¡A la escucha!

Cuando todo esto pase...

Helena Resano

Cumplimos tercera semana de confinamiento, tercera semana sin salir de casa y sin saber muy bien cuándo terminará esta pesadilla ni cómo despertaremos de ella. Cuesta mucho imaginar cómo será todo después de, cómo será ese primer día, si habrá más sonrisas que lágrimas, si echaremos a demasiada gente de menos. Si al recontarnos nos faltarán demasiados alrededor. Sea como sea, lo que sí parece seguro es que, volvamos cuando volvamos, nada será igual.

Los adioses pospuestos

Los adioses pospuestos

Muchos de los negocios de nuestro barrio no podrán volver a levantar la persiana. Amigos a los que hasta ahora veíamos trabajar sin descanso necesitarán que les echemos una mano porque su sector tardará en recuperarse. Y quizás, cuando pregunten a nuestros hijos qué quieren ser de mayores, dejen de decir que famoso o futbolista y contesten que médico, enfermero o investigador sin que nadie los mire con condescendencia, pensando que son unos ingenuos y que con esa profesión no llegarán muy lejos. Espero que esto sea algo de lo que cambie cuando todo esto pase. Con eso ya me conformaría.

Mi hija, 17 años, con un pie en la universidad, en ese año infernal que es segundo de Bachillerato, lleva meses soñando con empezar la carrera de Biomedicina. No hay mucha oferta, es una carrera relativamente nueva, que cabalga entre la medicina y la biología. Su vocación es investigar, le apasiona la biología, hablar de la célula, de cómo se comportan las proteínas, de cuál es la respuesta de una célula enferma o de cómo es el sistema inmunológico. Sinceramente a mí todo me suena a chino pero sólo verle la pasión con la que lo cuenta, me sirve. Hasta hace 3 semanas muchos le decían que con esa carrera mejor que pensara en irse fuera, que aquí tenía poco futuro, que la investigación biomédica en España era un campo maltratado, sin apenas subvenciones públicas y con pocas salidas. Nunca le ha desanimado ese futuro tan negro. Lo único que lamentaba es que para cuando ella llegara a ponerse la bata blanca, "mamá, pocas enfermedades quedarán para encontrar una nueva cura". Esa frase la hemos repetido mucho estos días. La realidad le ha abierto los ojos. No se trata sólo de curar enfermedades que ya existen, se trata de estar preparados para las que no conocemos. Y quienes hace nada le miraban con lástima por haber elegido una carrera sin mucho futuro ahora le animan a seguir con su vocación. Las salidas profesionales, a día de hoy, siguen siendo las mismas, pero espero, deseo, que las prioridades políticas y económicas sean otras tras esta pandemia. Y que gobiernos e instituciones entiendan de una vez que invertir en investigación es invertir en futuro, en futuro social y futuro económico. Porque sin salud no hay economía. Lo estamos viendo estos días.

El mundo se ha parado por un virus. Las economías de todo el mundo se han hundido. La globalización también era esto. También era sumar esfuerzos por entender que sin expertos en salud no es posible avanzar en nada. Estos días me he enterado de que los investigadores temían que esto llegara antes o después, lo habían bautizado como el Big One (como el gran terremoto que se supone que sacudirá la costa Oeste de Estados Unidos). Temían que un virus sacudiera al mundo y que no nos pillara preparados. Bueno, pues parece que ha ocurrido. Ni siquiera teníamos el material básico para defendernos. Nos pilló desarmados. Pues ya hemos aprendido la lección, espero. Y no hay tiempo que perder para rearmarse y prepararse para la siguiente etapa.

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