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El curso que vivimos peligrosamente

Estamos a punto de cerrar el año por primera vez, el segundo cierre tiene lugar el 31 de diciembre. Como ustedes saben, el año concluye oficialmente con uvas, campanadas y un frío que pela, pero hay un fin de curso previo que celebramos con gazpacho, tinto de verano y un calor que encabrona. Muy fan.

Llega el momento del cierre estival y toca hacer balance. Si tomamos como punto de partida el pasado mes de septiembre –inicio del curso tras el parón veraniego–  y hacemos inventario de las piezas del puzle que ya no están donde estaban, nos salen unas cuantas…

Es que este ha sido un curso especialmente prolífico en sustituciones, ha habido más cambios que en un partido de baloncesto. Aunque para relevo importante el futbolero, a dos días del comienzo del Mundial fue cesado el seleccionador, eso es entrar en Rusia por la puerta grande. El terremoto Florentino-Lopetegui-Rubiales se podría resumir con el conocido mantra: “¡Soy español! ¿A qué –sorpresa de última hora– quieres que te gane?”

Hablando de aficionados al fútbol, al comenzar el curso que estamos a punto de concluir, el presidente del gobierno era Mariano Rajoy y nada hacía presagiar que dejaría de serlo. Parecía que Mariano siempre iba a estar allí, en Moncloa, caminando muy deprisa en la buena dirección...

Pero llegó la moción de censura, con el resultado que ya conocen, Rajoy se marchó y volvió al Registro de la Propiedad en Santa Pola. Aunque su curro alicantino ha sido más breve que el de un camarero estacional, a Mariano no le ha dado tiempo ni a poner en el despacho el cactus, la foto de familia y el calendario del Real Madrid. Hace unos días consiguió una plaza vacante en el registro mercantil número cinco de la capital, lo que viene siendo llegar y besar el salto… de Santa Pola a Castellana, 44.

En sus santos lugares están ahora Pedro y Pablo, Pedro en Moncloa y Pablo en Génova. Dos sorpresas para Mariano, porque su sillón en Moncloa no lo ocupa ahora el joven Albert al que llamó “aprovechategui”, ni en el de Génova se sienta su paisano Alberto, el que sonaba en todas las quinielas. Ni Albert ni Alberto, Pedro y Pablo, fin de la cita.

Y para los que celebraron el funeral de Sánchez antes de tiempo, también fue una sorpresa. ¡Quién iba a decirles a comienzo de curso que el que recorrió España a bordo de su coche buscando adhesiones –y parando en la Roda a comprar Miguelitos, navajas tenían de sobra en Ferraz–  unos meses después iría a un concierto en avión presidencial, por exigencias de la agenda cultural...!

Por cierto, que el concierto fuera de The Killers tiene su aquél, ahora que estamos repasando lo de Pedro y los suyos, los otros.

El pasado jueves, se reunieron Casado y Sánchez en Moncloa y la cosa duró tres horas. Una de dos, o los líderes tenían más ganas de hablar que mi madre cuando me llama al fijo, o permanecieron atrincherados debajo del aire acondicionado, con tal de no salir a la calle en llamas; si es por eso, lo entiendo.

España, en estos días, se asfixia de calor por culpa de un fenómeno que los meteorólogos llaman “ola” en un intento, quizás, de refrescarnos con el léxico, porque todos sabemos que sería mucho más correcto llamarlo “barbacoa”, como Georgie Dann.

Pero sigamos con el inventario, en la presidencia de la Comunidad de Madrid tampoco está quien estaba al inicio de la temporada. Cristina Cifuentes dijo aquello de: “¡no me voy, me quedo, voy a seguir siendo vuestra presidenta!” y le pasó lo mismo que a mí cuando patiné sobre hielo por primera vez, alguien dijo: “¡Mira a Raquel, qué bien va ahora!” y, acto seguido, me estampé de morros contra el suelo gélido. Hay frases que son como maldiciones…

Tampoco el president de la Generalitat es el mismo que estaba entonces. En aquel tiempo era Carles Puigdemont y después, como diría Tardá, “ocurrió lo que ocurrió”. Por orden numérico: el 1-O, el 27-O, el 155 y el numerazo del exilio de Carles.

Hoy el president es Torra, aunque muchos de los suyos sigan pensando que el fetén, el de verdad, es Puigdemont. Esto es como cuando Israel ganó el festival de Eurovisión en 1979, pero muchos sostenían que la auténtica ganadora, la número uno en los corazones, había sido Betty Missiego con “Su canción”, como Carles, que sigue con la suya…

Por cierto, hablando de Eurovisión, aquí no hemos asistido a ningún cambio, la dinámica ha sido la de siempre. Cada año cambia el candidato y cada año perdemos. Lo mejor del nuevo fracaso fue, no me canso de verlo, el montaje que hizo @Wyrlenne:

 

Esta joyita llena de talento demuestra que el humor nos salva siempre, no me lo pierdan ustedes en la ola encabronadora.

El chiringuito de “Muy fan” permanecerá cerrado durante lo que queda del mes de agosto, pero en septiembre les espero, cualquier pieza del puzle es prescindible menos ustedes. Chimpún.

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