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El fundador de una sociedad panameña del novio de Ayuso gestiona los chequeos médicos de la Comunidad

Qué ven mis ojos

En lo único que se convierte una mentira repetida mil veces, es en una mentira mil veces más grande

"Hacer promesas es gratis, pero incumplirlas puede salir muy caro"

Madrid será una Ítaca de interior, “un lugar donde vivir en libertad, con seguridad, con conciliación de familia y trabajo, con los impuestos más bajos, y con los mejores servicios públicos”, dijo el martes en su discurso de investidura la inminente presidenta de la Comunidad de Madrid, sucesora de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, a las que citó con respeto, y prometió que hará un Gobierno liberal y la mayor bajada de impuestos de la historia de la capital. Eso sí, lo dijo alguien que ni paga el IBI ni parece que el Ayuntamiento se lo vaya a reclamar. Y dice su socio prioritario, Ciudadanos, que de momento la va a poner en el puesto pero que luego ya si eso. Luego es si se demuestran las irregularidades de Ayuso en diferentes casos de presunta corrupción, por ejemplo al aceptar la donación de dos pisos que eran de su familia y que esta puso a su nombre cuando las deudas les llegaban al cuello, lo que en caso de confirmarse sería un delito de alzamiento de bienes. También la acusan los medios de comunicación de tener intereses en una empresa que pidió cuatrocientos mil euros a Avalmadrid, participada por la comunidad y, cómo no, Bankia, y que a los tres meses de recibirlos dejó de pagar a sus trabajadores. La interesada ha declarado que ella es otra, que quien fue antes ya no tiene nada que ver consigo misma. Igual ha inventando el desexistencialismo, un nuevo sistema filosófico que permite borrar a la carta el pasado, reescribir sus páginas y cambiar de identidad como quien muda la piel. O sea, lo que técnicamente se llama impunidad y se conoce, hablando en plata, como irse de rositas. En cualquier caso, las evidencias y la documentación hechas públicas hasta hoy, no le han parecido suficiente motivo para ponerla en cuarentena a sus avalistas, Vox y el partido de Rivera y Arrimadas, que sigue a la deriva en su viaje hacia la ultraderecha y en esto como en casi todo lo demás ha dicho diego donde dijo que venía a regenerar nuestra política, cuando se ve a las claras que su única función es hacer de poli bueno de Abascal y compañía y afianzar en el poder al mismo Partido Popular de la Gürtel, la Púnica, la Taula y así hasta sumar trescientos ochenta y siete casos de corrupción, que propiciaron un saqueo de ciento doce mil millones de euros contra España y todas y todos los españoles sin que, hasta la fecha, lo hayan asumido, dado que siguen manteniendo la teoría de los casos aislados, ni tampoco hayan devuelto lo que han robado a manos llenas. “Restaurante La Naranja Azul, se sirven ruedas de molino”. Mal negocio, porque dijeran lo que dijeran los nazis, en lo único que se convierte una mentira repetida mil veces, es en una mentira mil veces más grande.

La candidata propuesta por el PP y apoyada por las otras dos patas del taburete de la derecha, será inocente hasta que se demuestre lo contrario, naturalmente, igual que se rumorea que lo somos cualquiera, aunque eso parezca algo tan difícil en este mundo de linchamientos digitales y juicios paralelos que nos ha tocado en suerte; pero de entrada, no parece la mejor opción posible que la Comunidad Autónoma de Madrid siga en las manos en que ya estaba, porque son las de alguien que parece venir del mismo sitio que sus antecesores y haberse dedicado a imitarlos. Entre otras cosas, porque la música puede parecer otra, pero la letra se parece, y la letra pequeña es la misma: más neoliberalismo, más privatizaciones, más enseñanza concertada que debilite la pública, y otro tanto de lo mismo con la sanidad. Eso es lo que decía entre líneas el discurso de la candidata, que hablando de los derechos LGTBI, una de las dianas a las que más le gusta disparar a los cargos de Vox, obsesionados con meterse en la cama de la gente como siempre hacen las mentalidades totalitarias, dijo que luchará “contra la discriminación y violencia que todavía sufre”, pero no que la sufre, en parte, gracias a las consignas e ideas de algunos de sus socios, por cierto, antiguos compañeros de la calle Génova. ¿O es que esta gente de Vox ha crecido en los árboles? Que todavía haya quien se sorprenda de que se entiendan tan bien es de una ingenuidad realmente conmovedora.

Ayuso sentenció que “liberalizar y flexibilizar es tener menos gobierno y más sociedad”. El problema es que eso nunca lo ha hecho su partido y menos aún lo va a hacer ahora, estando en manos de quien está. Y Ciudadanos, bailando la conga al final de la boda.

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