¡A la escucha!

La soledad de un banco

A Mercedes la soledad le pesa. Cada día se levanta sola, desayuna sola, se viste sola, sale a pasear si el tiempo de Bilbao lo permite sola, vuelve a casa y cocina sólo para uno, porque no hay nadie a quien invitar. Ve la tele sola, echa la siesta sola, merienda si tiene ganas sola, y así deja pasar la tarde hasta la cena, que volverá a hacer sólo para un comensal, porque a cenar, tampoco vendrá a verla nadie. Y así un día, tras otro, tras otro... Mercedes tiene 88 años, no tiene hijos, ni hermanos, sí tiene sobrinos, pero casados, con familia y van a verla muy de vez en cuando. La soledad mata, asegura ella. La soledad es la peor compañera cuando te haces mayor, la que más pesa, la que más duele, la que te hace sentirte más viejo y más aislado. Las horas vacías duelen, dice Mercedes, más que los años, más que la artrosis, más que las dolencias físicas. La soledad te va comiendo, asegura.

Y es curioso porque mientras Mercedes se lamenta de no tener a nadie con quien compartir su día a día, su estatua, hiperrealista, se ha hecho famosa en Bilbao y en España. Su expresión cabizbaja, con la mirada perdida, con un reloj en la mano, ha conmovido a mucha gente. Transmite efectivamente tristeza, soledad, y curioso, somos así, su estatua ha sido acariciada, tocada, retratada cientos de veces en esta semana, mientras la Mercedes real sigue igual de sola.

Aquí alguna vez ya he hablado sobre esto, sobre cómo nuestro tipo de relaciones está tejiendo una sociedad hiperconectada, con miles de contactos y con conversaciones en la red con gente que vive en el otro lado del mundo, pero, en cambio, nos encamina hacia un aislamiento y una soledad que asusta. El caso de Mercedes es el de muchos otros ancianos a los que la vida, la muerte de tu compañero, los años, han ido dejando solos. Cinco millones de personas viven así en España, dos millones son mayores de 75 años. Pero ellos no son números. Tienen nombre.

'Best regards'

La estatua de Mercedes es parte de una campaña de sensibilización y visualización de una realidad que está en nuestras ciudades. Que la vemos todos los días, pero que la ignoramos. Es curioso porque ver una señora sentada en un banco no es extraño. Ha sido la quietud de esa mujer la que ha llamado la atención. Cuando grabamos la estatua de Mercedes, el jueves pasado, con más de un curioso acercándose a la figura, tocándola, no muy lejos, dos bancos más allá, en el mismo parque, había un hombre, con su capucha, solo también, haciendo un crucigrama sin que nadie reparase en él.

El gran reto de este siglo va a ser afrontar el mayor envejecimiento de la sociedad. Cada vez viviremos más, con mejor salud probablemente, pero quizás también, más solos. La estatua de Mercedes es parte de un proyecto de la Fundación BBK que se va a poner en marcha a partir de 2020 y que tiene varias líneas de actuación, como la detección de personas aisladas, atención personalizada y algo que me ha llamado poderosamente la atención: una escuela para prevenir la soledad. Desde la Fundación no han dado muchos más datos, la primera acción estaba centrada en llamar la atención con esa escultura de Mercedes. Pero rastreando he localizado otras medidas puestas en marcha en otros países. En Plymouth, en Reino Unido, un colegio de secundaria ha abierto su comedor para que un jubilado de 86 años coma con los chavales, al menos cuatro veces por semana. Vive cerca de la escuela, profesores y vecinos le conocen, es un rostro conocido del barrio dicen. Hace 6 años se quedó viudo y la soledad, como a Mercedes, le iba matando poco a poco. Dice que ama el ruido, la compañía, estar con gente. Ir al colegio y sentarse a la misma mesa que los alumnos o los profesores le da la vida. Tiene gente con la que compartir lo que le ha pasado ese día, gente también a la que escuchar, incluso si alguno es listo, sabrá pedirle consejo.

Es una solución a medida, desde luego, pero activada porque alguien detectó que este hombre, Cyril, andaba demasiado tiempo solo y necesitaba compañía. Hay mil soluciones seguramente igual o más ingeniosas que plantear para este problema, nosotros somos una sociedad de vivir en la calle, de barrio, de conocernos, de saludarnos, aunque lo estemos perdiendo. Se trata simplemente de abrir los ojos y la mente y de buscar soluciones. Que no venga una estatua a recordarnos que la soledad está sentada en el banco del parque.

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