Diario de una confinada

Consejos de un marino

Raquel Martos

El pasado 15 de marzo, cuando tan solo llevábamos un día de confinamiento oficial, un marino vasco llamado Andoni publicó una serie de consejos en Twitter basados en su experiencia para ayudarnos a sobrellevar la prueba que comenzaba.

Me encontré con este “hilo” –es así como se conocen secuencias de tuits que versan sobre un mismo asunto– y lo compartí inmediatamente con mis seguidores en la red y con familia y amigos a través de otros canales. Alguien acostumbrado a permanecer “meses sin poder salir del centro de trabajo”, como decía en su primer mensaje, era un faro estupendo para navegantes primerizos como nosotros.

Han pasado veintidós días desde que cerramos la puerta por dentro de casa, los afortunados, los que podemos decir que continuamos a salvo, de momento… Y hoy he decidido repasar aquel hilo con la experiencia de tres semanas de marinería.

En realidad no llego ni a marino de imitación, total, qué son veintitantos días de encierro casero comparados con meses de barco. Lo único en lo que mi experiencia, la de todos nosotros gana en dureza, es porque ahora lo daría todo por estar rodeada de agua y no por enfermedad, miedo, dolor y muerte.

Revisando el utilísimo hilo de Andoni, lo primero que me encuentro es el consejo con el que él abría su argumentario. Me lo grabé a fuego desde el primer día: “busca qué hacer”.

Este consejo, he de decir, que antes de él me lo dio la comandante de mi barco familiar, mi madre. La patrona ochentera se marca una agenda de obligaciones diarias que ni Ursula Von der Leyen. A las nueve de la noche suele decirme que está muy cansada, como para no estarlo, me agoto yo de escuchar todo lo que ha hecho…

Mi madre sigue una frase de la suya: “hay que matar el tiempo o el tiempo te mata a ti”. Me parece magistral. Con las frases lapidarias de mi abuela, analfabeta hasta los dieciocho, habría podido arrancar Wikiqote. Si eran propias o aprendidas de otros me da igual, la cuestión es que Isi hablaba poquísimo, pero siempre que abría la boca era para decir algo interesante.

Volviendo al hilo de Andoni, que pierdo el ídem… El segundo consejo que nos daba el marino vasco era no aislarse. Él mismo señalaba la contradicción que implica no aislarse en pleno aislamiento, pero por lo que vemos, muchos han, hemos decidido poner en práctica esa idea. Videollamadas múltiples, antes lo solucionábamos todo con un “tenemos que vernos”, saludos de balcón a balcón, antes solo nos encontrábamos en las juntas de vecinos de la comunidad para hablar de la bajante…Incluso hay músicos que se han conocido gracias al aislamiento y han tocado juntos desde sus respectivos confinamientos. Brian May, por ejemplo, se chifló por un músico de Palencia, Daniel Acebes “El Chelista”, vio la grabación que este hizo encima de un video de May y acabaron intepretando a dúo el Keep Yourself Alive.

El hilo de Andoni es muy interesante, recomiendo su lectura y sí, todo lo que dice es aplicable a esta prueba emocional que va en un carril, el del aguante del encierro sin más. Para lo que va en paralelo, el tremendo sufrimiento, me temo que tampoco él tiene respuestas porque, perdón por insistir, nunca habíamos vivido nada parecido.

Quiero darle las gracias a este marino, al que no conozco, porque en la vida hay dos opciones, ser generoso o no serlo y él eligió la primera. Le llevaría un rato ordenar, escribir y compartir su experiencia, pero valió la pena. A veces, en las redes sociales, los hilos son peroratas e incluso cadenas de insultos, hay a quien le faltan caracteres para dejar salir todo el detrito que lleva dentro…

Más que un hilo, lo que nos lanzó Andoni fue un cabo para que tuviéramos algo a lo que agarrarnos, para no ahogarnos en unas aguas que no conocíamos, las del encierro, ahora ya vamos entrenando.

Desde que comenzó esta pesadilla tengo la costumbre de dar las gracias, cada noche, a los que desde su puesto, desde donde les haya tocado estar, lo dan todo para atender, para cuidar, para ayudar, para empujar, para animar.

El aplauso desde mi ventana va para el personal sanitario, claramente, pero las gracias que dejo en las redes sociales cada noche, las que recito mentalmente como una oración, van para más gente, para todos y cada uno de los que, en estos días, ponen lo que tienen a disposición de los demás, los que optan por sumar. Porque cada día es más difícil, cada día tenemos todos más razones para desesperarnos y una forma de expresarlo es disparar, pero ese no es un cabo al que agarrarnos, el odio nos hunde hasta el fondo.

A mi rubia se la llevó ayer el puto virus. Lo último que me dijo era claro y cristalino, como sus ojos: lo único importante es el amor. No hay palabras, hoy solo música.

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