Tiempos Modernos

Pareja de ases

Ojalá la lengua tuviera la contundente precisión de las matemáticas donde tanto si dices 2x2,  3+1 o 6-2, todo el mundo sabe que estás diciendo 4. Esa disciplinada certeza en la que habitan los números se desvanece cuando recurrimos a las palabras. Hazte Oír sustenta el sentido de su existencia,  según nos confiesan ellos mismos en su página web, en la lucha por conseguir una transformación del mundo basada en tres pilares: “Una sociedad libre, consciente, activa y cohesionada; unos poderes públicos limitados, que no invadan esferas de la vida social y de la vida personal que no les son propias y que atienden y tienen en cuenta las peticiones de los ciudadanos y un país –y un mundo– donde se respeta y promueve la dignidad y los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Unos principios que, así enunciados, suscribiría la propia CUP.

Sin embargo, sabemos que eso es lo que dicen pero, en realidad, quieren decir todo lo contrario. Esa libertad a la que aluden no es otra cosa que la contenida en ese concepto cristiano del libre albedrío, que en su versión ultra entiende por libertad un ámbito restringido de posibilidades que limita la capacidad de acción del ser humano a elegir entre el bien y el mal absolutos, siendo el mal todo aquello que quebrante determinados preceptos de imposición divina.

No es la única mentira que esconde el sitio. Enumerarlas sería un esfuerzo tan grande que, para ahorrarlo, más valdría referirse sólo a las verdades si no fuera porque es igual de complicado encontrar una. Más allá de su disparatada afirmación de que a la organización la diferencia el “buscar la verdad por medio de la razón” o que sus propuestas deben “descansar en el acervo de la racionalidad científica, jurídica y antropológica”, quizás el embuste más señalado es el que, en una especie de declaración de intenciones, asegura que quiere “ser percibida por sus interlocutores como una organización ejemplar por su transparencia, y se guía en todo lo que hace por este valor”. No parece ser esa la percepción que sobre Hazte Oír tiene Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Toledo y primado de España, que en 2015 mostraba su rechazo a la asociación por dar cabida en su seno a miembros de El Yunque, una especie de milicia ultraderechista y católica de origen mejicano para quienes, a diferencia de lo dicho por su inspirador, el reino de Dios no sólo es de este mundo sino que tienen por objetivo hacerse con él mediante la conquista del poder. Hay algo de justicia poética en el hecho de que la ultraderecha mejicana se infiltre en España, es una forma de pagarnos el haberles llevado la viruela y el sarampión.

La página web es, además, un catálogo de dañinos disparates. Con campañas de recogidas de firmas en asuntos tan diversos como protestar ante el director de TVE por la emisión de una serie de dibujos animados donde se muestra una boda entre dos lesbianas; pedir a El Corte Inglés la retirada de un folleto que en septiembre pasado publicitaba artículos para la vuelta a la escuela y en el que, entre otros padres, aparecía la imagen de una pareja masculina cuidando de un pequeño, o una cuyo lema es Ni animales ni homosexuales… solo son niños, que pide el cierre de una exposición escolar promovida por la Fundación Arcoiris en colaboración con la Junta de Andalucía para mostrar en los colegios la diversidad animal en el terreno sexual. El texto de la petición, que puede firmarse sin más requisitos que un nombre, una dirección de correo y un código postal cuantas veces uno quiera –la manipulación de los datos de sus campañas no admite duda– es de una perversidad naif. Además de deslizar mentiras como que la Arcoiris pide a los niños “que se comporten como animales” y de advertir al lector de que “o los paramos ahora, o la llevarán [la exposición] por toda España“,  insiste: “No piensan en otra cosa que en meter en la cabeza de los niños homosexualidad, homosexualidad y más homosexualidad. No los dejan en paz. Y usan el mundo animal y acuarelas llamativas porque a los niños les entra mejor así”.

Resulta chocante que quienes habitualmente intentan convencernos del valor trascendente de la sexualidad frente a los que, según ellos, quieren convertirla en pura genitalidad, reduzcan ahora la orientación sexual de una persona a estar más o menos expuestos a dibujitos de colores. Si un par de acuarelas llamativas son capaces de convertir en gay a un niño heterosexual, lo que se debería haber quitado del temario escolar no es Educación para la Ciudadanía sino Dibujo.

Pero la más sorprendente de las campañas de esta organización ultra es esa en la que piden a Aznar que promueva un nuevo partido. La he firmado. Y creo que, por responsabilidad, deberíamos firmarla todos. A la hora de acudir a las urnas hay dos grandes motivaciones electorales: la ilusión y el rechazo. Con la ilusión cada vez más desgastada, la única forma de conseguir que de verdad se una la izquierda es hacerlo contra alguien. Hazte Oír y Aznar, no se me ocurre mejor pareja de villanos a la que hacer frente.

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