Desde la tramoya

Como tontos buscando a Pokémon

A veces los medios de comunicación parecen frágiles gorriones dispuestos a comerse cualquier alpiste que les pongan delante. El martes pasado no hubo informativo de televisión, boletín de radio o diario digital o de papel que no contara la última revolución mundial. Yo vi las noticias cómodamente sentado en un sofá y no salía de mi asombro viendo cómo el informativo nocturno de Cuatro y el Telediario de TVE (un canal público, para mayor pasmo) se abonaban a la operación publicitaria: el juego que cambiará para siempre nuestra manera de vivir. La búsqueda de los Pokémon por los parques y las calles y las montañas y los cementerios del mundo. Con nuestro teléfono inteligente. Un juego que, según se decía en las informaciones, ha causado furor allí donde se ha presentado.

Los medios se han comido el pienso sin rechistar. Expansión, supuestamente un sesudo medio financiero, ha dicho: “Pokémon Go ha trascendido el mundo del videojuego para convertirse en un auténtico fenómeno social. Una semana después de su lanzamiento en Japón, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, se estima que ya hay más de 7,5 millones de personas enganchadas a la aplicación. Miles de vídeos e imágenes en Internet de los usuarios capturando estos pequeños monstruos en los lugares más remotos del planeta, dan buena muestra del éxito viral del videojuego. En España, los fans de la popular saga japonesa tendrán que esperar, al menos, unos días más para poder convertirse en maestros Pokémon. Tal ha sido su éxito que en apenas cinco sesiones bursátiles, las acciones de Nintendo han crecido un 48% y su cotización ha crecido en 10.000 millones de dólares.”

Como yo mismo me he dedicado a colocar chorradas como esa en los medios de comunicación –trabajé unos cuantos años en una multinacional de relaciones públicas– me resultaba especialmente bochornoso ver cómo decenas de periodistas serios entraron en el juego y publicaron tal cual el mismísimo anuncio publicitario que puede verse en la web de la marca propietaria de los Pokémon. Alucinante.

En realidad, Nintendo no hace nada que no hiciera a finales del siglo XIX el famoso mentiroso P.T. Barnum, con su circo ambulante, cuando anunciaba a bombo y platillo la próxima llegada a la ciudad de la mujer barbuda, o la señora bicentenaria que fue niñera del presidente Washington, o una sirena recién pescada en el mar… En el mundo de las relaciones públicas se tiene a P.T. Barnum como uno de los fundadores de la profesión. Muy edificante. Luego vendría el más sofisticado Edward Bernays, sobrino de Freud, que tiene entre sus bonitos logros lograr que los cigarrillos de Lucky Strike en manos de las mujeres se convirtieran en “antorchas por la libertad”. El listo de Bernays y su cliente, American Tobacco Company, pagaron a unas cuentas mujeres para que en la procesión del Domingo de Ramos de 1929 encendieran sus cigarrillos por las calles de Nueva York, como símbolo de la liberación femenina. Igual que Nintendo ha pagado a unos cuantos actores para que hagan como que juegan a cazar muñequitos. Y luego van los medios de comunicación, los de entonces y los de ahora, y se lo compran a la tabaquera o a la tecnológica japonesa.

La mayoría de la gente no lo sabe, pero las noticias no se hacen gracias a perspicaces y tenaces reporteros de investigación que buscan la noticia como sabuesos, sino de los cientos de miles de noticias que cada día generan en el mundo las grandes organizaciones empresariales, sociales y políticas. Los periodistas no van a la noticia. Es la noticia la que va a los periodistas. Podríamos pensar que esa tendencia de los medios de comunicación a ser meras correas de transmisión de los poderes económicos, sociales o políticos, disminuiría con el tiempo. Es de suponer que en nuestra sociedad es menos vulnerable a la publicidad que la sociedad de nuestros bisabuelos. Nosotros estamos mejor educados, y se nos atribuye una mayor capacidad de control gracias a nuestros teléfonos inteligentes y nuestras interacciones en la red. Pero lo cierto es que nada dice que la sociedad de hoy resista mejor que la del siglo pasado a las mentiras, las exageraciones y las burbujas creadas en los medios por cuenta de los poderosos. Más bien parece lo contrario. Como hay tanto sitio donde publicar, tan poco dinero para pagar a periodistas, tanta información y tanta tontería que contar, las empresas se ponen las botas suministrando cualquier cosa, que siempre hay algún medio que la consume con gusto.

Más sobre este tema
stats