@cibermonfi

Menos mal que nos queda Portugal

Me apena la crisis de Podemos. No es una buena noticia para aquellos que deseamos una España más democrática y menos oligárquica, más justa y menos corrupta, más federal y menos españolista. Esta crisis, que se suma a la que arrastra el PSOE desde el patético final del zapaterismo, augura que la estancia del PP en La Moncloa va a prolongarse años. También que la reforma del régimen del 78 deseada por el 15-M quedará como una tarea pendiente.

Muchos progresistas comparten ahora estos sentimientos. Me refiero, claro, a aquellos que no están poseídos por el espíritu sectario y cainita del Frente Popular de Judea. De estos últimos, me consta, hay demasiados. Son los que magnifican la más pequeña diferencia con el hermano, siempre mucho más importante que todo aquello que los une.

Vuelve la palabra desencanto, esta vez 2.0. Regresan las conversaciones sobre la sensatez de refugiarse en el jardín privado ante la imposibilidad de cambiar el estado de cosas de la república. Se escucha que España no tiene remedio, que lo mejor es irse a Portugal.

Podemos resistía bien la campaña de satanización del sistema. Esta lo hacía aún más simpático ante la gente hastiada por la desvergüenza de los amos del cortijo. Pero resulta difícil imaginar que pueda salir indemne del espectáculo que lleva semanas ofreciendo a sus 5 millones de votantes y el resto de la ciudadanía. Un espectáculo de politiquería pura y dura interpretada por un puñado de adolescentes sabiondillos y sexualmente efervescentes.

Podemos siempre me ha parecido una buena idea: la única de cierto éxito en Europa para canalizar de un modo progresista el cabreo de las clases populares y medias. No obstante, tuve dudas desde el primer momento sobre la talla de algunos de sus dirigentes. Ahora se confirman viéndolos proponer debates bizantinos sobre la calle y las instituciones, la izquierda y la transversalidad, el líder de carne y hueso o el de cartón de la foto.

A muchos jefecillos y jefecillas de Podemos se les ve verdaderamente felices haciendo declaraciones sobre sí mismos a la tele. Entretanto, millones de españoles siguen sufriendo. Ya solo los Spiriman de la sociedad civil les animan a expresarse. Para ejercer el derecho al pataleo y hasta para obtener victorias. Podemos está dejando de liderar la rebelión saludable. 

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¿Tiene remedio un espejo que se rompe? Sería casi un milagro que Vistalegre 2 consiguiera recomponerlo. ¿Sería bueno el desinfle de Podemos para el resto de fuerzas progresistas españolas? No lo creo; sinceramente no creo que lo fuera en este preciso momento histórico. Me resulta difícil imaginar con quién si no pueden aliarse los que en el PSOE se sienten verdaderamente de izquierdas. (De los otros, los oficialistas, ha quedado claro que prefieren coaligarse, de iure o de facto, con el PP y Ciudadanos).  En cuanto a Izquierda Unida, intuyo que no sacaría un gran partido del desplome de la cotización de la berenjena.

A buena parte de los votantes desilusionados con Podemos los veo más bien sumándose al abstencionismo. Los cementerios progresistas están repletos de suicidas.

 

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