¡A la escucha!

¿Qué tal si hoy hablamos de los enfermer@s?

Para quien ha tenido hijos sabe que el momento 'vacunas' es el más terrible para ellos y para ti. Cuando son bebés, no se enteran y entran felices a la consulta donde está ese señor o señora con bata blanca. Pero cuando ya tienen una edad, y sobre todo cuando recuerdan qué pasó la última vez que estuvieron allí, lo de ir al ambulatorio y que no entren ya llorando requiere de muchas estrategias previas, muchos abrazos y promesas que sabes que no vas a poder cumplir. "Tranquilo, mi amor, que hoy seguro que no te duele" (y sabes que le va a doler igual o más). Y sí, hay que confesarlo, también de muchos chantajes: "Después del médico te prometo que nos vamos a tomar un súper helado" o "¿Te acuerdas de eso que me pediste el otro día cuando fuimos a comprar el periódico? Si no lloras, gritas, pataleas y no pegas demasiados alaridos (estoy exagerando, pero no demasiado) cuando salgamos vamos a por él". Sí, lo de poner vacunas no es tarea fácil. Así que encontrar una cara conocida en la consulta es una bendición y garantía de que al menos sabe a lo que se enfrenta. Te conoce, conoce a tu hijo o hija, y sabes que aunque efectivamente le va a clavar una aguja, lo va a hacer estupendamente.

Pero desgraciadamente cada vez es más frecuente que, cuando llegas a la consulta, tu enfermer@ de siempre no está: bien porque lo han trasladado o bien porque su plaza la han cubierto a través de un proceso de movilidad o de una bolsa de trabajo. Por lo visto, para contratos superiores a un mes esas contrataciones se hacen a través de esas bolsas de trabajo en las que los criterios para designar a quién envían a determinados centros de salud son un tanto caóticos. Entienden que un enfermer@ es un enfermer@ y lo mismo da que pueda atender a bebés, a niños, a mayores, urgencias o lo que sea. No contemplan las especialidades y aquí es donde comienza el error de todo el proceso. Porque ellos sí que tienen especialidades y hay enfermer@s que se han preparado, por ejemplo, en atención primaria, esa especialidad tan denostada por todos y que tan necesaria resulta para pacientes y sistema. Es tan importante porque la opción de ir a tu centro de salud donde sabes que tu enfermer@ de siempre te va a atender es el motivo por el que seguramente descartarás ir a urgencias. Y él o ella sabrán cuál es su historial, cómo ha llevado el invierno, si ha cogido más o menos bronquiolitis. En definitiva, hacen un seguimiento del paciente. Y eso se traducirá en un rápido diagnóstico, tratamiento... Sumado a que, como tú, otros tantos tomarán la misma decisión y lograremos, aunque sea con un pequeño granito de arena, descongestionar un poco las urgencias de los hospitales. Pero hay gente que ocupa esa plaza sin saber nada de esa especialidad porque entienden que, en fin, estar ahí tampoco es tan complicado. Las especialidades no se reconocen y provocan situaciones absurdas.

En mi ambulatorio llevamos ya tres cambios de enfermer@. Quien tenía la plaza se jubiló y a partir de ahí empezó el baile. Un desastre. Una de las personas que ocupó esa plaza no sabía de atención primaria, así que hubo que colocarle un tutor, otro sueldo, para que se formara. No sabía de control de niños, no sabía de vacunas, no sabía cómo se trabajaba en esas consultas. No podía renunciar a esa plaza porque, si lo hacía, encima tendría una penalización. Pero es que si alguien se hubiera preocupado y ocupado por confirmar que la persona a la que se le asignaba esa plaza estaba preparada para esa especialidad, se hubieran ahorrado dinero (el sueldo del tutor) y nos hubieran ahorrado tiempo a todos nosotros. Cada consulta iría mucho más rápido.

En el último año, sólo en la Comunidad de Madrid, ha habido movilidades y nombramientos de interinos cada tres meses, tanto en enfermería como en médicos de familia. Una locura, un sinsentido si queremos que esos profesionales, que se han formado, que han superado pruebas tan exigentes como el MIR o el EIR en el caso de enfermería, se impliquen con los pacientes que van a atender durante ese tiempo tan corto. Afortunadamente la gran mayoría son inmensos profesionales que se vuelcan en su trabajo, que aman su profesión, que tienen una vocación tan inquebrantable que ni siquiera esa situación de inestabilidad laboral les impide atenderte con toda la dedicación posible, incluso por teléfono cuando no están en su consulta.

Tenemos los mejores profesionales en sanidad, cuidémosles un poquito. Se lo merecen.

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