Qué ven mis ojos

España está bloqueada, quién la desbloqueará, el desbloqueador que la desbloquee, buen desbloqueador será

"Espera a que quienes te hablan se crean lo que dicen, antes de creértelo tú"

Te cambio mi escenario imposible por el tuyo, le ha venido a decir el PP al PSOE: como vosotros no sois capaces de llegar a un acuerdo con Unidas Podemos, porque os separan vuestras diferencias, dejadnos a Ciudadanos, Vox y nosotros, que somos los mismos con diferente bandera, y nos ponemos de acuerdo en diez minutos. Tenemos experiencia, antes blanqueábamos dinero y ahora a la ultraderecha, pero el proceso es básicamente el mismo. Así que desde la calle Génova se grita hacia la calle Ferraz: que se abstengan ellos. ¿Por qué no? Una sucesión de disparates es como una carrera de sacos, gana el que menos se cae, no el mejor corredor.

El problema es que aquí, ni eso, en esta competición la medalla de oro no se la lleva nadie, ni tampoco la de plata, a ninguno le alcanza más que, como mucho, para el bronce, y eso siendo muy generoso. Todos quieren el traje de presidente, pero ninguno da la talla, y eso no sólo lo piensan la gran mayoría de las personas de nuestro país, sino que lo explica de arriba abajo la palabra de moda: bloqueo. El trabalenguas diría: "España está bloqueada, quién la desbloqueará, el desbloqueador que la desbloquee, buen desbloqueador será". Y la pregunta es esa: ¿quién lo va a hacer?

Ciudadanos decía que estaba aquí para regenerar la política española. Y la realidad, que es lo que queda al quitarse las máscaras y levantar las alfombras, demuestra que es un partido que por fuera va de la mano de los neonacionalsindicalistas y bendice la corrupción del PPneonacionalsindicalistas, propiciando que conserve el poder ni más ni menos que en Madrid, la sede de la Gürtel, la Púnica, Esperanza Aguirre e Ignacio González. Y por dentro es una jaula de grillos, una organización con sesgos presidencialistas y totalitarios en la que se purga a cualquier disidente, se extermina cualquier intento de cuestionar al líder o su camarilla, se llama "banda" a quien no baile al ritmo de la megalomanía de Rivera, que se cree de verdad que es el líder de la oposición, cuando todo el que tenga ojos ve que lo es Vox... y en la que hay que secundar por decreto cada uno de los actos circenses de su mano derecha, Inés Arrimadas, cuyo histrionismo te hace pensar si gran parte de lo que ocurre en Cataluña no será debido a sus provocaciones, a su manejo del caos en beneficio propio, cuanto peor para todos, mejor para nosotros. A ver si al final no eran los bomberos, sino el pirómano.

El PP, en su onda, lo aprovecha todo, utiliza hasta el terrorismo como munición, rasgándose las vestiduras porque el PSOE gobierne Álava con la abstención de Bildu cuando ellos, en la época del defenestradito Maroto y después, votaron y en consecuencia pactaron una y mil veces con la misma formación. Que la inenarrable portavoz de los conservadores sea Cayetana Álvarez de Toledo, una mujer sin duda inteligente y muy preparada que, sin embargo, no parece tener más argumento que el insulto y la búsqueda de la polémica, obviamente azuzada desde sus filas –leña al mono, más madera, dales caña– también pone las cartas sobre la mesa y todas ellas pintan bastos.

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Al PSOE parece que el Parlamento le importuna, porque las famosas reglas del juego no le dejan ganar ni por k.o. ni por asaltos, y por eso plantea saltárselas, queriendo obligar por ley a que la fuerza más votada gobierne, con o sin apoyos o pactos, lo cual es vulnerar el mismo espíritu de la democracia. Su desprecio a los aliados con los que podría haber conseguido la investidura es todo un síntoma de cómo funciona la política en nuestro país y del daño que ha hecho el bipartidismo, porque está más claro que el agua que esta gente prefiere perder el poder a compartirlo.

Y queda Unidas Podemos, que esta vez hacía el papel del policía bueno, pero cuyo barco tenía demasiados almirantes y está agujereado por los asuntos internos, las dimisiones, las rupturas, los abandonos, los virreinatos, las traiciones, los motines, las luchas de egos y demás palos en la rueda, que sumados han hecho que perdiese gran parte de su electorado y su poder de seducción. Una cosa es tragarte un sapo y otra darle un beso y que se convierta en príncipe. Y aquí hay dos reyes, pero príncipes no nos quedan.

Así que les oyes hacerse ofertas de cara a la galería y piensas que cómo van a negociar nada, si lo que dicen no se lo creen ni ellos. Más bien se dan por vencidos, arrojan la toalla antes de empezar el combate y su único recurso es el mismo de siempre: que les solucionen el atasco los mismos ciudadanos en cuyo poder de decisión no creen, o lo hacen sólo a la hora de pedirles un voto útil que se merecen más con bé que con uve: que los boten. Visto así, igual la idea del PP sobre el PSOE, que lo intenten con otro que no sea Sánchez, y de éste con UP, que entren en el Gobierno pero no Iglesias, no es tan mala, siempre y cuando se haga extensible a los mismos que la han tenido: que se vayan todos y vengan otros más capaces o, por lo menos, más hábiles.

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