¡A la escucha!

Prueba a sonreír

En muchas casas llevamos toda la semana repasando pantalones, comprobando cuánto han crecido nuestros hijos en verano, viendo qué uniformes sirven y cuáles ya se han quedado pequeños, marcando las cosas con el nombre y el curso, comprando material escolar, carpetas, zapatos, confirmando que la mochila del año pasado sirve y da para un año más (eso supone una dura negociación con el afectado o afectada, pero señores, ¡hay que ahorrar!). La liturgia de forrar libros es lo único que ha desaparecido de esta rutina de los días previos a la vuelta al cole, al menos para mí (cada vez se pierde más, los soportes electrónicos nos han ahorrado esa parte y yo, sinceramente, me alegro) pero han dejado los mismos nervios en el estómago por el reto de estrenar curso, de volver a las aulas, de ver a los amigos y de corroborar que ahora, sí que sí, el verano se ha terminado.

En casa tenemos las dos versiones: la del que está deseando volver, aunque por delante tenga un curso muy duro, difícil, el último de su etapa escolar y el del que lleva días inquieto porque cambia de ciclo, empieza nueva etapa y la sensación de seguridad que da lo ya conocido, al menos las primeras semanas, no la va a tener. Sí, empezamos secundaria con cambio de cole/instituto y los nervios de qué pasará, qué amigos haré o no haré sobrevuelan cada conversación que se refiere a esta vuelta al cole. Y aunque sabes, o confías, en que todo irá bien, no dejas de tener cierta preocupación por cómo le irán esos primeros días.

Y sin querer ponerme tremendista hoy quiero hablarles de esto precisamente. Estos días conocíamos datos de acoso en las aulas, en este caso de un estudio realizado en 20 centros catalanes, y los datos asustan: uno de cada cinco chicos y chicas admiten que han sufrido acoso escolar o en las redes en algún momento de su etapa escolar, es el conocido como bullying o ciberbullying. Situaciones que se acaban convirtiendo en algunos casos en crónicas, que derivan en aislamiento, depresión, bajo rendimiento escolar, actitudes agresivas y que hay que detectar cuanto antes para poder atajarlas. Amnistía Internacional nos daba un tirón de orejas precisamente por no tener mecanismos efectivos para poder combatir de una forma rápida este tipo de casos. Y propone mecanismos a los que puedan acudir los adolescentes y los menores, que sean anónimos, algo fundamental para que muchos puedan vencer el miedo a denunciar, que dé herramientas a docentes y centros para tomar medidas. Pero ahí estamos, sin saber muchas veces detectar nada, llegando demasiado tarde o intentando ocultarlo porque “esto aquí no pasa”.

Hace unos días me enviaban un mensaje que circula en redes y que ha difundido el rapero Arkano. No es nuevo, pero su altavoz ha servido para recordar que el bullying es cosa de todos. El mensaje va dirigido a ellos, a los chavales, a los jóvenes y a los niños, pero también a los padres. Les pide que si estos días de vuelta al cole ven a alguien batallando por hacer amigos, o que está siendo molestado porque no los tiene, o simplemente porque es tímido (éste es nuestro principal problema en casa, la timidez) o porque no va vestido o vestida a la moda, “¡Hazte presente!”.

Pide que al menos le digas “hola”, lo saludes, o simplemente le dediques una sonrisa por los pasillos. El día que aprendamos lo poderoso que puede ser sonreír a los demás, los conozcas o no, avanzaremos de verdad como sociedad. No somos conscientes de los miedos e inseguridades que vuelan a nuestro alrededor, ni somos consciente de los sufrimientos de la gente que nos cruzamos pero sí deberíamos aprender el poder que tiene una mirada, del poder de la empatía. ¡Cuántos nubarrones y agujeros negros podríamos cambiar con una sonrisa!

Así que les propongo afrontar esta vuelta al cole así, con una enorme sonrisa, de oreja a oreja, que les dé seguridad a ellos y a nosotros. Y que ayude a tender una mano para quien lo necesite. ¿Probamos?

Más sobre este tema
stats