¡A la escucha!

¿Y si...?

La vida consiste en elegir. En tomar decisiones, en ir por el camino A o por el B, blanco o negro, salir o entrar, pescado o carne, pasillo o ventanilla, arriesgar o seguir como estamos, sentado o de pie, café o té, sonreír o gritar... Y muchas veces haces esa elección de forma impulsiva y otras muchas analizando los pros y los contras, las debilidades o fortalezas de cada opción, asumiendo toda la responsabilidad de lo que esa decisión pueda suponer o acarrear. Y siempre te queda la duda, una vez tomada la decisión, de ¿qué hubiera pasado si?…”¿Y si…?”.

Bueno, pues ahí va una obviedad que a veces se nos olvida: los aciertos o los errores no son siempre propios. En muchas ocasiones no depende de nosotros el haber tomado el camino correcto: las circunstancias, el entorno, nos limitan.

Hace unos días leía que unos investigadores han descubierto que el curso del río Nilo era mucho más antiguo de lo que se creía. Con ayuda de la Nasa han estudiado durante meses los sedimentos del río más largo de África buscando respuestas a preguntas que seguían en el aire: ¿por qué el curso del Nilo nunca había variado? ¿qué edad tiene ese río? Lo normal es que, con el paso de los años, la geología del terreno, los cambios estacionales, las sequías, las inundaciones, alteren los cursos de los ríos. Excepto en el caso del Nilo: sus aguas llevan ¡30 millones de años haciendo el mismo recorrido! (Hasta ahora se pensaba que eran 6 millones).

Pero lo sorprendente del hallazgo no es su longevidad, sino que esa invariabilidad ha condicionado la historia, la vida, el destino de millones y millones de personas. La civilización egipcia logró ser una de las más prósperas gracias a las riberas del Nilo. Sus continuas inundaciones crearon nuevos métodos de agricultura, propiciaron nuevos cultivos que ayudaron al desarrollo del comercio, de asentamientos y de ciudades más ricas. Lo normal, dicen los expertos, es que con el paso del tiempo el Nilo hubiese girado su curso hacia el oeste. Eso hubiese permitido a tierras secas y áridas haber sido mucho más fértiles hace miles de años, y eso antes, y me temo que en un futuro también, determinaba y determinará el desarrollo y la supervivencia de las personas. Tener agua cerca era vital hace miles de años, y lo sigue siendo hoy. Y al paso que vamos, más aún. Así que un capricho geológico (por lo visto un manto profundo del núcleo de la Tierra es el que lo ha mantenido invariable durante 30 millones de años), ha cambiado la historia para siempre. Y mientras, durante todo este tiempo, miles, millones de personas, se han esforzado y han tomado otras millones de decisiones buscando mejorar su vida. Cuando en realidad era el manto profundo de la tierra, una especie de cinta transportadora dicen los expertos, la que estaba decidiendo por ellos.

Es un tanto simplista plantearlo así, lo admito, pero la metáfora me viene al pelo para explicar mucho de lo que estamos contando estos días. Muchos se preguntan qué hubiera pasado si lo firmado, acordado y dicho esta semana se hubiera dicho, firmado y acordado hace unos meses. ¿Y si…? Bueno. Esta vez sabemos qué ha pasado, cuáles son las consecuencias de no haber tomado el camino A sino el B. No se trata del tiempo o el dinero perdido, se trata de asumir la responsabilidad de lo decidido. Bueno, pues aquí estamos. En esa cinta transportadora del manto de la política, dejándonos llevar de nuevo. El curso del Nilo no ha cambiado en 30 millones de años. El nuestro está por ver si lo hace ahora.

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