Telepolítica

Covid-19: saber qué hacer, comunicarlo y hacerlo con disciplina

La emergencia sanitaria provocada por el coronavirus se superará desde la acción conjunta en cuatro territorios esenciales:

1. Que el sistema sanitario pueda actuar sin bloquearse.

2. Que las decisiones políticas atiendan con eficacia los requerimientos de los técnicos especializados.

3. Que los consejos e indicaciones necesarios lleguen claros y directos a los ciudadanos.

4. Que la sociedad actúe con disciplina, responsabilidad y espíritu colectivo.

El número de personas contagiadas en España por el Covid-19 y el número de fallecidos por complicaciones derivadas de la infección siguen creciendo. Aseguran los expertos que aumentarán significativamente antes de alcanzar su punto máximo. Explican que la gravedad del Covid-19 no es tanto la enfermedad en sí misma como el peligro de que su rápida extensión derive en un caos colectivo y en el bloqueo de todo el sistema sanitario que debe encargarse de la atención médica a los casos más graves. La serenidad no es que sea un alivio frente a la emergencia sanitaria, es una de las herramientas indispensables para solventarla.

Las medidas que las administraciones públicas están tomando tienen un fin primordial: evitar un exponencial contagio del Covid-19 que haga imposible su control. Cerrar colegios y universidades, recurrir al teletrabajo, limitar los espectáculos públicos, suspender las Fallas o las procesiones de Semana Santa no curan el virus, pero evitan su propagación explosiva. Son medidas preventivas que contribuyen a no colapsar los servicios sanitarios. Si el coronavirus se propagara poco a poco durante estos meses no plantearía un serio problema.

Directo | La Generalitat confina a la población del área de la Conca d'Òdena (Barcelona)

Directo | La Generalitat confina a la población del área de la Conca d'Òdena (Barcelona)

Sin la colaboración ciudadana no es posible resolver la emergencia a la que nos enfrentamos. A diferencia de otros problemas de sensibilización social, en esta coyuntura se nos ha explicado cómo debemos actuar. De momento, debemos hacer exactamente lo que nos recomiendan las autoridades. La dificultad reside en que es indispensable que todos colaboremos conjuntamente. Nos aconsejan evitar las concentraciones multitudinarias. Nos piden que extrememos las medidas de higiene. Nos suplican que si notamos síntomas similares a la gripe evitemos el contacto con otras personas y avisemos a los teléfonos indicados. Nos ruegan que no acudamos por nuestra cuenta a los hospitales, donde si llegamos a bloquearlos acabaremos por contagiarnos en una sala de espera repleta de personas con síntomas de la enfermedad. Nos recomiendan que no sigamos los absurdos mensajes y mentiras que inundan las redes sociales. Nos insisten en que no propaguemos rumores o bulos sin confirmación oficial. Nos explican que estemos atentos a todas las indicaciones que nos facilitan los responsables públicos y las sigamos con plena confianza.

La comunicación es uno de los sectores que más ha cambiado en los últimos años. El intercambio de información se ha abierto, se ha democratizado, pero también se ha descontrolado. Ahora mismo, en el mundo es más perjudicial el exceso de información no fiable que la falta de acceso a conocer lo que ocurre. Estos días, las tertulias, los medios y las redes están repletas de opiniones, análisis, digresiones absolutamente prescindibles. Aún más, su efecto acumulativo acaba por ocultar la auténtica información trascendente. Sobran juicios de valor individuales y cuesta encontrar indicaciones claras e indiscutibles de lo que debemos hacer cada uno desde nuestra particular posición.

El coronavirus pasará y en el futuro vendrán nuevas epidemias y pandemias. Lo explican todos los científicos. Aprenderán además de todo lo acaecido y mejorarán los métodos de trabajo y asistencia. Valoremos su capacitación y respetemos su trabajo. Ahora bien, no despreciemos la capacidad destructiva de la estupidez colectiva. Gran cantidad de grandes tragedias de la humanidad tienen como causa principal la capacidad del hombre para su autodestrucción. Deberíamos preocuparnos tanto por nuestro comportamiento social como por el propio virus.

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