Muros sin Fronteras

Trump, el virus y Margaret Atwood

Ramón Lobo

Nada es imposible bajo Donald Trump. Cualquier escenario, por distópico que parezca, podría ser real en unos meses. Hemos rebajado tanto el listón de lo extraordinario que todo parece normal. El presidente de EEUU utilizará cualquier instrumento, legal o no, para permanecer en el poder, gane o pierda las elecciones del 3 de noviembre. Como asegura este texto publicado en Salon, “todos sabemos que se prepara para robar las elecciones, pero no sabemos cómo lo hará”. Será difícil robarlas, pero también lo será que acate el resultado y entregue el poder a su sucesor a mediodía del 20 de enero de 2021.

Trump se siente por encima de la ley desde que en febrero superó el impeachment (proceso de destitución). Las evidencias de abuso de poder de las que fue exonerado por la mayoría republicana del Senado son una minucia comparado con lo que ha venido después. Quiere gobernar por decreto para esquivar el control del Congreso. Por eso ha pedido ayuda a John Yoo, el abogado que sentó la base jurídica con la que George W. Bush trató de justificar la legalidad de la tortura en su guerra contra el terror. No es exagerado afirmar que la democracia está en peligro en EEUU. Cada día que pasa, más.

Las imágenes que encabezan este texto son un anticipo de cómo sería un segundo mandato de Trump. La utilización de agentes federales enmascarados en vehículos no identificados en la represión de un movimiento pacífico es más propia de un Irak invadido que de un Estado de derecho. Más que detenciones son secuestros sin lectura de derechos. La actuación federal ha generado más protestas. Resulta perfecto para el presidente, porque su objetivo es incendiar la calle y generar miedo. Trump trata de asegurarse el voto blanco que no tiene garantizado. Acumula problemas en todos los frentes.

En esta otra imagen de Portland, podemos ver a Chris David, un veterano marine que aguanta en pie los golpes de los agentes. Se ha convertido en un símbolo de la resistencia. El origen de todas estas protestas es el racismo estructural en la policía en EEUU, expuesto en la muerte de George Floyd en Minneapolis, la última gota de un problema histórico.

El presidente felicitó a las tropas por su actuación y amenazó con usarlas también en Chicago, Nueva York y otras ciudades dirigidas por alcaldes demócratas, a los que llamó de “izquierda radical”. Este es el lenguaje que desplegó en su discurso previo a la fiesta del 4 de julio en el Monte Rushmore (Dakota del Sur), un lenguaje divisivo propio de un dictador.

Ha encontrado una puerta legal trasera para enviar policías especiales vestidos como tropas de combate llegadas de Afganistán a las ciudades en las que se producen protestas. La oposición inicial del jefe del Estado Mayor y del Pentágono le hizo abandonar la idea. Para actuar sin permiso de los gobernadores, ha desempolvado una ley de 1807, la Insurrection Act, pensada para defenderse de los ataques de las tribus indias, no para que un presidente campe a sus anchas para vender su eslogan de “Ley y orden”. En este enlace, la BBC lo explica bien.

Las encuestas apuntan a una derrota de Trump el 3 de noviembre, tanto en el voto popular, que ya lo perdió con Hillary Clinton en 2016, como en compromisarios, que es lo que cuenta en una elección presidencial indirecta. Para los demoscópicos más viciosos les recomiendo este enlace de Real Clear Politics, un buen sitio para informarse del panorama general y de las batallas en los estados clave: Wisconsin, Michigan, Iowa, Carolina del Norte, Florida, Arizona y Pensilvania, en los que se decidirá la presidencia salvo sorpresas. Aunque tiene poco margen no debemos descartar el milagro. Los demócratas, tampoco. Su as en la manga es la aparición de una vacuna Only American con la que pueda vender la ilusión de que todo ha pasado, más allá de su eficacia médica. Es probable que las primeras vacunas sean como las mascarillas y los test falsos de marzo.

Les recomiendo esta entrevista, realizada el pasado domingo, por el gran periodista Chris Wallace en Fox News (no todo es basura en esa cadena ultra) en la que le pone en apuros.

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Aquí tienen la entrevista completa.

En la entrevista, Trump rechazó comprometerse a respetar el resultado. Su objetivo, si resulta derrotado, es denunciar un fraude por correo y llamar a sus seguidores a la defensa de la Casa Blanca. Es verdad que tampoco se comprometió en 2016, pero esta vez está dentro.

Para cambiar la tendencia de las encuestas ha reactivado las ruedas de prensa del covid. En ellas no estarán los científicos ni los médicos. No están diseñadas para informar, solo son un escenario para que Trump dé su mitin diario plagado de sus mentiras y medias verdades. En la primera, ha sorprendido al reconocer que lo peor está por venir y que el uso de la mascarilla es necesario. Es típico de él, jugar a todas las bazas para poder afirmar, “ya lo dije yo”. No pregunten de dónde saca las ideas Pablo Casado. El 3 de agosto faltarán tres meses para las elecciones. Estamos en el momento más peligroso. Feliz Navidad por si no llegamos.

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