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Diario de una confinada

Lo que nuestras casas ya no esconden

Raquel Martos

Ahora que estamos encerrados en casa, exceptuando a los que no tienen más remedio que trabajar y a esas personas de las que usted me habla que se saltan el confinamiento, se nos están viendo más que nunca las interioridades, paradójico.

Muchos abrimos cada día las ventanas para aplaudir y retiramos las cortinas que habitualmente nos mantienen a salvo de las miradas de enfrente. Yo, por ejemplo, en ese desnudo de solidaridad, reconocimiento e inyección de ánimo de las ocho, soy la que enseña el tendedero interior. Decorativo no es, pero da fe de que en esta casa lavar, se lava mucho, incluso más que cuando salíamos a la calle, aunque todo sean uniformes de confinamiento, eso sí.

En los informativos de la tele el plan es: repaso diario del dolor –aunque no nos lo contaran estaríamos al tanto, todos tenemos casuística de sobra y de cerca, para saber que el puto bicho es un asesino–, avance de cómo nos vamos poco a poco por la pendiente de la recesión y para cerrar animan los espíritus con la fuerza de los balcones.

Antes, el broche de los telediarios lo decoraban con Ángeles de Victoria Secret desfilando, ahora los ángeles son enfermos que salen de UCIS, abuelos que desfilan con mascarillas y ojos vidriosos celebrando que han burlado a la muerte y gente corriente haciendo performances en los balcones que un mes atrás serían impensables.

Otra interioridad doméstica destapada es la de las ruedas de prensa telemáticas de algunos políticos. Unos y otros conectan desde sus confinamientos y vemos en algún informativo o en internet, sesiones de multipantalla cuya estética es similar a una de las cabeceras más parodiadas de la historia de la tele, La tribu de los Brady. Mi querido compañero de fatigas radiofónicas, David Cervelló me hizo reír con el paralelismo. Gracias, David cada risa es un mundo…

Hace unos días se hizo “famosa” la pequeña Martina que interrumpió a su padre, periodista, justo cuando este estaba formulando una pregunta a Inés Arrimadas. Martina acababa de hacer una “M” y quería darle la primicia a papá.

Y ayer, durante la comparecencia de Arrimadas ante la prensa para dar su valoración de la reunión con el presidente del gobierno, su perrita Suiti se puso a ladrar.

Ayer también, durante mi conexión diaria en Julia en la Onda, mientras intervenía, se conectó la tele de mi salón a un volumen inesperado. Tuve que aprovechar un corte de sonido para salir corriendo a apagarla…

Cuando trabajas en casa es casi imposible evitar que en algún momento lo doméstico se mezcle con lo profesional y resulta cómico por lo mucho que nos descoloca, porque en parte perdemos el disfraz, se nos caen las cortinas y nos quedamos en cueros tal y como somos.

Seguramente, por fieles que seamos a nuestra identidad, todos somos un poco diferentes dentro y fuera de casa. Quizás en algunas cuestiones mostremos lo mejor de nuestras caras en público y dejemos nuestras manías en la mesilla de noche y en otras, por el contrario, saquemos la cara de Bull terrier para asustar y marcar territorio en la jungla, cuando en el sofá somos cachorritos que solo mordemos calcetines… quizás.

Esta experiencia mortal, pero también vital, la recordaremos por muchos motivos desgarradores, pero habremos almacenado experiencias que en otro caso, difícilmente, se habrían llegado a producir. “¿Os acordáis de cuando se nos metía la vida real en el trabajo?”

La tribu de los Brady era una sitcom setentera que contaba las aventuras de una familia formada por una pareja y los respectivos hijos de sus anteriores relaciones, o sea, una precuela de Los Serrano, que llegarían a nuestras vidas muchos años después. Lo que ocurrió en Los Serrano, espero no darles la primicia, fue un sueño de Resines y confesemos: ¿Cuántas veces al día soñamos con un final similar para esta pesadilla?

No, no hay final de ficción que pueda mejorar la realidad tozuda, cuando esto acabe habremos perdido mucho, algunos casi todo, pero tendremos algunos destellos de estos días, por ejemplo, la M de Martina.

La canción de hoy es una ventana por la que entra la luz. “Agapimú” Ana Belén y Ojete Calor.

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