PORTADA DE MAÑANA
Ver
La sombra de ETA sacude la campaña al alza de EH Bildu

Desde la tramoya

Un espacio entre los duros

Torra ha llamado a las armas, o al menos no las ha descartado. “Los catalanes hemos perdido el miedo. No nos dan miedo. No hay marcha atrás en el camino a la libertad. Los eslovenos decidieron seguir adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo para vivir libres”, dijo el pasado día 8. El presidente de Cataluña inspira su liderazgo en un modelo incomparable. En Eslovenia hubo un referéndum en el que participaron 9 de cada diez electores  y del que resultó un 95 por ciento de apoyo a la independencia. Yugoslavia se desintegraba, pero aún así el agonizante poder central trató de evitar la secesión, provocando una guerra de diez días y casi 70 muertos. El apoyo internacional a Eslovenia fue prácticamente unánime y el nuevo país fue reconocido a los pocos meses por la Unión Europea y por Naciones Unidas. Absolutamente nada que ver con el maldito y temerario procés.procés

Por su parte, Pablo Casado, en lugar de poner el tuit en cuarentena, ridiculizarlo o simplemente denunciarlo, señala que “Torra quiere una guerra civil y un derramamiento de sangre” y llama por eso a Pedro Sánchez a que aplique de inmediato el 155 y tome el control de los Mossos. De Vox ni hablamos. En su programa no sólo está la aplicación más dura del más famoso artículo de la Constitución, sino la plena supresión de las comunidades autónomas y la ilegalización de los partidos independentistas.

De manera que unos tipos duros –en este caso, de un lado Pablo Casado y Santiago Abascal, y de otro Quim Torra– llaman a la crispación y el enfrentamiento “con todas las consecuencias”. Afortunadamente, la inmensa mayoría de los catalanes y también del resto de los españoles, no nos sentimos llamados a coger las armas.

El guerracivilismo de unos y otros deja sin embargo un espacio muy interesante a otras fuerzas políticas. ERC –rufianadas aparte– está llamando a la paz y el diálogo. Sus políticos encarcelados pidieron calma ante el Consejo de Ministros que se celebra este viernes en Barcelona, percibido paradójicamente por los independentistas como una provocación, y por el PP y Vox como una claudicación. Las imágenes que pronto veremos de los encarcelados sentados en el banquillo ayudarán a contrastar la poderosa imagen de los presos pacíficos, frente a la violencia de los que están libres, Torra y Puigdemont en particular.

Pedro Sánchez y el Gobierno y el PSOE están aprovechando bien las circunstancias para situarse en el lado en que están más cómodos. Por principios, por ideología, por responsabilidad, y también por estrategia, apelan al diálogo y la calma. Es difícil saber hasta dónde llegará la narrativa de la paz frente al relato de la guerra. Según una reciente encuesta de Metroscopia, a los socialistas les va razonablemente bien, porque hoy serían la primera fuerza política. El PP sufriría un desastre sin paliativos, para beneficiar a Ciudadanos, que sería el segundo partido en el Congreso, y también a Vox, que entraría con fuerza en el hemiciclo.

Siete años después de que Artur Mas empezara su ridícula aventura, el proceso lo ha cambiado todo. En España parece coger cada día más forma el choque entre los halcones y las palomas, entre los duros y los blandos, entre la guerra y la paz. No sólo al hilo del conflicto catalán, sino también con cada asunto sobre el que hablamos –Franco, la prisión permanente revisable, incluso la caza o los toros, el feminismo o la libertad de expresión– el debate parece polarizarse cada vez más para enfrentar a los defensores de la fuerza y el orden conservadores a toda costa, sin complejos, contra los que confían en el diálogo y la paz.

Quisiéramos muchos que predominara el relato pacífico, pero me acuerdo siempre de aquella afirmación de un consultor amigo mío, comparando la política con el fútbol: "Nadie compra camisetas del árbitro". Los hooligans, apelando a los instintos más bajos, tienen una capacidad asombrosa para movilizar a los suyos y con frecuencia imponen sus arengas y sus gritos de guerra por encima de las voces más suaves y de la voluntad de los más moderados y bondadosos.

Más sobre este tema
stats