En Transición

Otra Europa

Un análisis apresurado de los resultados de las elecciones europeas nos deja ya unas primeras conclusiones. En primer lugar, y aunque suene a a tópico, ha subido la participación y por lo tanto gana Europa. No sólo en España, que al coincidir con elecciones autonómicas y municipales como ya pasó en 1999 ha registrado una participación muy superior a los anteriores comicios, sino también en otros Estados miembros que han visto cómo Europa ha movilizado más que en otras ocasiones.

Más allá de los resultados españoles, que confirman los buenos tiempos que corren para el PSOE y las dificultades por las que atraviesan Podemos y el Partido Popular,  una mirada al conjunto del Europarlamento nos dice que salen beneficiadas aquellas fuerzas que claman por otra Europa. Especialmente significativo resulta el incremento de los verdes en Alemania y otros países del norte de Europa, que previsiblemente recoge voto de socialdemócratas y otros progresistas. Algo similar ocurre con el grupo que reúne a las candidaturas de extrema derecha xenófoba, que crece notablemente en detrimento de los Populares.

Jamás unas elecciones solucionaron nada

A falta de poder analizar con más detalle los datos pormenorizados en cada país, parece que se confirma lo que desde análisis y foros distintos se viene insistiendo. Además de reivindicar Europa, los partidos que la han acompañado y sostenido durante estas décadas tienen ante sí el reto de pensar y poner en marcha una Europa que sea capaz de asumir los retos que la globalización y los nuevos tiempos plantean. Vergüenzas como la que muchos europeos hemos sentido viendo cómo se gestionaba la crisis de lo refugiados, o el precio que seguimos pagando de la gestión de la crisis en forma de incremento de la desigualdad no pueden volver a ocurrir.

Se podrá decir que estos grandes grupos que han sostenido la Unión Europea siguen siendo mayoritarios, que Europa ha contenido al populismo, y es cierto, pero la tendencia debería preocupar tanto a ellos como a cualquier demócrata que vea cómo las opciones xenófobas de extrema derecha que niegan los valores europeos y están dispuestos a liquidar desde el interior sus instituciones hayan tenido un aumento significativo.

Especialmente significativa será la posición del PSOE, que se convierte en la delegación más poderosa de la socialdemocracia. Si hace unas semanas los líderes socialdemócratas europeos empezaban a mirar a Pedro Sánchez con la esperanza de encontrar vías para reinventar la socialdemocracia del siglo XXI, a partir de hoy esa mirada será especialmente intensa. Una responsabilidad que el PSOE de Sánchez tendrá que saber gestionar.

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