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Desde la casa roja

Pablo Casado me explica (mal) cosas

Sally y Rebecca van a una fiesta en una casa lujosa en la cima de una pista forestal en Aspen. El anfitrión, cuando ellas ya están a punto de marcharse, las retiene e inicia una conversación. Se dirige a Rebecca: “¿Así que has escrito un par de libros?”, y se lo dice con ese tono que contienen las preguntas que no quieren ser respondidas, tipo: “Entonces, me dicen que te gusta el azul, ¿no?”, para a continuación comenzar una larga disertación sobre el color. Y Rebecca le responde que ha escrito algún libro más, siete en concreto. Y le cuenta que su última obra se titula River of Shadows: Edweard Muybridge and the Technological Wild West. El hombre le pregunta entonces si conoce un libro muy importante también sobre Edweard Muybridge que se ha publicado ese mismo año. Rebecca duda de si se ha editado otro libro simultáneamente al suyo sobre el fotógrafo británico. Pero el hombre está escuchándose a sí mismo mientras habla a Rebecca sobre su propio libro, muy lejos de poder entender que tiene a la autora delante. Pontificando, explicando con paternalismo la importancia de la obra, dando lecciones, “con los ojos fijos en el lejano horizonte de su propia autoridad”. No crean que el tipo ha leído el libro: le basta con la reseña de The New York TimesThe New York Times para ir armado en la conversación porque él la dirige.

Me acordé del artículo de Rebecca Solnit, Los hombres me explican cosas,Los hombres me explican cosas donde narra a través de esta situación una crítica a cierta prepotencia masculina que se da a veces en las conversaciones, mansplaining (y que no siempre resulta anecdótico), cuando el domingo pasado escucho a Pablo Casado, presidente del Partido Popular, decir algo como que las mujeres “sepan lo que llevan dentro”. Y la frase, el tono, la intención, la construcción gramatical, la sonrisa y esa extraña luz con la que el hombre que nunca ha estado embarazado ni lo estará va a iluminarnos me resultan tan arrogantes, tan condescendientes, tan injustas, tan discriminatorias.

Qué dijo: “Yo tengo una posición muy clara al respecto: primero, desde el ámbito personal, como padre de un cincomesino, con un inicio de parto o amenaza de parto en un tramo legal para abortar libremente, según la nueva ley de plazos. Yo tengo la experiencia de que creo que es bueno que las mujeres que se vean en una incertidumbre sepan, simplemente sepan, lo que llevan dentro”.

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Por partes. “Que las mujeres sepan”. ¿A qué responde ese plural: “las mujeres”? Quedémonos solo en la fórmula. “Que las mujeres sepan”. Significa eso, supongo, que las mujeres no saben. Quiere decir que el resto, los hombres, sí saben lo que llevamos dentro cuando lo llevamos. Pero nosotras no. O se dirige a las mujeres porque a ellos no les concierne saber en absoluto porque no son los hornos, contenedores, vasijas donde se gestan los hijos de todos: aunque opinen y sepan sobre ellos. No dice “sepamos”. Y, como somos nosotras las que no lo sabemos, entiendo que Casado quiere decirnos que abortamos porque desconocemos que, al hacerlo, eliminamos “vidas autónomas”. Quiere que dejemos de, por ignorancia, quitarle la vida a nuestros futuros hijos, esos que deberíamos gestar hasta el final para sostener el sistema de pensiones.

“Lo que llevan dentro”. Casado incurre en una mentira, o tal vez esto sí sea ignorancia, y entonces sería bueno que fuera él quien supiera que según los plazos legales para abortar, en España es libre hasta la semana 14 de gestación. Es decir, hasta la primera semana del segundo trimestre. Y es a partir de esa semana, no a partir de la 20, como afirma, que se permite abortar hasta las 22 semanas de gestación cuando exista grave riesgo para la vida o salud de la mujer o cuando se detecten graves anomalías en el feto. Estos dos supuestos tienen que concluirse con un dictamen realizado por uno o dos médicos diferentes del que va a practicar la intervención. Y, por otra parte, la ley no fija un plazo para abortar en el caso de existir anomalías en el feto incompatibles con la vida, también previo dictamen médico y se precisa la confirmación de un comité clínico. Las mujeres no llegan con cinco meses de gestación a una clínica y abortan porque lo utilizan como método de anticoncepción sin más.

Sobre mis embarazos y también sobre mis abortos, eso que parece que alegremente llevamos a cabo las mujeres de vez en cuando, por ignorancia, gusto o por rebeldía política según parece, escucharé (porque así lo quiero) a los hombres que asumen mejor que algunos políticos que hay decisiones y emociones que nunca acabarán de comprender porque no las han atravesado. Por eso, Pablo (disculpas por el vocativo, porque me cuesta sujetar bien las palabras hoy), si me explicas cosas que sí sé, que sí siento, y que, sobre todo, me duelen, física y psicológicamente, que están adentro de mí, al menos, no me mientas. O entérate un poco mejor cuando intentes convertir tus creencias personales en política. No nos va a bastar con que leas la reseña.

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