“Feliz es quien logra disfrutar de lo que tiene sin dejar de luchar por lo que desea”
La próxima vez que nos veamos ya será agosto, el tiempo de la felicidad y el descanso, la época de la alegría para tantas personas y de los buenos negocios para el turismo. Pero no será así este año, porque nada es igual bajo la amenaza del coronavirus y con el cielo lleno de espadas de Damocles en lugar de estrellas. En un abrir y cerrar de ojos, la realidad se ha vuelto irreconocible, en lugar de cambiar de mes hemos cambiado de era y todo es otra cosa, desde las relaciones personales, llenas de abrazos prohibidos, mascarillas quirúrgicas y desconfianza, hasta el lenguaje, que siempre es el primero en adaptarse a lo nuevo e incluso a lo desconocido: ahora cuando hablamos de una nueva ola ya no hablamos del mar sino de un recrudecimiento de la pandemia. Vivimos con ese miedo en el cuerpo, por lo que dicen ya las cifras sanitarias y por lo que nos advierten que pueda pasar en otoño tanto en los hospitales como en los trabajos. Mala cosa cuando van mal a la vez la salud y la economía.
Con este panorama, cualquiera se atreve a desearle a nadie unas felices vacaciones. Y sin embargo es lo mejor que podríamos hacer, buscarle sitio al descanso en medio de la preocupación, tratar de disfrutar sin ponernos en riesgo, con toda la prudencia del mundo, pero con el propósito firme de rebajar la tensión en la que estamos atrapados como en unas arenas movedizas, porque si va a haber un septiembre en el que necesitemos usar las pilas que hayamos podido recargar el verano, sin duda va a ser éste. Mientras quienes puedan permitírselo hacen un paréntesis, las y los científicos no descansarán, los laboratorios de todo el planeta seguirán con la luz encendida día y noche y si no tenemos demasiada mala suerte alguna de las cinco vacunas que ya entran en la tercera fase, la última de los ensayos clínicos, será la que nos salve. No lo hará en un abrir y cerrar de ojos, porque se necesitan ocho mil millones de dosis y eso no se moviliza tan rápido, pero esto es una enfermedad altamente contagiosa, no sirve de nada proteger a los tuyos y cerrar la puerta, la única forma de plantarle cara al virus es no dándole la espalda a nadie, inmunizando a todos.
El reposo es un buen aliado de la meditación y sería fantástico si pudiéramos utilizarlo para reflexionar sobre el camino por el que íbamos. ¿Era el mejor? ¿Era el más justo? ¿Lo que ha ocurrido, por poner un ejemplo doloroso, en las residencias geriátricas no merece que nos preguntemos si lo estábamos haciendo bien con nuestros mayores o habíamos creado unas sociedades despiadadas donde quien deja de producir empieza a sobrar? O si quieren otro: ¿Peleamos lo suficiente contra los privatizadores de la Sanidad pública o se los justificó desde la prensa orgánica y parte de la ciudadanía avaló con sus votos a los saqueadores de nuestros derechos esenciales y entre ellos el más esencial, que es el derecho a la vida? Tenemos una cuenta atrás de treinta días para pensar en todo eso, para que nuestros políticos de todo signo aprovechen esta oportunidad única de recordar que su obligación es, antes que nada, proteger a su país y sus habitantes, asegurar una cobertura médica universal y equitativa, fortalecer las plantillas y las dotaciones de material de nuestros ambulatorios y sanatorios y controlar en qué manos está la tercera edad. Eso no debería tener absolutamente nada que ver con la ideología ni con las banderas, porque es el abecé de la democracia y la esencia de lo que alguna vez se llamó Estado del bienestar. Que las diferencias, comprensibles, legítimas y sanas, estén en otros terrenos, pero no en ese. Quizá también podrían aprovechar esta pausa ciertos medios de comunicación, esos a los que, por ejemplo, les cuesta Dios y ayuda condenar el acoso sistemático que sufren el vicepresidente Iglesias, la ministra Montero y sus hijos en su casa o que un grupo de vándalos insulte a la ministra de Trabajo y zarandee el coche en el que iba también con su hija. ¿Como los tres son de Unidas Podemos vale todo en su contra? ¿El titular razonable es el que censura que las fuerzas del orden los protejan? ¿De verdad se puede tolerar o es siquiera matizable que esos niños, los de los tres miembros del Gobierno en cuestión, sufran ese miedo, esa agresión? A mí, lo confieso, me da miedo de cualquiera que pueda responder que sí a esta última pregunta.
