A la carga

Si se dan las condiciones, Ciudadanos intentará apoyar a Sánchez

Ciudadanos pretende superar al PP como principal partido de la derecha. Para robarle votantes al PP, ha renunciado a sus principios liberales y ha optado por presentarse ante el electorado principalmente como un partido nacionalista español (hace unos meses hablé de esto aquí).

Esta estrategia sólo puede tener éxito si los votantes de derechas se convencen de que, pase lo que pase el próximo 28 de abril, el partido no pactará con el PSOE ni dará su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez. Ciudadanos lo ha anunciado de todas las maneras posibles (“por activa y por pasiva”, según el latiguillo que utilizan los políticos). Sus líderes y portavoces han presentado al PSOE de Sánchez como un peligro para la democracia, como una fuerza política extramuros del “bloque constitucional”, como un partido cómplice del independentismo catalán. Como exclamó Inés Arrimadas en el debate televisivo, si gobierna Sánchez “¡qué Dios nos coja confesados!”.

El problema es que dicha promesa de aislar al PSOE suceda lo que suceda no resulta creíble. Las palabras son ligeras y se las lleva el viento. Ciudadanos ha dado demasiados bandazos (ha pasado de un tibio liberalismo social a posiciones autoritarias ante la cuestión catalana) y ha traicionado su palabra en demasiadas ocasiones. Quizá la incoherencia más evidente y de más graves consecuencias fuera la decisión de apoyar la investidura de Mariano Rajoy en 2016 pese a que durante la campaña electoral sus líderes habían prometido, en los términos más solemnes y enfáticos que quepa imaginar, que no votarían nunca a favor de Rajoy por su implicación en los numerosísimos casos de corrupción del Partido Popular. Al final, cambiaron completamente de criterio y Ciudadanos se convirtió en el puntal de un gobierno acosado por la corrupción y el abuso de poder.

Un partido que se dio la vuelta con tanta facilidad ante la investidura de Rajoy no tiene credibilidad en la actualidad para persuadir a los votantes de la derecha de que no pactará con Sánchez pase lo que pase. De ahí la desesperada sobreactuación de Rivera y los suyos, llegando al ridículo de presentar al PSOE como un partido antisistema. Si las tres derechas obtienen una mayoría absoluta, Rivera no tendrá dilema alguno: colaborará con PP y Vox. Las dudas llegarán si, como parece probable según las encuestas, las derechas se quedan por debajo de los 176 diputados y PSOE y Ciudadanos suman una mayoría absoluta. En tal caso, Rivera tendrá una tentación fuerte de darse la vuelta como un calcetín, igual que ya hizo tras las elecciones de 2016. Cabe pensar que se aprovechará de la presión de los poderes económicos y mediáticos a favor de un entendimiento entre PSOE y Ciudadanos para ocupar una posición ventajosa en términos de poder y visibilidad política (una opción desde luego más atractiva que quedarse en la oposición con PP y Vox).

Rivera contesta a quienes le llaman "veleta": "En Ciudadanos valoramos las circunstancias, no tenemos dogmas"

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En el fondo, Rivera lo tiene bastante fácil para justificar un cambio radical de su posición política. Se puede presentar ante la sociedad española diciendo algo de este estilo: “No queremos que el PSOE se entregue a los populistas chavistas de Podemos y a los independentistas catalanes supremacistas y xenófobos. Nuestro país no se puede permitir un gobierno así. Pondría en peligro la recuperación económica y la misma unidad de España. A nosotros no nos gusta el PSOE de Sánchez, pero debemos hacer cuanto esté en nuestras manos para evitar su deriva populista. Si pactamos con los socialistas, vigilaremos muy de cerca sus acciones, denunciaremos con contundencia cualquier cesión a los independentistas e impediremos que se negocie la integridad de la nación española. Somos cruciales para salvar a España del permanente chantaje político de los nacionalistas. El país necesita un gobierno estable, que lleve a cabo las reformas que Ciudadanos propugna. Por todo ello, hemos decidido negociar con Sánchez un pacto de investidura”.

En el momento en el que Rivera pronuncie unas palabras parecidas a estas, obtendrá el apoyo de los grandes medios de comunicación y de los sectores más conservadores del PSOE (la vieja guardia felipista, los antiguos guerristas, los barones territoriales). Rivera volverá a aparecer como el político “responsable” que salva a España del peligro populista. Los incentivos de las dos partes, PSOE y Ciudadanos, para forjar una “mayoría moderada” son muy poderosos, como ya advirtió Andreu Mas-Colell en este artículo de hace unos meses. En la encuesta de 40dB para El País, el apoyo de quienes votaron a Ciudadanos en 2016 a un gobierno del PSOE con Ciudadanos es del 43,9% (frente al 46,4% que prefiere PP y Vox); asimismo, entre los votantes del PSOE, una minoría significativa (el 35,6%) quiere ese mismo pacto con Ciudadanos.

Si tras las elecciones PSOE y Ciudadanos suman una mayoría absoluta, Ciudadanos abjurará de su estrategia anterior y se mostrará abierto a negociar con los socialdemócratas. Para un partido tan veleta como Ciudadanos, con antecedentes para todos los gustos, se tratará de apelar a lo que ya hicieron en la primavera de 2016. Metidos como estamos en campaña, esto que estoy describiendo puede parecer altamente improbable, pero me temo que con este partido todo es posible.

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