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Una semana "bastante cutre"

Cuando escuché a Pablo Iglesias decir que el plagio de párrafos de una conferencia ajena, en el libro que publicaron al alimón Pedro Sánchez y Carlos Ocaña, era “bastante cutre”, pensé que esta definición encajaba, perfectamente, en la semana saliente. El recuento de hechos sucedidos en los últimos días demuestra que vivimos en una atmósfera política y social bastante cutre. Muy fan.

La comparecencia de Aznar en la Comisión de investigación sobre financiación irregular de PP, por ejemplo. Más allá de la expectación, con palomitas, para ver una vez más la melenaza altiva del rey del desdén, más allá de asistir a la exhibición de soberbia de quien fuera el máximo responsable de un partido cuya blancura ha sido negada en sentencia judicial, más allá de escuchar por enésima vez paralelismos cinéfilos desde un lado y respuestas despectivas desde el otro, ¿qué cambió? Nada.

Aznar se marcó su habitual tabla de ejercicios de desdén, altanería, vanidad y presunción. Esto debe de ser buenísimo para sus abdominales, pero poco saludable para estómagos sensibles. Y rubricó con un soneto de Roemmers: “Vivir es mi pasión y mi aventura, de nada cuanto hice me arrepiento”, traducido: “y por lo bien que lo he hecho, cigarrito al pecho”.

Al salir les dijo a los que vuelven a ser suyos: “Me ha faltado velada”, o sea, muy tocado en la moral no estaba. De donde no hay, no se puede sacar, decía mi abuela. Fue un espectáculo bastante cutre del que salimos igual que habíamos entrado.

Y bastante cutre también lo del “atajo” parlamentario que ha puesto de manifiesto, una vez más, que un político puede decir una cosa y la contraria sin despeinarse. Este “caminito”, como cantaba Gardel, ya se emprendió en varias ocasiones cuando gobernaba el PP. Por ejemplo, para el aforamiento exprés de la familia Real.

Cuando lo hicieron los populares, los socialistas se indignaron y ahora que lo hacen los socialistas, los populares se muestran indignados cuales diputadoflautas.

Claro, una flipa al contemplar que, aunque acostumbran a decirnos que las cosas de palacio van despacio, mejor dicho, que las cosas del Parlamento van lento, cuando se quiere hacer algo, se hace a la velocidad de la luz. La pregunta es la de siempre: ¿Cui prodest? Y cuando la respuesta no es “al ciudadano”, los caminitos no nos llevan a ninguna parte…

Bastante cutre, también, la melé de la formación académica de los líderes políticos de nuestro país. En entredicho, la tesis doctoral del presidente de gobierno, el master ESADE de Rivera sin título oficial, la licenciatura en Periodismo de Puigdemont, reducida ahora al Bachillerato; o el máster de Casado en el instituto de Derecho Público de la URJC, disuelto como un Redoxon ayer mismo.

El instituto disuelto era el chiringuito del profesor Conde, que la pasta esconde: 200.000 euros se repartieron el profesor Condemor y su segunda, Laura Nuño, en sobresueldos. Un máster en listeza para ellos.

Por cierto, la investigación del caso Casado ha sido archivada por la universidad en cuestión –nunca mejor dicho– la siguiente pantalla será conocer si el Supremo también archiva, tal y como le ha solicitado la Fiscalía en cuestión...

El otro día escribía Maruja Torres en Twitter:

 

Lo que señala Torres es tan cierto como cutre, esta pasión ibérica por enmarcar títulos, mientras la cultura del esfuerzo está más muerta y enterrada que Montesquieu. Muchos de los que estudian friegan platos en Alemania, y los modelos de éxito que les mostramos a niños y adolescentes son de tronistas expertos en no hacer nada. “Sabios y Estudiosos y Viceversa” sería un formato televisivo ruinoso en este país.

Por cierto, “bastante cutre” se queda muy corto para calificar el intento de chantaje del concejal Angel Viñas a la alcaldesa de Torrelodones, hay acciones tan despreciables que cuesta adjetivarlas. Se agradece, eso sí, la claridad en esas conversaciones que le han costado a Viñas un expediente, cuánta dureza para un político tan sensible…

Pero lo más cutre y descriptivo del mundo en el que sobrevivimos, es lo del champiñón de Trump. El aparato presidencial está en boca de todos –entiéndase– tras la descripción orgánica de la actriz porno, Stormy Daniels.

Aquí el dilema moral es bien distinto del que enfrenta a las bombas con las cosas de comer, pero existe. ¿Es cutre darle peso al asunto? Yo confieso que he tocado el tema –entiéndase– en el repaso diario y humorístico de la actualidad que hago junto a Juan Herrera en el programa radiofónico de Julia Otero. A ver, como fuck news, no se puede mejorar…

En realidad, me da bastante igual, como a la mayoría de la población del planeta, lo que lleve ese señor entre las piernas. Todos sabemos que lo que lleva o lo que le falta en la cabeza es lo que nos preocupa. Pero, claro, se ha empeñado tanto, él mismo, en comportarse como un hombre a un champiñón pegado, en mostrar su virilidad como máxima habilidad, en tratar a las mujeres como pedazos de carne, en pronunciar frases tan repugnantes como “cuando eres una estrella puedes agarrar a las mujeres por el coño” que el hecho de que una mujer decida agarrar al dios micológico por el champiñón es un ejercicio de humor blanco que da mucho gusto –entiéndase–.

¿Se imaginan que este asunto lo expulsa de The White House? Cosas más raras han pasado allí… Oigan, tendríamos el chiste hecho: “Champeachment”.

Lo sé, el juego de palabras es bastante cutre, pero la realidad en la que vivimos es mucho peor.

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