LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Especulación en el infierno: los intermediarios inflan los precios en medio del caos y la muerte de Gaza

¡A la escucha!

De inmunidad de rebaños y de algo más

Helena Resano

Si hay un rebrote no será porque se ha contagiado apenas un 5% de la población sino porque no hemos sido capaces de mantener las distancias y medidas de seguridad durante esta desescalada. Es la advertencia de Fernando Simón. Esta semana hemos descubierto que apenas un 5% de españoles ha estado en contacto con el virus. Un dato que, como todo en estas últimas semanas, ha servido como argumento para una nueva bronca política. Son pocos los contagiados porque se han hecho bien las cosas, son pocos los contagiados porque no se ha hecho un estudio de seroprevalencia en condiciones. Si es o no buen dato lo dirán los epidemiólogos, los que saben, y también el tiempo.

Pero el estudio, que por cierto es muy parecido en datos al del resto de los países de Europa, nos sirve para desmentir una de esas leyendas urbanas que hemos escuchado y repetido estos días. Seguro que se lo han oído a amigos o familiares: “Yo estoy convencido de que lo he pasado y no me he enterado”. Sí, ¡hasta yo lo he dicho! Pues no. Muchos creíamos que éramos de ese grupo de asintomáticos que han pasado la enfermedad sin enterarse: sin fiebre, sin tos, sin problemas para respirar. Pero los datos nos dicen que ni de lejos. Que no somos tantos los asintomáticos, que el virus sigue ahí, que ni de lejos hemos logrado la anhelada inmunidad de rebaño y que esto, señores, va para largo. Para muy largo.

Llevamos toda la semana hablando de desescalada, viendo cómo en algunas provincias reabren bares o negocios. Y viendo algunas imágenes y escuchando algún político, diciendo que parece que lo peor ha pasado y no es así. Y es peligroso creerlo. Lo peor no ha llegado y, efectivamente, como dice Simón, que lo peor no llegue nunca dependerá de la responsabilidad individual de cada uno.

No se trata ya de qué nos prohíben hacer o no. No sé si el término correcto es prohibición, limitación o protección. Cada verbo tiene una carga ideológica según se utilice. Insisto, da igual quién nos diga qué hacer o cómo hacerlo. La responsabilidad recaerá en nosotros. Que todo esto sirva de algo, que podamos avanzar o retroceder, será en gran parte de cómo asumamos la responsabilidad individual cada uno, en cada fase, en cada movimiento. Podemos ir a pasear y a hacer deporte, sí, pero no con los amigos. Podemos salir a comprar, sí, pero no todos los días. Podemos dejar a nuestros hijos salir con la bici, pero no para que queden con sus colegas. Quienes están en Fase 1 pueden tomarse algo en una terraza, pero no hacer botellón. Podemos hacer muchas cosas, pero debemos hacerlas bien, por nosotros y por los demás.

Una reflexión. Si con sólo el 5% hemos sufrido el colapso de los centros hospitalarios y han muerto más de 27 mil personas, ¿se imaginan qué habría pasado si ese porcentaje fuera de un 10, un 15 o un 20? Lo que nos jugamos por tanto es mucho. Alcanzar esa inmunidad del 60/80 por ciento de la población, la situación en teoría ideal para hablar ya de control de la pandemia, se antoja muy lejana. Queda mucho camino por recorrer y la vacuna, la dichosa vacuna, la que en teoría neutralizaría todo esto, va a tardar en estar lista. Como poco año y medio, según las previsiones de la Agencia Europea del Medicamento. La OMS ha alertado de que el virus va a quedarse mucho tiempo con nosotros, puede que incluso nunca desaparezca. Y mientras no llega la vacuna, todo dependerá de nosotros. De cada gesto individual pensando en la colectividad. Actuar no por miedo a lo que nos pueda pasar a nosotros, sino por responsabilidad de lo que podamos provocar en el resto. Con ese espíritu asumimos el confinamiento, nos concienciamos de que así era la única forma de parar esto.

Bueno, pues hay que rebuscar en aquella determinación para seguir adelante. Para encontrar también la paciencia suficiente para saber esperar y para avanzar un pasito más. Nada va a ser fácil. Nada. Y hay situaciones personales complicadas: autónomos que no pueden aguantar mucho más con la persiana cerrada o padres que no saben cómo van a hacer para ir a trabajar si sus hijos siguen el próximo curso en casa con clases online. Será ahí cuando sí podamos pedir responsabilidad a quienes nos gobiernan. Ahí deberemos exigir que el Estado como tal nos apoye, pero mientras, tendremos que asumir que mientras el virus siga aquí seremos nosotros los únicos capaces de pararlo.

Más sobre este tema
stats