¡A la escucha!

'Best regards'

Reino Unido se va. Ya no hay vuelta atrás, ya no hay segundas oportunidades ni planes B. Se aleja y se entierra la posibilidad de que se convoque un segundo referéndum porque, realmente, estas elecciones no eran tanto para elegir un nuevo primer ministro sino prácticamente para decidir si seguir adelante con los planes de Johnson para sacarles de Europa de aquí a un año. Y esta vez no se puede decir que a los británicos les han engañado (como ocurrió con la campaña del Brexit, plagada de mentiras reconocidas después por los propios políticos). No se puede decir que no sabían lo que votaban. En esta ocasión han ido a las urnas conociendo qué supone marcharse de Europa, qué consecuencias va a tener, los riesgos o ventajas que tendrá para su economía, sus relaciones comerciales, sus negocios, lo que pierden y lo que ganan dejando la Unión Europa. Es cierto que la mayoría aplastante de Boris Johnson no se traduce en un apoyo mayoritario del país al Brexit.Brexit El porcentaje de votos que han recibido los conservadores es muy parecido al porcentaje de votos que recibió en 2016 el sí a decir bye bye a Europa. Pero el sistema electoral británico ha favorecido a los tories y desde luego ha demostrado que el voto táctico que pedían algunas formaciones para reforzar las posiciones del 'no' a los planes de Johnson no han funcionado.

Pero lo más dramático de todo esto es, no ya que se vayan, que lo es, sino que deja un país dividido, entre ciudades y zonas industriales y ojo, un país dividido generacionalmente: cuando se desgrana el voto por edad se ve claramente que los menores de 44 años han votado mayoritariamente laboristas y a partir de esa edad, el voto conservador es la opción que más apoyos gana conforme se van cumpliendo años. Los jóvenes no quieren irse y los mayores parecen hartos de seguir en Europa.

Desde Bruselas el viernes casi se respiraba con alivio: se acabaron las prórrogas, se acabaron las negociaciones con gobiernos débiles y atados de pies y manos para sacar adelante acuerdos que se tumbaban después en el parlamento. Ya saben que lo que diga o firme Johnson en Bruselas será lo que después vote y diga sí Westminster. Y en cierto modo, es desbloquear una situación que ralentizaba y paralizaba todo lo demás. "No es el fin de nada sino el principio de una buena relación entre vecinos", decía la nueva presidenta de la comisión el viernes. El divorcio era seguro, no había segundas oportunidades y cuanto antes se firmen las condiciones, mejor.

'Sinhogarismo'

Pero tenerlo claro con los números no significa tenerlo claro en lo emocional. El viernes, frente al 10 de Downing Street, en la puerta de la casa de Johnson, se vivieron momentos de tensión entre partidarios y detractores del Brexit. Unos gritando "fuera Johnson", otros "adiós Europa". La Policía hacía lo que podía para contenerlos, y la imagen desde luego era de lo más gráfica: en una acera unos, contenidos por un cordón policial, y al otro lado, en la otra acera de la calle, los otros. Y todo esto con las luces de Navidad poniendo la nota de color: entre los partidarios de quedarse había banderas de la Unión Europea decoradas con luces de Navidad parpadeantes. Como si señalaran el camino de salida.

A Johnson le quedan muchos frentes que resolver. El de Europa lo ha solventado, pero aquí en casa (escribo todavía desde Londres), Escocia amenaza con irse, en Irlanda del Norte no gusta nada el acuerdo firmado por Londres con Bruselas, y tiene un sistema de salud, el NHS, que necesita reformas, personal y medios para evitar más colas de espera e imágenes terribles como la que veíamos esta semana de un niño tirado en el suelo de urgencias esperando durante horas una cama para ser atendido. Según The Guardian, 5.500 personas han muerto desde 2016 por esperas como la de este pequeño, esperas que se prolongan entre 6 y 11 horas para que te den una cama en urgencias.

Johnson prometió frente al 10 de Downing Street que la mayoría que le habían dado las urnas le liberaba para sacar adelante el Brexit y ponerse a trabajar en todo esto, en salud, en educación, en comunicaciones, en los asuntos domésticos metidos en un cajón durante más de tres años porque de lo único que se ha hablado aquí es del Brexit. Bueno, esperemos que sí. Desde luego, la imagen de él frente al atril, eufórico, dando las gracias por la victoria y con el árbol de Navidad detrás, quedará para la historia. El regalo de Navidad de los británicos ha sido... Brexit.Brexit

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