Muros sin Fronteras

Más fuego al incendio, por favor

El nombramiento de John Bolton como consejero de Seguridad Nacional de EEUU es ilusionante… para la industria de armamento y para los expertos en pescar en aguas revueltas, los Halliburton, Blackwaters (o como se llame ahora) y demás empresas que ganaron dinero a espuertas con la invasión de Irak, hace ahora 15 años. Pasaron las mentiras, pese a las hemerotecas, y los impulsores de aquella aventura que ha costado miles de vidas siguen en circulación dando consejos. Me refiero al trío de las Azores, entre ellos nuestro hombrecillo insufrible.

Este es el mes de los aniversarios. Se cumplen también tres de la guerra de Yemen y Siria ha iniciado su séptimo año de guerra civil. Es normal que no todos los medios de comunicación aprovechen las fechas para el análisis de errores porque muchos apoyaron una guerra basada en mentiras, sin cuestionar una sola coma del discurso del poder. Esa es la tendencia, sea Colin Powell con sus tubitos o Cifuentes con su presunto máster en diferido.

Bolton es una mala noticia porque perteneció al grupo de halcones que asesoraron a George W. Bush en dos guerras que han salido mal, la de Afganistán, primero, en la que seguimos entrampados casi 18 años después, sin vencer a los talibanes ni modificar las dinámicas de injusticia y pobreza que los impulsan.

El nuevo gurú de la seguridad nacional en EEUU participó entre bambalinas y como embajador ante la ONU después en la construcción y defensa a ultranza de la gran mentira de las armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Tanto si se creyó el montaje de su Gobierno como si mintió el resultado es el mismo: está incapacitado para el cargo.

El fracaso en Afganistán se resume en tres pinceladas: invadir un país sin preguntar a la gente que vive en él cuáles son sus necesidades (educación antes que armas, por ejemplo), pensar que los talibanes ya no eran una amenaza en 2003 y podían lanzarse a otra guerra y no escuchar a la afgana Malai Joya.

En el vídeo que les propongo a continuación, Joya nos sitúa en la esencia del problema: entramos en una guerra civil de la mano de una de las partes, que no era mejor que los talibanes en el trato de las mujeres y que estaba compuesta por un grupo de señores de la guerra, asesinos y narcotraficantes.

(Y pueden leer mi libro Cuadernos de Kabul (Península), que son historias a pie de calle, de personajes reales que no se ven desde un coche blindado o un hotel de cinco estrellas. Perdón por el autobombo).

Donald Trump, a quien ya he calificado en alguna ocasión de pirómano, ha elegido a otro incendiario para no sabemos cuánto tiempo (pues le duran poco los cargos de confianza). En una Administración caótica y sin contrapesos, en la que nadie osa discrepar del jefe, Bolton resulta un peligro añadido. Su antecesor en el cargo, el general McMaster es un estratega de prestigio, con ideas propias.

Bolton es corresponsable de la mascarada que pretendía vendernos el derrocamiento de Sadam Husein como el primer paso para la democratización de Oriente Próximo, un mundo feliz en la que sería posible alcanzar la paz entre palestinos e israelíes.

El resultado es catastrófico para casi todos, menos para el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y para el régimen de Arabia Saudí, exportador de fanatismo religioso y comprador de armas made in USA. Ambos tienen en la mirilla a Irán. John Bomb Iran, también.

Este neocon (por neo conservador) regresa a la escena del crimen con sus fobias intactas, sin haber pedido perdón ni admitido culpa alguna. Su nueva misión (celestial, porque algo hay de mesiánico en su discurso) es acabar con el régimen iraní, al que considera un cáncer en la zona.

No invitaría a cenar a mi casa a los ayatolás, pero Irán es el país que ha defendido con las armas y en el terreno nuestros intereses en Irak y Siria, por coincidencia de objetivos, no por amistad. Teherán está más cerca de los intereses de EEUU y de Europa que Arabia Saudí. Se trata de un país joven, en el que la mayoría de la población no vivió la revolución ni la llegada de Jomeini al poder. Hay una hartura interior con el régimen, la crisis económica y el embargo, la falta de libertad. Si hay cambio llegará impulsado desde dentro. Cualquier amenaza exterior beneficiaría a los más duros del régimen.

Pero esto sería hilar muy fino, leer y comprender las enseñanzas de la historia. Estamos ante un halcón que defiende la guerra como el medio más eficaz para lograr objetivos políticos. Es como el médico que trata todas las dolencias con la cirugía.

La invasión de Irak fue catastrófica desde el primer momento, no porque fuera ilegal o estuviera basada en mentiras, sino porque que fue un desastre político militar. No hubo planificación para el día después. Se tomaron decisiones, adrede o por estupidez, que rompieron el país, como purgar la administración y disolver el Ejército, medida que envió a la insurgencia a decenas de miles de iraquíes. Fue la cuna del ISIS y del terrorismo yihadista. Vivimos en un mundo más inseguro y menos libre gracias a los fanáticos que nos llevaron a la guerra hace 15 años.

El punto de vista humorístico del The Daily Show:

Trump no tiene política exterior más allá de la defensa de Israel, posición que le resulta compatible con  el coqueteo constante con grupos de extrema derecha abiertamente xenófobos, y antisemitas. Apoya a Arabia Saudí en su desastrosa guerra en Yemen. Tiene dos enemigos retóricos, Irán y Corea del Norte. Y podríamos hablar de los miles de muertos y heridos, de los desplazados y refugiados, de cómo la caída y muerte de Muammar el Gadafi, vendida por Obama como un éxito, enfangó Libia. Libramos guerras que no entendemos, somos incapaces de modificar las estructuras que las producen. Quizá nos ayude saber que los cinco países que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad —EEUU, Rusia, China, Reino Unido y Francia—son junto a Alemania los principales vendedores de armas. El negocio de la guerra en manos de los que deciden la paz.

Algunos enlaces de interés sobre las tres guerras.

Los palestinos, los nuevos parias

Los muertos en Irak

Los muertos en Siria.

Los muertos en Yemen.

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