Plaza Pública

'Stop haters'

Óscar López

Nos sobra escepticismo y descreimiento. Vivimos en una sociedad con más acceso al conocimiento que ninguna anterior y sin embargo no hemos aprendido todavía a convivir con la sobreinformación.

Hemos pasado de una sociedad ingenua a otra descreída sin solución de continuidad.

Podemos asumir que todo es cíclico y que igual que los felices 60 fueron seguidos por los duros 70 pero volvimos a los felices 80, tan pronto como pase ésta volveremos a la prosperidad y a la felicidad, pero creo que debemos aprender siempre para mejorar.

Estamos demasiados "resabiados", creemos saber de todo sin profundizar en nada. Nos cuesta reconocer que no conocemos algo o que no estamos ya de vuelta.

Estamos creando una sociedad infeliz consigo misma y acabaremos por no soportarnos como pretenden quienes sólo siembran odio para recoger tempestades.

Es posible que muchos abandonen la plaza pública o la defensa de sus ideas por miedo a dicho odio, al insulto o al señalamiento.

Pero una sociedad culta y moderna no significa descreida y cruel.

La crisis, el paro desbocado, la corrupción generalizada y la codicia desmedida han supuesto el triunfo del inividualismo más extremo y con ello de las soluciones más simplistas y a la vez egoístas.

Es tan rechazable una sociedad basada en la fe irracional como una basada en el odio, el pesimismo y el descreimiento de todo.

Desde Marco Aurelio hasta nuestros días han existido siempre quienes han defendido la racionalidad y la prudencia que suelen ir aparejadas a la madurez en la vida de cada uno de nosotros y en la colectiva.

Ha llegado el tiempo de reclamar de nuevo la racionalidad y la prudencia como herramientas para una sociedad que rechace la manipulación, el populismo y las verdades impuestas o basadas en la fe, pero también rechace el adanismo, el populismo o el individualismo.

La sociedad de la crisis debe madurar y volver a creer en aquello que nos hizo mejores. Se trata de la civilización.

Rechazo de plano a quienes en la historia impusieron su pensamiento como la verdad incuestionable sin más argumento que la fe, la moral o el castigo, pero también a quienes defienden la anarquía o la simplificación o a quienes persiguen o prejuzgan las ideas contrarias mediante el linchamiento al que tan propicias son las redes sociales, reinas de nuestro tiempo.

Tenemos que ser capaces de defender nuestras ideas sin descalificar las de los demás, entender que hubo otros antes que nosotros que tuvieron sus motivos para hacer lo que hicieron, valorar lo que tenemos recordando que nos costó mucho conseguirlo, que otros no lo tuvieron en el pasado y que muchos siguen sin tenerlo en el presente.

No estoy hablando sólo de política, salvo que entendamos por política todo lo que afecta a los asuntos públicos en cuyo caso sí estoy hablando de eso.

Rechazo los excesos de la política, pero también del periodismo, de la justicia, de la empresa....

Todos sabemos que hasta el mejor alimento es nocivo si se excede en su consumo. Tenemos un problema de dosis.

No vale lo mismo la opinión de un anónimo desinformado que la de un experto en una materia.

La experiencia tiene un valor porque como la ciencia demuestra no hay nada más acertado que el método de prueba error.

No cabe etiquetar las opiniones de los demás atribuyéndolas siempre a intereses oscuros o de terceros, porque estaremos despreciando torpemente a quien las emite.

Es ridículo pensar que todo es gratis o que nada tenga valor como lo es pensar que los derechos no llevan aparejados deberes.

No cabe despreciar nuestra Constitución sin apreciar que nos ha dado los mejores años de nuestra historia.

Es de tontos minusvalorar nuestro sistema sanitario o educativo que son los mejores del mundo y mucho mejores de los que nuestros antepasados soñaron.

Sólo beneficia a quienes tienen su vida resuelta denostar nuestro sistema impositivo desconociendo que han sido las clases medias y su contribución quienes han permitido nuestro sistema del bienestar.

Es suicida caer en la sociedad del odio. Hace siglos que deberíamos haber aprendido que el ojo por ojo acaba con todos ciegos.

Necesito personalmente reivindicar la Constitución, nuestro sistema del bienestar, la socialdemocracia, el estado de derecho, nuestras instituciones, el sentido del humor, la experiencia, el respeto, la complejidad de las opiniones y las posturas, el conocimiento, la igualdad y la diversidad, el buen gusto, el trato amable, el esfuerzo y hasta la liturgia de las organizaciones humanas.

No puede ser que sólo el pesimismo y el escepticismo tengan prestigio intelectual.

Es necesario aprender de los errores, hay que señalar y perseguir las injusticias, los delitos, las corruptelas, pero hay que alzar la voz contra los eslogans que nos han llevado al desastre.

El odio y el populismo que siempre hacen su agosto en tiempos de crisis y tienen para ello sus eslogans, eficaces, que debemos conocer y combatir. Sin miedo, porque el miedo paraliza:

"Son todos iguales. La culpa es de unos pocos que se lo han llevado calentito. La culpa es de los inmigrantes que vienen a robarnos el trabajo. La culpa es del pueblo de al lado que nos roba. Los impuestos acaban en los bolsillos de los políticos. No nos representan. Al fin y al cabo roban todos."

Todas estas afirmaciones tienen, al menos, tres denominadores comunes: "son mentira, son sencillas y funcionan".

El Brexit, la victoria de Trump o el renacimiento del nacionalismo, el populismo y la xenofobia en Europa son la prueba.

Reconozco que son imbatibles en 140 caracteres, son directas y sencillas y en el reino del anonimato incendiario no cabe la reflexión ni el matiz.

Pero sí se pueden rebatir en formatos como éste y en nuestras casas, trabajos, colegios, hospitales, calles y plazas.

Hagámoslo, cada uno desde su propia tribuna personal.

Corrijamos errores, pero recuperemos autoestima.

No perdamos nuestra capacidad de soñar con los pies en el suelo.

Soñemos nuevas conquistas dando valor a lo que tenemos.

Persigamos nuestros sueños sin olvidar ni aplastar los del resto.

Se puede hacer.

Lo hemos hecho otras veces y para ello debemos empezar por recordar que no estamos sólos en el mundo y por desaprender algunos vicios que están acabando con nosotros. ______________

Óscar López es senador del PSOE.

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