PORTADA MAÑANA
Ver
El fundador de una sociedad panameña del novio de Ayuso gestiona los chequeos médicos de la Comunidad

¡A la escucha!

Atontándonos poco a poco

Puede que alguna señal ya hubiéramos percibido, que algunas de las cosas que vemos cada día lo corroboraran y no supiéramos identificarlo y que el nivel del debate público de los últimos años fueran la evidencia que buscábamos, pero ha sido un estudio el que lo ha puesto negro sobre blanco, con toda su crudeza: cada vez somos menos inteligentes.

La caída es brutal en las últimas 4 décadas. Hasta más o menos 1975 el coeficiente intelectual había ido creciendo progresivamente año tras año. Nada más terminar la Segunda Guerra Mundial los estudios detectaron lo que denominaron el “efecto Flynn”. La curva era ascendente en prácticamente todos los países occidentales. La necesidad de ser mejores, de crecer, de crear, fue una especie de motor para nuestro intelecto. Las circunstancias nos retaron intelectualmente y eso fue todo un aliciente para mejorar en parámetros como cálculo, pensamiento, vocabulario o razonamiento visual. Pero algo empezó a fallar a partir de los años 80 porque poco a poco los estudios corroboran que la curva empezó a ser descendente y que sí, suena duro decirlo, cada vez somos más tontos.

Somos incapaces de realizar cuentas sencillas mentalmente, o apenas podemos concentrarnos plenamente en una sola tarea. Y si lo piensan, es cierto que hemos generado una sociedad hiperactiva, que pasa rápidamente de una actividad a otra, en la que hay poco espacio para la reflexión, para el sosiego, para la pausa. Todo lo queremos ahora, y lo queremos de una forma efímera. Pocas cosas son ya para siempre. Y la pregunta que se estarán haciendo seguramente es ¿y por qué hemos llegado hasta aquí? ¿Qué factores han hecho que cada vez perdamos más coeficiente intelectual?

¿Regalo? ¿Donación?

Los expertos descartan que las causas sean genéticas y sí más de entorno, de nutrición, comemos peor y ojo, aquí está una de las claves, también hay causas culturales. Cada vez leemos menos, los sistemas educativos han cambiado y hay un elemento que ha revolucionado nuestras vidas, nuestra forma de aprender y de trabajar: las nuevas tecnologías. Han facilitado determinados procesos hasta el punto de que hemos dejado de practicarlos. ¿Quién se pone a hacer una división de 4 dígitos teniendo a mano la calculadora? Los expertos creen que ya no trabajamos igual y que incluso, ya no aprendemos igual. Las nuevas herramientas tecnológicas logran que memorizar determinados nombres, listados, fórmulas, ya no sean imprescindibles para desarrollar un tipo de tarea.

Y aquí es donde los expertos creen que quizás, la forma en la que se medía cuánto de inteligentes éramos hace 100 años, no puede servir para medir cuál es nuestro coeficiente intelectual de ahora. Quizás los test de memorizar números, palabras no sean los más fidedignos para determinar si hemos evolucionado a mejor o a peor. Es nuestro único elemento al que agarrarnos para no echarnos a llorar: echar la culpa a los test, decir que se han quedado caducos. Es nuestra única esperanza para no deprimirnos y pensar que nuestros padres, nuestros abuelos, fueron mucho más inteligentes (yo estoy convencida de que sí).

Yo insisto en que cada día nos encontramos ejemplos de que quizás, hemos ido a peor. Puede que nos ayude la definición de inteligencia que ha hecho una de las expertas que ha elaborado este estudio. “Es una práctica multifactorial que representa tu habilidad mental para sobrevivir en la sociedad”. Habilidad mental para sobrevivir en la sociedad. Va a ser algo que vamos a tener que trabajar mucho, desarrollar habilidades suficientemente inteligentes para que la ola no nos supere. Ánimo.

Más sobre este tema
stats