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Muy fan de... nuestros acordes y desacuerdos

¿Les suena este mantra? “Los españoles nos han dicho con sus votos que quieren que alcancemos acuerdos”. Estos son los ACORDES, ni Churchill podría mejorar tal axioma.

Ahora aterricemos y observemos el percal, porque en las juntas de vecinos de Aquí no hay quien viva no se mostraban tantos DESACUERDOS como en este nuestro país. Muy fan.

El 20-D, los ciudadanos trituramos la losa granítica de las mayorías absolutas y ahora toca formar un gobierno que lleva en funciones desde Navidades, lo cual reviste a nuestro país de cierta dejadez, como esas puertas que aún exhiben la corona de espumillón porque nadie se ha molestado en retirarlo.

No resulta fácil, España es hoy una puja de venta de pescado donde los interesados empiezan por el “ni de coña” para negociar. Ajá. Repasemos:

En el día del cierre de la primera ronda de consultas, Rajoy, en modo Mota, declinó el encargo del rey porque no tenía apoyos suficientes, todavía: “Ir pa ná es tontería”.

España rebobinó hasta la casilla de salida y el rey inició la segunda ronda de contactos en la que Zarzuela cambió levemente la coreografía. Ya no abría la puerta el ayudante de campo anunciando, al grito de "¡Su majestad el Rey!", la entrada de Felipe VI al Salón de Audiencias donde esperaba el citado. En esta segunda fase, el rey aguardaba al invitado y el líder político irrumpía en la sala en plan: “¡Hoy ha venido a divertirse al Hormiguero!”.

En dos semanas, Felipe VI estuvo a punto de superar en consultas a un médico de la Seguridad Social. De haberse celebrado una tercera ronda me lo imagino desesperado del todo, recibiendo a los líderes recostado en el sofá de Zarzuela, en calcetines y con una Mahou en la mano.

Pero el rey decidió nominar a ¡Pedrooo!, y Patxi se metió en el papel de Penélope Cruz; más serio y menos histriónico –eso sí–, que López es de Portugalete y Sánchez no es Almodóvar.

A partir de ese momento, Sánchez se vistió de estadista y comenzó a enviar mensajes positivos del tipo “esto empieza bien”. Pero, mientras él sonreía en modo “yes we can”, es we canse sucedían los “tira y afloja” entre el resto del elenco, con más tirones que aflojamientos.

En la gala de los Goya, donde coincidió con otros dos posibles actores de los pactos –Pablo y Albert–, Pedro Sánchez bromeó con la situación: “Si consigo formar gobierno me podrían dar el Goya al mejor reparto”.

Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera en la alfombra roja de los Premios Goya 2016. | EFE

No es fácil repartir el poder, pasa como con el pollo en las familias, cuando hay cuatro hermanos y todos quieren muslo, malo. Hasta el día de hoy, los pollos tienen dos patas, por mucho que queramos cambiar el statu quo. Unos y otros acusan a los demás de poner “líneas rojas”, de “aislar”, de establecer “cordones sanitarios” para, a continuación, concluir: “YO por aquí no paso”. Traducido: "Que nadie ponga líneas rojas, salvo yo". (Segundo “ajá”).

♪ “Y así pasan los días, y los ciudadanos desesperando y los videntes, los videntes contestando: quizás, quizás, quizás”♪.

En ese “quizás” caben los diferentes pactos para formar gobierno de uno u otro color, pero también la posibilidad de que vuelvan a llamarnos a las urnas, que hemos votado poco últimamente. ¡No vayamos a perder destreza en el arte de meter el voto en la ranura!

En medio del carajal, el barómetro del CIS lanza desde la cocina los resultados del último sondeo, elaborado, todo hay que decirlo, antes de que sucedieran ciertos hechos destacables: la declinación de Mariano, la designación de Pedro, las posturas de los líderes –poniendo boca arriba las cartas que “decían llevar” durante la campaña– y todo ello aderezado con el azafrán de la operación Taula,operación Taula entre otros ingredientes. 

O sea, recién hecho, no se puede decir que estuviera el plato demoscópico, pero nos lo comimos porque es todo lo que tenemos en la nevera. Salvo el ascenso notable de Podemos en detrimento del PSOE, una idea permanece: si NOSOTROS votáramos hoy, ELLOS tendrían que pactar para formar gobierno. (Tercer “ajá”)

Hace años, acudí con mi pareja a mi primera junta de vecinos con carita de recién hipotecada hasta el techo y ocurrió algo “verdaderamente notable”, como diría un popular registrador de la propiedad. Nada más presentarnos como nuevos en el bloque, una vecina nos respondió: “Hola, con ustedes voy a discutir yo”. Muy amable.

Muy fan de... Rita la senaora

Estaba enfadada porque sabía que necesitábamos instalar aire acondicionado –con el fin de que pudiéramos tener un hogar y no una sala de Bikram Yoga– y requeríamos la autorización de la comunidad para instalar los compresores en la azotea, azotea que estaba justo encima de nuestra casa.

Tras una larga conversación, conseguimos el permiso para instalarlo y varios vecinos se apuntaron a hacerlo. Todos ellos colocaron sus compresores en la azotea –azotea que estaba justo encima de nuestra casa–, asumíamos nosotros el “poco probable riesgo de ruido” que pudieran generar las máquinas salvavidas. Y colorín colorado llegó el aire acondicionado.

Ahora veremos si el cuento de “había una vez un país con gobierno en funciones...” tiene final feliz como el de la historia de mi vecina gruñona, que acabó convirtiéndome en su vecina favorita y lloró cuando me marché de allí. O tal vez tenga razón mi admirado Rodrigo Cortés en una de las “breverías” de su libro Dormir es de patos: “Hablando no se ha entendido nadie en la puta vida”.

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