Desde la tramoya

Si el PSOE queda tercero

El "sorpasso" ya se produjo el 20 de diciembresorpasso. El número de votos que obtuvieron por separado IU y Podemos y sus satélites en aquellas elecciones fue de unos seis millones, superior al que obtuvo el PSOE, cinco millones y medio.

Muchos analistas dan por hecho que eso volverá a suceder. Como es bien sabido, sin embargo, el sistema electoral español, con sus circunscripciones provinciales y el reparto según la fórmula D'Hondt, que suele dar los últimos escaños a los partidos más grandes, podría dejar a Unidos Podemos como tercera fuerza parlamentaria. Si eso sucediera es probable que Pedro Sánchez reeditara su intento de formar Gobierno. Sería Pablo Iglesias quien tendría que afrontar la disyuntiva de apoyar al socialista o volver a permitir que el PP se mantenga en el Gobierno.

Es posible, si se cumplen los pronósticos de las encuestas, que el escenario no sea ese, sino otro que podría resultar letal para el PSOE. Que sea Pablo Iglesias, como líder de la segunda fuerza parlamentaria, quien intente la investidura "tendiendo la mano" a Sánchez. Ese escenario obligaría a los socialistas a tomar la decisión de permitir la investidura de Rajoy o bien optar por la de Iglesias. Es indudable que para el PSOE sería un debate complicado, porque la animadversión que sienten los socialistas por Podemos –el partido que trata desde hace años de ocupar su terreno– sólo es comparable a la que sienten por el PP, el adversario de siempre.

Los socialistas tienen todo el respeto por el amplio electorado de Unidos Podemos, que en buena parte alguna vez fue suyo. Y comparten buena parte del programa electoral de la coalición. Pero no soportan la arrogancia, las mentiras y el trasvestismo de Pablo Iglesias. No pueden imaginar con la más mínima ilusión un Consejo de Ministros presidido por él.

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A los socialistas Iglesias les parece un arribista capaz de vender su ideología por un puñado de votos. Un temerario que es capaz de amalgamar ideologías incluso contradictorias, con dos decenas de siglas distintas, en una coalición sólo unida por el desafecto a los partidos tradicionales y el cabreo con la crisis. Un líder que ha fomentado la debilidad de los socialistas y se ha aprovechado de ella, y que, sin embargo, ahora proclama su simpatía por Zapatero –"el mejor presidente de la democracia", ha dicho–, su admiración por la obra de los primeros gobiernos de González, su ideología socialdemócrata y su intención de gobernar pacíficamente con el PSOE cuando sea presidente. Puede que algunos votantes potenciales que no conozcan mucho la sensibilidad de los socialistas crean sus amorosas declaraciones, pero cualquier militante o simpatizante socialista de hoy no cree ni una palabra de lo que dice.

Quedar como tercera fuerza parlamentaria por primera vez en su historia sería un golpe tan fuerte para los socialistas que de inmediato se abriría, además, el debate interno sobre su dirección. Con seguridad eso sucedería ya desde la misma noche del 26 de junio. Es verosímil que el PSOE tuviera que organizar un Congreso extraordinario, que aparecerían candidatos alternativos y que la elección sería competitiva. El panorama no podría ser más complicado, en un momento en que al debate nacional sobre el Gobierno del país los socialistas añadirían la decisión sobre su propio futuro.

En mi opinión –que, sí, lo repito una vez más, es la de un profesional nada objetivo que defiende siempre que puede las posiciones de los socialistas– el debilitamiento mayor del PSOE tendría un impacto negativo en la política española. El PSOE quiere ser un partido central, moderado, europeísta sin matices, multiclasista, experimentado, defensor de la unidad de España sin veleidades con los independentistas... El Partido Socialista sí es socialdemócrata, y no lo es ni de boquilla ni por mero interés electoral. La socialdemocracia es una tradición que se separó hace largo tiempo de la tradición comunista. Para los socialistas, que unos comunistas mentirosos y oportunistas vestidos de socialdemócratas se hagan con la hegemonía de la izquierda es una pesadilla insoportable.

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