Desde la tramoya

El Paso

En el discurso más importante del año para un presidente de Estados Unidos, el del Estado de la Unión, Trump afirmó que "la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, solía tener tasas de criminalidad extremadamente altas –una de las más altas del país–, y se consideraba una de las ciudades más peligrosas de la nación. Ahora, con una barrera poderosa, El Paso es una de nuestras ciudades más seguras"

Trump mentía de nuevo. Según los análisis de los verificadores o fact checkers, esto no debería sorprendernos. Miente o dice medias verdades una media de 12 veces al día, de acuerdo con la cuenta del Washington Post. En este caso, las estadísticas históricas de la criminalidad en el Paso son contundentes. El Paso es un lugar bastante pacífico en comparación con otras ciudades estadounidenses. Con una mayoría hispana, sus 700.000 habitantes son en general esforzados trabajadores que se buscan la vida dignamente y que, tras pagar sus impuestos, envían lo restante a sus familias al otro lado de la frontera, quizá hasta Guatemala, El Salvador u Honduras.

No, no es cierto que ninguna de las políticas de Trump, y menos aún los refuerzos físicos de las fronteras, o las políticas de devoluciones masivas y separación de familias, hayan traído más seguridad a las ciudades estadounidenses, o más concretamente a El Paso. Es falso.

Pero según todos los indicios, el estúpido chaval de 21 años que mató el fin de semana a 22 personas en un centro comercial de la ciudad, había escuchado las mentiras de Trump. Como el mundo entero, escuchó con seguridad las referencias, cuando decidió lanzarse a la carrera por la Presidencia, a los inmigrantes mexicanos, "violadores" que traen "drogas" y "crimen" a Estados unidos. Habría oído también las decenas de menciones de la "invasión hispana". "Invasión" es la palabra que Trump ha elegido para describir las entradas de inmigrantes sin documentación. La misma que utiliza la extrema derecha en otras partes del mundo, como Vox en España. Santiago Abascal: "Creo que se está produciendo una invasión migratoria en todo Occidente y que esa invasión migratoria está dirigida por oligarquías globalistas muy poderosas y muy bien posicionadas económicamente, en connivencia con la ultraizquierda". Ortega Smith: "No se puede aceptar lo que está haciendo Marruecos, que está favoreciendo esa invasión migratoria desde sus costas".

En 2017 Trump eligió El Paso como lugar en el que experimentar su política de separación de familias. Ante el asombro universal, los niños eran separados de sus padres si se les detenía entrando sin documentación en la frontera. Vimos criaturas de cinco años preguntando entre lágrimas por sus madres o sus padres. Trump y las autoridades volvieron a mentir. Afirmaron que las detenciones bajaron un 64 por ciento, cuando la realidad es que aumentaron exactamente un 64 por ciento, como se explica aquí

Italia y España, parecidos y diferencias

Más tarde, ya en 2019, recuerda Jonathan Blitzer, redactor del New Yorker, en un interesante hilo de Twitter, que Trump empezó a aplicar su política de "Quédate en México" (oficialmente "Protocolo de Protección de Migrantes"), que consiste en tener esperando en la frontera mexicana a aquellos que quieren entrar, hasta que su caso se resuelva en los colapsados tribunales estadounidenses. Eso ha provocado un auténtico desastre adicional en la castigada Ciudad Juarez de México, la hermana pobre y cruel de El Paso. Se calcula que unos 70.000 migrantes, procedentes de la América Latina más desfavorecida y más insegura, están en Ciudad Juárez esperando decisiones que tardan meses en llegar, sin derecho a trabajar.

El estúpido Patrick Crusius, el chaval que acribilló a 22 latinos en El Paso, después de conducir nueve horas desde su ciudad para sacar su rifle de asalto en el Walmart, y que, según parece, incluso publicó en Internet un manifiesto hablando de "la invasión hispana de Texas" y de la necesidad de "deshacernos de suficientes personas para que nuestra forma de vida pueda ser más sostenible", no hacía sino reproducir la retórica fascista de la supuesta "invasión" del extranjero que amenaza nuestra "forma de vida".

No se puede culpar a Donald Trump de los asesinatos en masa, por supuesto. Pero es evidente que su retórica incendiaria, miedosa y falsaria es un factor importante, si no decisivo, en el incremento del temor y el odio, que en nuestros días parece extenderse por Estados Unidos y por el mundo entero.

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