En Transición

Tiempos "trans" y "post"

"Conquistando la igualdad, transformando la sociedad" es el lema del Orgullo LGBTI celebrado en Madrid este año, Mado 2018, tras el arrollador éxito de la convocatoria mundial del World Pride Madrid del año pasado. Han hecho falta cuatro décadas reivindicando el 28 de junio como Día del Orgullo por parte de las organizaciones sociales, hasta que al fin, el pasado viernes, el Gobierno aprobó en Consejo de Ministros su reconocimiento oficial: "El Consejo de Ministros ha acordado declarar el 28 de junio como Día del Orgullo LGBTI, en conmemoración de los disturbios de Stonewall que se produjeron el mismo día del año 1969, y que son considerados como el inicio de la lucha de los derechos de este colectivo." Enhorabuena a los y las que han luchado para conseguir esto, al Ejecutivo que lo ha hecho posible y al conjunto de la sociedad, que ha conseguido ser un poco más libre. Queda mucho camino, como recuerdan los organizadores en este manifiesto, pero lo andado no tiene marcha atrás.

Muchos no dudan en alterar la tipografía del lema haciendo un juego de palabras que da para mucho: "Conquistando la igualdad, TRANSformando la sociedad" puede leerse en abundantes tweets. Al prefijo "trans" le ocurre algo similar al "post", ambos se han convertido en instrumentos muy útiles para ayudarnos a describir una realidad novedosa, y transgresora de muchos de los conceptos con los que hemos vivido y que día a día comprobamos cómo ya no nos sirven para entender ni para explicar el mundo.

Como dice Àurea Moltó, subdirectora de Política Exterior, en este artículo, "cada día es más difícil encontrar conceptos útiles", significantes que contengan un significado capaz de explicar una realidad que no se deja aprehender por las herramientas conceptuales habituales. Son miles los conceptos que han ido mutando con el paso del tiempo y a los que hoy no sabemos cómo dotar de un contenido explicativo: libertad, democracia, igualdad y diferencia, sostenibilidad y un largo etcétera.

De la misma manera, hoy ya no se pueden clasificar las opciones ideológicas tradicionales como packs cerrados. Cada día podemos comprobar cómo representantes de la derecha asisten a la manifestación del Orgullo LGBTI, cómo mujeres conservadoras se alinean con postulados feministas, cómo ser católico no siempre es sinónimo de antiabortista, o cómo ser de izquierdas no equivale a ser ecologista. Conceptos y categorías que ya no valen nos dejan huérfanos y desvalidos ante una realidad que cambia cada vez más rápido.

Toda esta nueva complejidad necesitamos definirla, y para ello, tenemos algunas ayudas. Lo "post" es, obviamente, lo que viene después de algo: La postmodernidad sucede a la modernidad, la postpolítica nos remite a una nueva idea de política enmarcada en una postdemocracia, la postverdad es una nueva forma de ejercer la mentira. Ante la imposibilidad de encontrar nuevos conceptos que nos ayuden a definir esa nueva realidad, el prefijo "post" nos permite aludir a lo que viene después de algo y que no sabemos aún como denominar. Un ejemplo: las mentiras de Trump son mucho más que mentiras. Intentan convencernos, apelando a las emociones, de lo que a todas luces es falso, con una enorme debilidad argumental pero con total impunidad. Miente, y no pasa nada, porque hay quienes están dispuestos a creerle, aún a costa de hacerlo obviando la racionalidad. ¿A quién le importa la verdad? Luego, en definitiva, opera como si fuera la mayor de las certezas. No es exactamente mentir, es algo más complejo para lo que aún no tenemos nombre. De ahí el éxito del término "postverdad".

Algo similar está pasando con lo "trans": Transformar es transgredir, dar otra forma que permita conformar de otra manera nuestra forma de ver y entender el mundo, rompiendo con las clasificaciones habituales. Así, lo transexual nos recuerda que las identidades sexuales son múltiples, y que las dicotomías heterosexuales masculino-femenino dejan fuera a buena parte de la población. Además, echan por tierra la tradicional construcción sexual del género y reivindican, como dicen en el manifiesto del Orgullo 2018, "el reconocimiento y la protección de la autodeterminación del género". No es sólo admitir que existen otras opciones sexuales, es un cambio de paradigma lo que plantean.

¿De quién son los partidos?

De la misma manera que el "post" nos ayuda a describir una realidad para la que aún no tenemos conceptos, el "trans" nos permite liberarnos de aquellas ideas que se han convertido en un corsé conceptual, y que nos impiden entender y describir el mundo actual.

Hace unos días, en un interesante seminario de la Fundación Manuel Giménez Abad titulado "La sociedad en 2040 y los desafíos y oportunidades para la administración y el gobierno", coincidíamos en señalar que los retos del momento –el cambio climático, el desarrollo tecnológico, el de las ciencias de la salud y el impacto de todo ello en la política y en el gobierno–, comparten tres características: en todos esos campos los cambios se están sucediendo a una velocidad mayor que nunca, todos ellos necesitan de miradas transversales y todos encierran una enorme complejidad en un momento en el que la sociedad demanda mensajes y respuestas simples.

Para poder abordar estos desafíos, necesitaremos de no pocos "post" mientras encontramos nuevos conceptos, y de muchos "trans" que nos ayuden a adoptar una nueva perspectiva. El tiempo de las sistematizaciones encorsetadas y de las dicotomías simples y excluyentes se acabó. Que viva lo TRANS.

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