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¡A la escucha!

Reflexionando

Jornada de reflexión, jornada en teoría para asimilar lo escuchado durante esta semana (o durante los dos últimos años más bien, que es lo que realmente ha durado esta interminable campaña) y decidir qué vamos a hacer mañana, si ir a votar, si no, a quién, con qué expectativas… Tranquilos que no voy a hablarles de política, sino a lo que invita esta jornada, al hecho de pararnos durante un día y reflexionar.

Hace año y medio, un profesor de universidad alemán, cansado y con cierto hartazgo de impartir las mismas clases durante los últimos 10 años, decidió dejarlo todo y buscar un sitio que de verdad invitara al pensamiento y al debate de ideas. Buscó comprar un espacio abierto, miró en Francia, miró en su Alemania natal, pero nada se ajustaba a su presupuesto. Hasta que vio un anuncio de la venta de un pueblo entero en Galicia. Por el módico precio de 170.000 euros se compró toda una aldea, ruinosa, sí, abandonada desde hace muchos años y con una necesidad imperiosa de que llegara un ejército de albañiles, carpinteros, fontaneros, electricistas y todos los gremios posibles, pero un espacio que, sobre todo, invitaba a empezar de cero.

La bautizó The Foundry, Aldea Ferrería en español, y lo ha convertido en un refugio de intelectuales y de sus musas. La estancia de momento es gratis y a cambio, quien se hospeda allí, tiene que echar una mano en la reconstrucción de las casas. Cree que en un espacio así, quien tenga inquietud por componer un disco, escribir un libro, debatir con otros intelectuales fuera de los encorsetados muros de instituciones o universidades, logrará aislarse del ruido diario y poder encontrar esa inspiración.

Su idea es una de las muchas que surgen para recuperar esa España abandonada de la que tantas veces hablamos. En su caso, la quiere llenar de gente y de ideas, de música, de poesía, de literatura, de debate, de pensamiento.

La historia de este alemán cayó en mis manos la semana pasada y pensé que, porque me pilla lejos, pero creo que es el lugar perfecto para perderse este fin de semana y pararse a pensar dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Llevamos demasiado tiempo a un ritmo insano de sobresaltos y decepciones, de mensajes y eslóganes fáciles, rápidos de consumir y que funcionan bien pero vacíos de ideas y de contenido. Demasiado tiempo viendo un escenario pintado con discursos que se han convertido en el trampantojo de la política y que da igual que se descubra el engaño, porque no pasa nada y todo sigue igual.

Nuestro amigo el profesor alemán sigue allí, en su aldea por rehabilitar esperando a todo aquel que llegue cargado de ilusión. Su próximo proyecto es crear un teatro y un cine y avisa, lo de la estancia gratis se va a terminar pronto. Se está planteando ya cobrar un precio simbólico por huésped. Pero es optimista: en agosto pudo celebrar su primer evento desde que llegó en marzo de 2018. Una semana entera dedicada al pensamiento figurado. Fue a modo de prueba, cuenta en su blog, sin apenas publicitarlo, pero cree que es un buen comienzo y ya está pensando en repetirlo el año que viene. Así que, si está cansado de la rutina, de esta eterna campaña, de oír siempre lo mismo, ya sabe: hay una aldea en Lugo en la que lo único que tiene que hacer es reflexionar, pensar, crear y disfrutar de una discusión intelectual de nivel. Apetecible, ¿no?

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