en fin, eso que decía González, y así hasta cuarenta exministros, para que se produzca el pacto de la estabilidad y no se les joda la vaina ni a ellos, ni a los señoritos para los que trabajan, que para eso les pagan, para que influyan, otra cosa no saben hacer. Deberían hacerlo nueva carrera universitaria: “Lobismo y Ciencias de la Influencia”.

Respeto por el votante, demandan.

Eso demando yo, que para evitar el Gobierno del PP les voté creyendo que era un voto útil y ahora no sólo se presentan a detener el futuro para dejarnos donde estamos, sino también para borrarnos un pasado que creímos de otra manera, a pesar de ser malpensados, y aunque sólo fuera por decencia elemental, no deberían mostrarse así ante los estafados. Construimos con nuestro voto ese monstruo que viene a devorar a su hijos.

Ocurra lo que ocurra, esta catarsis va a servir para poner a cada uno en su sitio, para ver sus verdaderas caras, también la de ese emporio mediático que fue referente de la joven democracia y hoy enrolla su diario para utilizarlo como porra con la que atizar a aquellos lectores que se educaron a sus pechos.

Nos engañaron. Nos estafaron. Sólo pedimos, sin querer humillar, señor Rubalcaba, que respeten a sus votantes, los que durante tantos años les han dado de comer y les han colocado en los consejos de la élite empresarial. Vale, usted no, sigue con sus clases.

Cuando a Vázquez Montalbán le preguntaron por qué seguía en el Partido Comunista, respondió: “Por no traicionar al militante de base”. Seguramente fueron muchos los que se afiliaron por él y encontraron en sus palabras una verdad. Uno siempre puede evolucionar, cambiar, y salir sin hacer ruido si ve que está en las antípodas de lo que defendió, pero no militar desde la cueva del dinero para convertirse en el enemigo de aquellos que creyeron y dieron la cara por él: eso tiene otro nombre, pero los que encuentro se me quedan cortos.

Si ustedes se sienten humillados, otros traicionados. Es mejor lo primero porque no les pasa factura, como siempre, se paga entre casi todos.

Llega esta temporada de Walking Dead donde regresan del más allá los salvadores de España, todos revueltos, buscando la caja común con la que calmar su insaciable apetito.

El título ya lo puso González.

Yo no me siento humillado, bastante gilipollas, eso sí, pero la culpa no es mía, creí.

Respeto a los votantes, sólo eso.

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