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¡A la escucha!

Hablemos de otro tipo de orgasmos

Un turno de matinal (para que lo entiendan supone entrar a trabajar a las dos de la madrugada y salir sobre las 9 de la mañana) sumado a mi reciente maternidad acabaron por dinamitar mi rutina de sueño. Nunca fue demasiado buena pero aquellos meses terminaron por romperla. Desde entonces han pasado unos cuantos años y mi insomnio se ha convertido en mi compañero inseparable cada noche. Hay temporadas mejores y hay temporadas en las que las noches en vela se hacen eternas. La hora de meterse en la cama empieza a ser una tortura y no puedes controlar la ansiedad. Aprendes técnicas de relajación, intentas callar la chicharra mental de tu cerebro (tu gran enemigo, el verdadero culpable de que no duermas) y practicas todo tipo de técnicas: respirar profundo, concentrarte en una imagen relajante y esperar a que el sueño, si él quiere, acabe llegando.

Si a estas alturas alguno ya os habéis preguntado que por qué no me he hecho las pruebas del sueño ya os digo que lo hice. Pasé una noche entera en un hospital conectada a mil máquinas, con cables en la cabeza, en los pies, en las manos y grabada por dos cámaras de vídeo. ¿El diagnóstico?: el peor. No había nada fisiológico ni neuronal. Sólo estrés. Así que no había remedio médico y sí practicar mucho el autocontrol. Y en ello llevo años.

Por eso me ha llamado mucho la atención esto de los orgasmos cerebrales o, lo que es lo mismo, los ASRM: Respuesta sensorial meridiana autónoma. Sonidos o situaciones muy relajantes que nos ayudan a entrar en el estado idóneo para conciliar el sueño. En Youtube tienen miles de seguidores y es casi una corriente cultural con miles de seguidores que han llegado a formar una auténtica comunidad de ASRM. Sí una comunidad porque, aviso, no todos responden de la misma forma a esos sonidos, a esos estímulos. No a todos les provoca ese cosquilleo que va desde la cabeza, baja por la nuca y recorre toda la espalda. Una sensación placentera que se produce por la combinación de unos estímulos auditivos, visuales y cognitivos.

Pero, efectivamente, no todo el mundo reacciona igual, no a todo el mundo le resulta relajante escuchar el sonido de alguien frotando una alfombra de pelo, un secador, el aspersor regando el césped (creo que aquí Amaya, ganadora de OT, tiene algo que decir), unas tijeras cortando el pelo, el ruido de unas bolsas o un rodillo quitando las pelusas de la ropa... Porque los sonidos son de este tipo, los vídeos se basan en imágenes repitiendo esos gestos una y otra vez. Y no es un ratitito, es un buen rato, largo, de 20 minutos escuchando solamente eso. Siempre están a un determinado volumen, en esa reproducción nunca encontraremos un sonido imprevisto ni estridente. Lo que se busca es entrar en una especie de mantra sensorial con la que tu cerebro genere esa sensación placentera y llegue por tanto al orgasmo, o traducido, tenga una reacción ASRM. Hay cientos de vídeos en Youtube con millones de visualizaciones. ¡Millones! Y hay gente enganchada a esa rutina de ponerse un ratito cada día los vídeos para rebajar el estrés.

Los psicólogos aseguran que esto no tiene ninguna base científica, que no hay causa efecto, que esto no funciona así, pero está claro que la repetición una y otra vez de ese tipo de sonidos sí le funciona a muchísima gente. Seguro que a estas alturas se están preguntando si lo voy a probar o no... Creo que llegados a este grado de desesperación y falta de sueño, tengan por seguro que sí. ¡No pierdo nada! Pero investigando sobre este tema tuve una idea: ¿funcionaría poner estos sonidos como música de fondo en el Parlamento? Puede que así nuestros políticos entren en un estado de escucha, no pido más. Sólo escuchar. No es pedir demasiado.

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