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La gente de izquierdas lee más que la de derechas

Observando las cifras de venta de libros, podría parecer que el título de este artículo va mal encaminado. Los mayores éxitos editoriales en el ensayo político los acapara la derecha. Piénsese en Memoria del Comunismo, de Federico Jiménez Losantos, que lleva vendidos más de 60.000 ejemplares; o en Imperiofobia y leyenda negra, de María Elvira Roca Barea, con más de 100.000 (aunque hay que tener en cuenta que Imperiofobia ha interesado también a los viejos socialistas, de Felipe González a Josep Borrell). Haciendo memoria, es posible mencionar a otros cuantos autores derechistas capaces de vender decenas de miles de libros, como Pío Moa, César Vidal o, en fechas más antiguas, Ricardo de la Cierva.

Cuesta encontrar en la izquierda algo similar; quizá el único autor de grandes éxitos sea El Gran Wyoming, cuyo libro No estamos locos superó los 100.000 ejemplares, aunque era un libro ligero, de denuncia pero con notas de humor, de fácil lectura en cualquier caso comparado con los volúmenes sesudos de cientos de páginas de Jiménez Losantos o Roca Barea. A mucha distancia de Wyoming cabe mencionar a autores como Daniel Bernabé, Juan Carlos Monedero o Vicenç Navarro, posiblemente los más populares en la izquierda, pero claramente por debajo de sus equivalentes derechistas.

¿Hay base para concluir que la derecha es más lectora que la izquierda? ¿Podría ser que la izquierda lea menos porque es más hedonista, o porque, dada su superioridad moral, considera que no tiene necesidad de seguir formándose, o porque no tiene recursos económicos para comprar libros?

En realidad, un análisis sumario de los datos sobre lectura confirma que el título de este artículo es correcto: por muchos superventas que publiquen los autores de derechas, la gente de izquierdas lee más que la de derechas. Para demostrarlo, he examinado el barómetro 3142 del Centro de Investigaciones Sociológicas (de 2016), en el que se pregunta a una muestra de 2.400 ciudadanos por el número de libros que leen al año. Antes de analizar las respuestas en función de la ideología, permítanme que les resuma telegráficamente la distribución de lectura: el 40% de los españoles dice no leer un solo libro al año, un 39% lee entre 1 y 5 libros y un 21% más de cinco libros. He eliminado del cálculo a un pedante que declaraba leer 400 libros al año, no porque yo tenga manía a los pedantes, sino porque alteraba un poco la media. Aun así, quedan en la muestra once individuos que dicen leer entre 100 y 200 libros al año; son tan repelentes que me habría gustado eliminarlos también del análisis, pero me ha parecido excesivo desde un punto de vista científico.

Pues bien, el siguiente gráfico muestra el número de libros leídos al año según la ideología del entrevistado, izquierda (posiciones 1-4 en la escala), centro (5-6) y derecha (7-10):

En la derecha abunda más que en la izquierda la gente que no lee nunca. Y en la izquierda hay bastante más lectores voraces (los que leen más de cinco libros al año) que en la derecha. El centro, como siempre ocurre, pues para eso es centro, está entre medias. Las diferencias se producen en las dos opciones extremas (0 libros / más de 5); en la categoría central (lectura de 1 a 5 libros) los porcentajes por grupo ideológico son idénticos.

Podría pensarse que la ventaja lectora de la izquierda se debe a otros factores, como el género, la edad, la educación o los ingresos, de tal manera que cuando se tienen en cuenta estos factores, las diferencias ideológicas se evaporan. Pero en un modelo multivariable en el que se introducen todas esas variables, el efecto de la ideología sigue siendo significativo. Se trata de un efecto débil, pero no despreciable: por término medio, una persona de derechas lee 1,3 libros menos al año que una persona de izquierdas.

Para los lectores con gusto por la estadística, les dejo el siguiente gráfico, en el que puede verse el efecto de la ideología sobre el número de libros leídos al año teniendo en cuenta la educación, el sexo y la edad:

Estos resultados son coherentes con los de mi investigación sobre el uso de las tarjetas black por parte de los consejeros de la antigua Caja Madrid. Allí pude demostrar que los consejeros del PSOE tendían a usar la tarjeta black con fines culturales, mientras que los consejeros de la derecha gastaban en joyas y flores.

Me gustaría subrayar que esta diferencia lectora entre la izquierda y la derecha se observa en casi todos los países de Europa occidental; una excepción curiosa es Gran Bretaña, donde la derecha lee más que la izquierda (datos de Eurobarómetro 67.1 de 2007). De cualquier modo, en España, al igual que en el resto de los países mediterráneos, se lee bastante menos que en los países del norte.

Permítanme que termine regresando al principio de este artículo. Si la izquierda lee más, ¿por qué los éxitos de ventas de los libros políticos corresponden a autores de derechas? Sólo se me ocurre una respuesta: porque los lectores de izquierdas prefieren la literatura al ensayo. Esto puede suceder por dos motivos: o bien porque la gente de izquierdas se cree que ya lo sabe todo, o bien porque los autores de izquierdas son muy pelmazos. Como los datos no son lo suficientemente detallados para investigar este asunto, les dejo con la duda.

***

Nota metodológica: el análisis multivariable se basa en un modelo de regresión binomial negativa del número de libros leídos al año, en el que se incluyen el sexo, la edad, la educación y la ideología. He realizado estimaciones incluyendo también los ingresos, pero esta variable reduce la muestra considerablemente y, además, no es significativa. En el modelo, el sexo es significativo (las mujeres leen más que los hombres), la educación también lo es (lógicamente, a mayor educación, mayor lectura), pero no así la edad.

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