¡A la escucha!

¿Cómo será la vuelta al cole?

Sin clases presenciales. La Universidad de Cambridge ya ha dicho que el próximo curso no abrirá sus puertas. La educación online se prolongará hasta el verano de 2021. No hay otra, dicen, si no quieren volver a tener que improvisar un nuevo método en mitad de curso. Prefieren no jugársela y ya han lanzado el aviso a todos sus alumnos. En marzo, cuando empezó el confinamiento en Reino Unido, tuvieron que buscar deprisa y corriendo una solución para acabar el curso. Ahora, saben que el año que viene el covid-19 seguirá con nosotros y la posibilidad de un nuevo confinamiento es tan real que han decidido tomar la decisión ya. Toda una ventaja para los alumnos que tienen que renovar el alquiler de su piso para el curso que viene o buscar un alojamiento los que tienen previsto empezar carrera o hacer un intercambio durante el próximo año. Y toda una ventaja también para los profesores para poder planificar sus clases, sus tutorías, sus prácticas. Repensar cómo se establece la relación profesor-alumno y repensar también cómo se crean foros de reflexión en unos espacios virtuales. Cambridge abre el camino y seguramente muchas más seguirán su ejemplo. No hay otra.

Una previsión que aquí se echa de menos. Estamos a punto de terminar el curso, el más extraño de toda la vida escolar de nuestros hijos y también para los que somos profesores y todavía no sabemos ni cómo vamos a hacerlo, ni cómo volverán y volveremos a las aulas el curso que viene. Nos hablan de borradores, de propuestas, unas más viables que otras, pero nada concreto y eso genera cierta inquietud, entre profesores y entre padres. Si finalmente se establecen aulas reducidas, con la mitad de los alumnos, y se alternan con clases online, ¿cómo se organizan esos padres que no podrán quedarse en casa? Habrá alumnos que tengan más recursos, mejor conexión, un ordenador sólo para ellos y no compartido con sus tres hermanos, y por tanto podrán seguir las clases y hacer los deberes. Otros, en cambio, no tendrán ni conexión ni ordenador. ¿Qué hacemos entonces? ¿Esos alumnos estarán siempre en el aula y el resto no? ¿Qué pasa con los comedores escolares, con las rutas, con las prácticas? ¿Cómo pueden organizarse esos centros que no tienen espacio, que todavía siguen con barracones incluso?

Pero antes de todo eso, lo más urgente: ¡¿Cómo cerramos este curso?! En algunos niveles está claro, pero ¿y con los alumnos que terminan ciclo, los que tienen el examen de acceso a la universidad? No saben todavía dónde lo harán, si podrán ir a clases de refuerzo antes de esa prueba. Son alumnos que llevan más de dos meses intentando no perder el hilo de lo que están dando. Ya era un curso complicado como para que pase esto. Y encima, se juegan, en igualdad de condiciones, en teoría, su acceso a la universidad con alumnos que o bien han podido ya ir a clases antes que ellos (todos los que vivan en aquellas comunidades que estén en Fase 2 podrán regresar a las aulas) o con alumnos a los que directamente les han suprimido esa prueba porque estaban cursando Bachillerato Internacional o con alumnos que no han podido tener clases online porque sencillamente ni su centro ni sus profesores estaban preparados. Falta información y falta una norma común. Y es urgente que se aclare porque no queda tanto tiempo. Y muchos se están jugando su futuro, dónde estudiarán y con quién se formarán en la etapa más crucial de su vida.

Las universidades necesitan también preparar planes alternativos, adaptar la metodología, los contenidos, a una educación que puede ser exclusivamente online. Puede que no sea necesario, pero puede que sí. Y eso necesita también de información clara y de tiempo. No podemos “apañar” de nuevo algo. Unos meses vale, pero un curso entero no es viable. Así que es urgente que desde el Ministerio se concrete todo esto. Y por cierto, ya que estamos, aprovechemos la oportunidad para adaptar la forma de enseñar: no puede ser que nuestros hijos sigan estudiando exactamente igual a como lo hacíamos nosotros. Ahí lo dejo.

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