LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Especulación en el infierno: los intermediarios inflan los precios en medio del caos y la muerte de Gaza

En Transición

Como científicas en el laboratorio

No descubro nada nuevo si digo que vivimos tiempos complejos repletos de fenómenos cada vez más inaprensibles, lejanos y abstractos que, sin embargo, operan de forma real y concreta sobre nuestras vidas. En este contexto más que en ningún otro es esencial, para poder hablar de sociedades democráticas, que todos los que participamos en la conversación que constituye el espacio público lo hagamos con absoluta precisión y honestidad intelectual. "Sin periodistas no hay democracia", dicen los buenos profesionales de los medios –que los hay, y muchos–, y "sin conocimiento no hay democracia" se apunta en círculos preocupados por esto de la calidad democrática.

Desde la teoría de la comunicación y la sociología del conocimiento se insiste en esa triada básica que supone partir de datos –un factor objetivo sobre un hecho real–, para, mediante la contextualización, categorización o análisis, convertirlos en información, es decir, en la explicación de un fenómeno, de forma que sirva a su fin último, que no es otro que generar conocimiento, ser capaz de explicar las cosas de manera que luego cada cual pueda utilizarlas para formarse su juicio u opinión. Parece sencillo y teóricamente impecable, pero la realidad se empeña en demostrarnos que no lo es tanto.

Un ejemplo en apariencia inocente: el debate generado en pocas horas sobre la propuesta de la Comisión Europea para eliminar los cambios de hora entre invierno y verano. Una cosa es el cambio horario entre estaciones, que tenía como justificación el ahorro energético; otra el huso horario al que España está adscrita y que no es exactamente el que nos tocaría por ubicación geográfica, y otra muy diferente los usos y costumbres horarios que rigen en este país. Por supuesto que los tres elementos acaban teniendo relación, como todo tiene relación con todo en un mundo interdependiente, pero conviene analizar cada uno por separado, para una vez descrito y entendido, ser capaz de establecer las relaciones. De lo contrario, acabaremos enmarañados en debates circulares que no nos llevarán a ningún sitio, como ha sucedido en pocas horas tanto en las redes sociales como en medios de comunicación.

Otro ejemplo algo menos inocente: que la decisión la anuncie Juncker tras una consulta online no vinculante en la que han votado 4,5 millones de europeos –aproximadamente el 0,89% de la población–, con una apabullante participación de alemanes frente a, por ejemplo, un raquítico 0,19% de españoles. Las consultas europeas, además de poco frecuentes, poco conocidas por el conjunto de la población, ausentes en temas relevantes, y para nada garantes de mayor calidad democrática en el seno comunitario, generan todo un debate en sí. Pero es una discusión distinta al hecho de que los que más participen hayan sido alemanes, y conviene diferenciarla también del momento tremendamente delicado que estamos viviendo en Europa y que puede verse agravado en las próximas elecciones al Parlamento europeo. Nuevamente, ¿tienen relación estos elementos? ¡Por supuesto! Pero insisto: analicemos cada uno de ellos por separado, para después establecer las relaciones entre todos –que las hay, y muchas–, y de esa manera producir el conocimiento necesario para que cada cual se forme su opinión.

Esta vez, el ejemplo no tiene nada de inocente: las negociaciones entre el gobierno y sus posibles socios para aprobar primero la senda de déficit y después un posible Presupuesto General del Estado, con la política fiscal como protagonista, aunque no sea su único elemento. El sistema fiscal es un complejo conjunto de mecanismos, cada cual de ellos por separado tiene su intríngulis, relevancia y trascendencia. Discutir de tramos impositivos es distinto a hacerlo de los tipos, de las deducciones o de la lucha contra el fraude. Cada uno de los elementos necesita un análisis por separado para poder ser bien contextualizado, explicado y entendido en toda su complejidad, de forma que dé paso después a un imprescindible estudio del conjunto. De lo contrario, estaremos haciendo una maraña incomprensible, y habrá quien, como Albert Rivera en este tuit, aproveche para "confundir" los tipos medios del IRPF con los marginales, en un ejercicio de manipulación o de ignorancia, que no sé qué es peor.

La proporción de investigadoras en España no ha mejorado desde 2009, manteniéndose por debajo del 40%

La proporción de investigadoras en España no ha mejorado desde 2009, manteniéndose por debajo del 40%

Y por acabar entrando al barro de los últimos días: la polémica suscitada sobre los lazos amarillos en Cataluña y dirigentes políticos arrancándolos. Una cosa es la utilización de estos lazos para pedir la libertad de los líderes políticos en prisión preventiva, otra el hecho de la prisión preventiva en sí, otra diferente el debate sobre el papel de los dirigentes políticos y otra el del uso del espacio público, que tampoco será igual si se trata de un espacio privado como puede ser el balcón de cualquier casa, una plaza pública, o una institución, como refleja José Luis Martí en este artículo de Agenda Pública. Cada elemento por separado genera elementos de discusión interesantísimos y de enorme complejidad, pero mezclarlos todos como se viene haciendo cada vez con más frecuencia, no sólo no ayuda a resolver el conflicto, sino que contribuye a su confusión.

En definitiva, y ante el apasionante curso que tenemos por delante, con cuestiones trascendentales como el modelo de integración europea y la extrema derecha aporreando las puertas del Parlamento europeo, la deriva del lío en Cataluña y sus efectos sobre el modelo de organización territorial del Estado, o la configuración de un sistema fiscal que pueda servir de anclaje para recuperar el estado de bienestar, la cohesión social y un nuevo pacto social –¡ojalá!–, es esencial que todas aquellas personas que intervenimos en la conversación pública –líderes políticos, sociales, periodistas, expertos en todo y en nada, opinadores de todo pelaje, comentaristas online, los que viven en Twitter, los que pasean por Facebook, y un largo etcétera– agudicemos el ingenio, la creatividad y la responsabilidad para servir a la sociedad y ser capaces de convertir los datos en conocimiento.

Como si de científicas en un laboratorio se tratara: diseccionando cada fenómeno, separando sus elementos, estudiando cada uno de forma individual, para después analizar las relaciones entre cada una de estas partes, de forma que nos permita descubrir cómo el todo es más que la suma de las partes. Es cierto que es más complejo, que los matices tienden a complicarlo todo, que las afirmaciones no podrán ser tan rotundas, y que quizá generemos más dudas que certezas, pero seremos más útiles.

Más sobre este tema
stats