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Desde la casa roja

Instrucciones para subdesarrollar una ciudad

1. Fulmine las medidas medioambientales del Gobierno anterior y cree las suyas propias. No pretenda parecerse a ciudades como París, Londres, Roma o Lisboa, con extensas áreas restringidas y de bajas emisiones. Usted restrinja siempre un poco menos. Quédese un paso más atrás. Las decisiones ecológicas y ambientales se utilizan como arma arrojadiza en épocas electorales. Intente crear confusión sobre las restricciones de tráfico, por ejemplo, y la libertad de los ciudadanos. Pruebe a convencerles de que un buen atasco nocturno es parte de la identidad de una ciudad libre que sale a cenar de madrugada. Tampoco quiera parecerse a Ámsterdam, Berlín o Bruselas: sus votantes (o sus votantes perdidos) no van ni irán en bicicleta.

2. Elimine toda herencia cultural para crear un agujero en el registro histórico que lleve al olvido. Borre la memoria histórica de la ciudad. Cierre oficinas de Derechos Humanos y Memoria. Genere siempre caos en la gestión de las culpas y las víctimas. Señale cualquier movimiento de reparación de la memoria y el daño como pura intención de reabrir heridas cerradas. Los nombres de las calles que se pusieron en dictadura, puestos están. Esta es la idea: ¿quién gastaría una moneda de las que no tiene en remover el pasado? No tome de ejemplo a sociedades que han hecho un buen ejercicio de memoria para resolver sus conflictos y reconciliar el futuro de sus pueblos. Usted no quiere parecerse a Alemania.

3. Corte la emisión y financiación de los medios de comunicación públicos. Cierre escuelas y emisoras de radio local. Arroje en Twitter cifras descontextualizadas de cuánto dinero costaba mantener la emisora y diga de sus trabajadores que son personas sin méritos que fueron favorecidas por otras. ¿Qué ciudad puede querer tener una radio-escuela cultural municipal? La suya, no. ¿Quién puede creer que los trabajadores de un medio de comunicación públicos no estén ideologizados? Usted no. Las televisiones regionales también tienen un fin. Si la cadena hubiera recuperado parte de su prestigio después de años al servicio de los sucesivos Gobiernos de la región, será cuestionada. Ningún medio contribuirá al fomento del pensamiento crítico que potencia la cultura. No aquí.

4. Censure a ciertos artistas en fiestas locales. Muy clásico para precisar explicaciones.

5. Las fiestas locales serán las fiestas tradicionales según su creencia e ideología. No importa que la Constitución diga que ninguna religión tiene carácter estatal, dé por hecho y nunca se plantee que a todos los ciudadanos lo que les gusta es celebrar el diciembre católico. Por eso, aunque Gobiernos anteriores (incluidos los de su propio partido) hubieran tomado medidas medioambientales para recortar el gasto en electricidad o contaminación lumínica durante las Navidades o tal vez para que sea compatible la celebración navideña con la vida de la ciudad, olvídelo: iluminará las calles como usted considera que merecen sus ciudadanos. Instalará belenes en más lugares y alumbrará más barrios. La cabalgata de Reyes será la Tradicional Cabalgata de Reyes. Sus aliados políticos le indicarán cómo debe celebrarse una fiesta religiosa, serán claros: “como Dios manda”.

6. Nunca regule los precios del alquiler de su ciudad aunque tenga el precio medio más alto del país. “Eso son cosas de la URSS”, diga.

7. Nunca pronuncie: “Soy feminista” y mucho menos “patriarcado”. Pero aprenda estas palabras para referirse a la igualdad y la justicia entre hombres y mujeres: “ideología de género” y “feminismo del 8 de marzo”. Permita que una de las primeras cosas que hagan sus compañeros en los distritos sea retirar las pancartas contra la violencia de género que había en algunos edificios municipales.

8. Porque los símbolos son lo primero. Retire todo tipo de banderas que favorezcan la integración. Nada de “refugees welcome”; y las banderas de arcoíris, con discreción (no se deje ver por las actividades de los días del Orgullo). En cambio, deje claro de qué reino es su ciudad capital, que puede no estar claro, con nuestra bandera: una y grande. Las patrias, claras. Defienda los símbolos por encima de todo, incluso, por encima del futuro del pulmón del planeta y delante de unos niños más concienciados que usted con las prioridades mundiales.

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