Muros sin Fronteras

¿Estamos preparados para la segunda ola del covid-19?

Ramón Lobo

Aún no sabemos demasiado del covid-19, un territorio complejo. Menos aún los periodistas, los tertulianos y los políticos, pese a nuestros esfuerzos en disimular. Tampoco sabían los expertos en las primeras semanas. Es un virus nuevo, carecíamos de defensas y de información. Algunos de los expertos se han comportado como economistas, es decir, personas capaces de realizar análisis acertados sobre cualquier asunto pasado. Estamos en un territorio ignoto que requiere paciencia, disciplina y constancia.

No había planes de contingencia, como reconoció con sinceridad el ministro Pedro Duque. No los había en casi ningún país fuera de Asia, la que mejor ha reaccionado (además de Australia y Nueva Zelanda). Muchos países asiáticos tienen experiencia en los dos anteriores coronavirus y en la llamada gripe A. El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero fue previsor en aquella ocasión. Compró millones de vacunas contra la gripe A. Después no fueron necesarias. El PP también atacó sin piedad, algo frecuente cuando está en la oposición.

Quienes más han aprendido en estas semanas de lucha son los médicos que libran una partida de ajedrez contra el virus. Este vídeo es un chute de optimismo.

Europa y EEUU han pecado de exceso de confianza, algo insólito cuando fueron víctimas de la mal llamada “gripe española”, que mató en 1918 a cerca de 50 millones de personas en todo el mundo. Aquella tragedia no dejó memoria pandémica ni el aprendizaje de los mecanismos adecuados de reacción. Los científicos llevaban años insistiendo en el riesgo de una pandemia similar a la de 1918. La presencia del covid-19, un alevín comparado con aquella, no cancela el riesgo de que pueda surgir otro virus más letal. Estamos sentados sobre un polvorín vírico gastando miles de millones en armas.

La Comisión para la Creación de un Marco Mundial de Riesgos Sanitarios para el Futuro (GHRF en sus siglas en inglés) --formada por un grupo de expertos internacionales independientes convocados en 2016 por la Academia Nacional de Medicina de EEUU-- cuantificó en un 20% las probabilidades de padecer cuatro o más pandemias en los próximos cien años.

El GHRF pidió 4.000 millones de dólares anuales a los gobiernos y a las grandes instituciones filantrópicas privadas para prepararnos para el desafío. Había cuatro áreas de inversión prioritaria: profesionales de la salud pública (equipos de protección, salarios y formación), sistemas de vigilancia de la enfermedad, redes de laboratorios capaces de reaccionar ante una pandemia y colaboración entre los países.

¿Qué se hizo? Nada. Bueno, sí: Donald Trump despidió el equipo creado por Barack Obama, que era a su vez heredero de otros iniciados por Bill Clinton y George W. Bush.

¿Quién estuvo en aquellas reuniones de 2016 en nombre de España? ¿Pasó algún informe de lo hablado al Gobierno de entonces? ¿Qué medidas tomó el Ejecutivo de Mariano Rajoy? ¿Se discutió el asunto en algún nivel de la administración? ¿Hubo simulacros de emergencia para detectar los fallos? ¿Se invirtió dinero en los campos propuestos por el GHRF?

¿Cuál ha sido el recorte en gasto sanitario público en España en los últimos 10 años? ¿Se han reducido los salarios y la calidad de los contratos? ¿Se han reducido las camas? ¿Cuántas UCI? Cuando el PP habla de gasto sanitario evita añadir el adjetivo “público”, porque ese gasto ha favorecido al sector privado en la sanidad, sobre todo en Madrid y Valencia, las comunidades que arrastran más casos de corrupción. ¿Se hablará de esto en la comisión parlamentaria que tanto desea la oposición y teme el gobierno?

El PP pretende convertirla en un campo de minas, en una venganza de la comisión del 11-M de la que salió trasquilado. El gobierno de Pedro Sánchez tratará de minimizar su responsabilidad en el retraso en la toma de decisiones en las primeras semanas del covid-19. Por compartidos que sean los errores, no dejan de serlo. Reconocer fallos es el primer paso de mejora.

No esperen una comisión eficaz, dispuesta a investigar las causas de nuestra desprotección y de proponer mejoras urgentes. Sería lo más inteligente porque habrá más pandemias sin fecha de emisión ni de llegada.

El director del Center for Disease Control and Prevention (CDC) de EEUU, Robert Redfield, cree que la segunda ola del covid-19 podría ser peor que la actual. Lo dijo el 22 de abril. Luego se matizó un poco ante el enfado de Trump, que solo piensa en la economía porque es donde se juega su reelección.

El inmunólogo Anthony Fauci dijo el martes que EEUU debe prepararse para un mal otoño y un mal invierno. Nosotros, también. La segunda ola llegará en septiembre u octubre. La tesis de los científicos es que a un virus virulento le sigue una segunda ola más suave. Sucede también al contrario. La primera ola de la gripe española fue suave; la segunda, demoledora. Es la que mató a millones de personas. Fue más grave porque el virus mutó, y porque muchos se habían precipitado en la desescalada. Están los ejemplos de San Luis y Filadelfia para quien quiera estudiarlos.

Se supone que la segunda ola del covid-19 será más suave. Deducimos que esta es la fuerte. Pero si tomamos como referencia la pandemia de 1918, el número actual de contagiados y fallecidos por covid-19 es irrisorio comparado con los 50 millones de muertos de hace más de un siglo. Veremos qué pasa en octubre, más allá de entrar en las especulaciones.

¿Cómo se están preparando el Gobierno de España y las distintas Comunidades Autónomas para contener la segunda ola? ¿Se van a comprar o fabricar respiradores en previsión de que sea más fuerte que la primavera? ¿Cuántos serían necesarios? ¿Se está haciendo algo para mejorar la respuesta con los test? ¿Cuántos Equipos de Protección Individual son necesarios? ¿Cuántas mascarillas y guantes? ¿Qué planes de actuación existen para las residencias de ancianos? ¿Qué hemos aprendido de lo vivido hasta ahora? Son preguntas que también deberían responder Isabel Díaz Ayuso y otros presidentes autonómicos.

Siempre nos quedará Barbra Streisand para poner las cosas en su sitio: “No me mientas” (vale para Trump, a quien está dedicada, para el Gobierno español y para la oposición). Ya tenemos himno para las elecciones del 3 de noviembre de EEUU. Algo es algo.

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