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El Ojo Público

El contagio del coronavirus llega a las televisiones

"Pero chico, parece que se extiende más el alarmismo que los datos", contestaba Lorenzo Milá, desde Milán, a la pregunta de Xabier Fortes en Los Desayunos de TVE sobre la expansión del coronavirus en esa zona de Italia. Una respuesta, en tono coloquial, que ponía de manifiesto la crítica al sensacionalismo con que trataban los medios –y muy en primer término las televisiones– la epidemia. Milá lo decía desde allí, pero retrataba excesos omnipresentes en la televisiones comerciales de España. En esa misma jornada, los presentadores de un ¿informativo? de Telecinco ponían encima de la mesa mascarillas y geles que, presuntamente protegían de la epidemia, mientras en todas las emisoras comerciales mostraban a sus jóvenes reporteros "protegidos" por esas mascarillas omnipresentes en todas las conexiones para contar cada nuevo caso de presunto contagio y especular sobre el alcance de la epidemia.

 

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Noticiarios y tertulias se convertían durante jornadas y jornadas en prácticos monográficos, donde la información relevante de expertos y autoridades sanitarias quedaban sepultados entre el marasmo de suposiciones y opiniones aventuradas de analistas que poco o nada aportaban. La competencia entre cadenas se cifraba en dar más tiempo, más conexiones, más opiniones que los demás, antes que en informar de la mano de expertos sobre cada uno de los extremos de interés general.

Interés por la información había y la hay, pero de información veraz, rigurosa, de servicio público. Ese mismo martes la respuesta de Lorenzo Milá recibía decenas de miles de menciones en Twitter, hasta situarse como el asunto más mencionado de la jornada. El miércoles, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España hacía un llamamiento a todos los medios de comunicación para que "informen con rigor y datos reales, verificados y contrastados sobre este problema, sin recurrir a enfoques amarillistas o sensacionalistas que solo pueden crear situaciones de miedo generalizado. En las situaciones de catástrofes o de epidemias, la disciplina de la verificación y el recurso a fuentes fiables, elementos fundamentales del periodismo, cobran un imprescindible relieve especial y son el mejor antídoto contra la difusión de noticias falsas o engañosas que, en casos como el que estamos abordando, proliferan en las redes sociales, planteando estrafalarias explicaciones sobre el origen del coronavirus o recetas milagrosas para su cura".

En esta lucha entre cadenas, más basada en obtener cuotas de audiencia que en ofrecer una información veraz, la excepción ha estado en la televisión pública estatal –que ha pecado de excesos de dedicación, como sus competidoras comerciales– que ha ofrecido, desde el principio de la epidemia, las crónicas, ponderadas, rigurosas, contextualizadas, de la corresponsal en China, Mavi Doñate, a quién se ha sumado Lorenzo Milá desde Milán y enviados especiales, como Sylvia Fernández de Bobadilla, periodistas de largo historial que les protege de excesos sensacionalistas y afirmaciones aventuradas, tal y como ha puesto de manifiesto el Consejo de Informativos de TVE al escribir que "quiere reconocer y ensalzar el gran trabajo que están haciendo los compañeros de TVE que están cubriendo la crisis del coronavirus en todo el mundo. están dando un ejemplo de compromiso con la información ejercida con responsabilidad".

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