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Qué ven mis ojos

No es que gane la tortuga, es que la liebre está dormida

“Todos los caminos se vuelven contra quienes los intentan desandar”

No saben qué hacer pero quieren hacerlo a su modo. Saben dónde quieren llegar pero no saben por dónde ir. Saben dar discursos, pero no saben hablar entre ellos ni oír a los demás. Quieren parecerse a gente como Adolfo Suárez, pero sólo por fuera: no quieren su talante, quieren su aeropuerto. Si les acercan un micrófono, invocan el espíritu de la santa Transición y alaban la flexibilidad de sus protagonistas a la vez que dicen: yo con ese no pacto, con aquel no negocio y con estos dos ni me siento. No han entendido la diferencia entre cederle a alguien el paso y hacerle que pase por el aro. Son nuestros políticos.

En el PP claman que hay que respetar que son el partido más votado, que en una democracia cada papeleta es un aval. Sería más fácil darles la razón si no fuese porque al mismo tiempo desprecian, por ejemplo y entre otras muchas cosas, los cinco millones y pico de votos y los setenta y un diputados de Podemos: con esos no, a esos ni agua, para nosotros es como si no existiesen, repiten por tierra, mar y aire; y lo peor es que Ciudadanos y el PSOE en lugar de contestarles que a otro perro con ese hueso, les jalean y lo secundan. Los conservadores tienen razón en una cosa: por mucho que nos duela a unos cuantos, el resultado electoral ha legitimado en cierta forma lo mismo su corrupción que el desastre económico que ha causado en estos cuatro años, de manera que lo suyo además de una victoria ha sido una amnistía. Un desastre económico es que gracias a ellos la Seguridad Social vaya a tener un déficit de dieciocho mil millones, que es el más abultado de su historia. Un desastre económico es que presuman de una bajada del paro tan irreal como lógica en un país que va a recibir este verano treinta y seis millones de turistas, pero se callen que sólo cinco de cada cien contratos que se han firmado son fijos y a tiempo completo. Un desastre económico es que el Gobierno haga con la hucha de las pensiones lo que hizo con el ordenador de su tesorero: romperla a martillazos: desde que llegó a La Moncloa, el Ejecutivo ha retirado de ese Fondo de Reserva 37.701 millones de euros; cuando se hizo con el poder, había 66.815. En navidad sacará otros 8.700 y a ese ritmo en 2018 lo habrá dejado vacío, así que es muy probable que si entonces volvemos a ir a las urnas, gane por mayoría absoluta. ¿Soy yo que veo visiones o aquí se confunden los hachas con bisturíes y al verdugo con el cirujano? Eso sí, desde 2008 en España ha crecido el número de ricos un 40%, y durante el último año un 8,4%, el mayor incremento de toda Europa, por encima del de Francia, que subió un 5,9% o Alemania, donde el alza fue de un 5,6%.

En el partido de Albert Rivera quieren encontrar un modo de apoyar al PP que no se les note mucho y se les ha ocurrido agarrarse al clavo ardiendo del factor humano: si Rajoy se va, todo es posible, hacemos borrón y cuenta nueva. ¿Si se va Rajoy desaparecen Bárcenas, la trama Gürtel, la Púnica, los sobres de dinero negro, la financiación ilegal, las tramas mafiosas…? Al final parece que la cabra tirará al monte aunque sea dando un rodeo, de forma que Mariano Rajoy volverá a tener razón y la inmovilidad le llevará lejos. Él no tiene prisa y para demostrarlo no está mal recordar que antes del 26 de junio decía que era urgentísimo formar un Gobierno, pero ha pasado más de una semana desde que ganó las generales y por ahora lo único que sabemos es que va a hablar con Coalición Canaria.

Votar con los ojos cerrados

El PSOE anda de rebajas y su líder es una tumba. Quizá no se va a abstener en la investidura, pero se está absteniendo en todo lo demás. Es posible que tenga más que callar de lo que tiene que decir, pero lo malo de su silencio es que lo ocupan los demás y cada vez que abren la boca dan un mordisco en la ese y la o de sus siglas. ¿Quién hubiera sido Pedro Sánchez de poder ser él? No lo sabremos nunca, porque los barones, la virreina y el resto de las piezas del aparato no le han dejado, ni le van a dejar. Las palabras de la presidenta de Andalucía al decirle, entre la condescendencia y la soberbia, que “en cuanto entienda lo que tiene que hacer", está segura de que lo hará con mucho gusto, lo explican de manera brutal. La ocasión que han perdido no es de las que se presentan a menudo, porque cuando empezó el combate lo que tenían enfrente era un boxeador noqueado y le han permitido levantarse y ganar a los puntos. Hay maneras de dejarse matar que son un suicidio. Eso y que los caminos se vuelven en contra de quienes los intentan desandar.

En cuanto a Podemos, sus dirigentes se equivocan en hacerle caso a sus rivales y aceptar que sus resultados sean un fracaso. Si lo piensan dos veces, se darán cuenta de que en realidad es inaudito que en el mismo país donde el PP sigue siendo a la vez el gallo del corral y el zorro en el gallinero, ellos tengan lo que tienen y lo hayan logrado a pesar de las amenazas que los mismos que han saqueado el país, han creado una debacle económica y se han llevado miles de millones a paraísos fiscales dejaron caer sobre los ciudadanos que tuvieran pensado darles su apoyo: si esta gente triunfa arrasará España, se producirá una fuga de capitales que acabará con nosotros, la banca mundial pronostica una crisis devastadora... Pero el humo de las encuestas se les ha metido en los ojos y sus adversarios han olido el miedo, han salido de caza mayor y piden la cabeza de Pablo Iglesias. A ver si la idea hace fortuna y a la formación de las banderas moradas le pasa igual que al PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero, de quien reniega un poco sin darse cuenta de que fue un gran presidente y sin ninguna duda el más de izquierdas que hemos tenido. Que desde los balcones de la calle Génova no le tirasen claveles es comprensible. Que en los despachos de la calle Ferraz le añadieran espinas en las rosas, se entiende menos.

El verano es una estación propicia a la tranquilidad, pero también es el momento preferido de los charlatanes para darnos gato por liebre y de los ladrones para entrar en nuestras casas por las ventanas, aprovechando que están vacías. Háganme caso y no desconecten las alarmas, porque aquí aún queda mucho pescado por vender. La tortuga de esta carrera ya ve la meta cerca, pero todo depende de si la liebre sigue tumbada a la sombra o se decide a despertar.

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