Muros sin Fronteras

Trump, Putin y el golpe palaciego

¿Es posible que Donald Trump no llegue a ser presidente de EEUU el 20 de enero debido a un inesperado giro político? ¿Terminará destituido por un Congreso dominado por los republicanos antes de terminar su mandato dentro de cuatro años, como vaticina Allan Lichtman, el gurú que predijo que ganaría las elecciones?

Aunque la primera pregunta pertenece al mundo de la política ficción, legalmente es posible. Los 538 miembros del Colegio Electoral se reunirán el lunes para elegir presidente. En teoría se trata de una formalidad. Llevan el mandato de cada Estado en función de quién fue el ganador, pero no se trata de un mandato imperativo en la mayoría de los casos. El republicano cuenta con 304 electores teóricos frente a 234 de Hillary Clinton. La mayoría absoluta está situada en 270. El cambio de opinión de 35 convertirían a Hillary en presidenta.

Hay margen legal, la batalla está en marcha, pero no se hagan demasiadas ilusiones. Si quieren más detalles les recomiendo este enlace de la BBC: Could the electoral college dump Trump?Antes de responder a la segunda pregunta, analicemos algunas piezas y el escenario.

La clave está en otra pregunta: ¿influyó Vladímir Putin en las elecciones de EEUU? Según la CIA, sí. Un informe interno desvelado por The Washington Post sostiene que el objetivo del presidente ruso era favorecer al republicano. No es una opinión unánime en la comunidad del espionaje. La prensa más conservadora habla de conspiración para alterar el resultado de las elecciones.

 

El hackeo de los correos electrónicos de Hillary Clinton, y su publicación parcial y dosificada a través de WikiLeaks, fue un elemento que pudo resultar determinante en la derrota de la candidata demócrata. Trump y su equipo rechazan cualquier vinculación y denuncian una conspiración en su contra. El ataque del presidente electo contra la CIA no tiene demasiados precedentes. Tampoco que CIA y FBI hayan acabado enfangados.

(Recordatorio sobre el caso de los correos: Hillary usó su servidor de correo privado en lugar del oficial y protegido de la secretaría de Estado. Se trata de un error grave que podría ser delito si a través de esa cuenta envió documentos secretos. Aunque el FBI no ha encontrado nada perseguible judicialmente no es un caso cerrado).

De haber ganado, este asunto se habría convertido en el principal problema de su presidencia. Los republicanos lo habrían explotado hasta la extenuación o hasta el impeachment de Hillary, proceso de destitución que requiere un primer voto favorable en la Cámara de Representantes y los dos tercios del Senado (67 escaños).

 

El asunto de la supuesta interferencia rusa puede ser un serio problema para Trump y un test de cómo van a ser las relaciones de su Administración con el Congreso. El jefe de campaña de Hillary Clinton, John Podesta, se está moviendo para conseguir que el caso de los rusos afecte a la decisión de Colegio Electoral. Diez electores, uno de ellos republicanos, han solicitado información a la agencia de seguridad nacional. Es muy posible que no dé tiempo, pero algo que crecerá en los próximos meses.

 

Los republicanos dominan las dos cámaras del Congreso, que será el más pluriétnico de la historia de los EEUU. En la cámara baja cuentan con una mayoría de  241 frente a 194 y en el Senado, de 52-46 y dos independientes. Pero no todos los senadores republicanos son incondicionales de Trump. Además de John McCain hay otros cinco que podrían trabajar en muchos asuntos con los demócratas. . El casi seguro presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, tampoco es fan de Trump.

Uno de los campos de batalla que servirán para medir las fuerzas será la creación de una comisión bipartidista que investigue la posible interferencia de Putin en las elecciones. Podría ser una espada de Damocles potencial para Trump, si es que hay materia demostrable y punible. Sus enemigos lo usarán para controlar sus excesos, como moneda de cambio.

 

Uno de los impulsores de esa comisión es el republicano McCain, que no soporta a Trump. En EEUU, las comisiones de investigación suelen ser competentes y efectivas, no se limitan como en España a ser un escenario de manipulación entre los partidos. Hay una búsqueda sincera de los hechos.

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La elección de Rex Tillerson, presidente ejecutivo of ExxonMobil, como secretario de Estado será otra prueba de fuego. Debe someterse al escrutinio y aprobación del Senado. Muchos republicanos y gran parte de la prensa liberal de EEUU le consideran una persona muy próxima a Putin. Es lo que le faltaba a los que sostienen que el vencedor de las elecciones estadounidenses fue el presidente ruso. Su paso por las audiencias del Senado será un primer termómetro de cómo están las cosas.

En EEUU, los partidos son máquinas electorales. Ganadas las elecciones entran en un coma inducido. Cada senador y cada representante responde ante sus votantes. El prietas las filas con disciplina de voto no es frecuente. Trump representa una anormalidad en un sistema complejo. Puede ocurrir de todo, incluso que no pase nada y acabe por ser un presidente normal, si le quitan la obsesión con tuitear todo lo que considera un ataque personal. Para Trump un ataque personal es cualquier frase que no sea un elogio

 

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