España está en un momento difícil y vendrán otros complicados, porque el peligro acecha, la solución está en marcha pero aún no está aquí y los desperfectos serán laboriosos de reparar. Un gran país se crece ante las dificultades, y el nuestro lo es, sin ningún género de duda, aunque podría serlo aún más si hasta los más egoístas comprendieran que de esta sólo se puede salir juntos, no tirando cada cual hacia su lado y en beneficio de sus intereses, una receta que será una obviedad pero que debe serlo también en la práctica. Cuidado con los que dicen que todos estamos en el mismo barco pero no que ellos sólo están a bordo para provocar un motín.
Feliz verano a todas y todos, aunque sea contra viento y marea.
“Eso no debería tener absolutamente nada que ver con la ideología ni con las banderas, porque es el abecé de la democracia y la esencia de lo que alguna vez se llamó Estado del bienestar”. Esta frase, estimado señor Prado, sirve de corolario a una declaración de intenciones que la derecha no tiene la más mínima intención, valga la redundancia, de cumplir. Cuando el sistema capitalista se plantea la creación del Estado del Bienestar, el trabajo se lo encarga básicamente a la socialdemocracia, que es la izquierda de su sistema y, por lo tanto, dentro del sistema, al que no cuestiona. Al mismo tiempo, la propia derecha se ve obligada a consentir el Estado del Bienestar por temor a que acaben calando las ideas provenientes del “otro lado”. Gracias a ese conflicto entre opuestos, la sociedad occidental fue la más beneficiada, alcanzando grandes avances en conquistas sociales, entre ellas, la Sanidad Pública. Pero “muerto el perro, se acabó la rabia” y la todopoderosa derecha neoliberal emprendió “una cruzada” planetaria para recuperar el “territorio perdido”, el territorio, que se habían visto obligados a ceder para que se montara un “bonito” escaparate con sus “bondades” cara a la galería. Evidentemente, la intención, llegada el momento, era desmontarlo. El Estado del Bienestar nacía, de esta manera, con “obsolescencia programada”. El pistoletazo de salida fue en el 89, pero a los francotiradores de la derecha les salió “el tiro por la culata” con esta pandemia, cuando ya habían empezado a demoler los cimientos de la Sanidad Pública, uno de los pilares más EXUBERANTES del Estado del Bienestar. El “bichito”, que no entiende de ideologías, se comportó como un chimpancé con una ametralladora. Les salió mal la jugada, pero volverán a la carga, en cuanto todo esto pase. Los derechos y las conquista sociales tienen difícil marcha atrás, pero en el mundo hay el suficiente número de idiotas y de incautos, que si estos “criminales del interés de todos” se empeñan, lo acabarán logrando. Si no, tiempo al tiempo. Espero que no lo vean mis ojos. Por si acaso, cruzaré los dedos.
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Gracias Benjamín. Feliz verano para ti.
Pero hoy comentaré los comentarios
“¡El espíritu de la contradicción, nunca están satisfechos con nada!” Por lo visto en estos 40 años, la política es así. Pero es que no es tiempo de política. Es tiempo de sensatez extrema
“ en el caso de los eternamente herederos de la paz de Franco Bahamonde, solo se busca el dinero que puedan hurtar del erario público.” Si en 40 años no se han dado cuenta, seguirán votándoles. Toca revolución?
“Feliz es quien logra disfrutar de lo que tiene sin dejar de luchar por lo que desea, felicidad que puede aumentar si esa lucha la comparte para que otras personas consigan lo mismo.“ Ojo con lo que se desea: fascismos y religiones comulgan con esta idea proselitista.
“Me pregunto ¿qué habremos hecho mal los “viejos” para provocar tanto desprecio?”. Quizá querer que a nuestros hijos no les falte de nada y con ello acostumbrarlos al mundo capitalista, y ahora ven que los “viejos” tenemos mejores trabajos y sueldos y estorbamos.
“eso vendrá con una buena educación LAICA, lejos de curas, monjas y demás beaterio. Esa es la base sin la cual España seguirá siendo España”. España rojigualda católica enchufista endogámica monárquica.... retrasada. Perdí la esperanza de ver eso cambiar de una vez.
No me hagáis caso. Es la caló que me derrite
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Buen articulo Benjamín como de costumbre. Pero lamento decir aunque sea en contra que aqui en este pais llamado España, eso vendrá con una buena educación LAICA, lejos de curas, monjas y demás beaterio.
Esa es la base sin la cual España seguirá siendo España. Muchos me comprenderán lo que digo.
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Ocultar 1 RespuestasEsas asociaciones que generan desde hace mucho tiempo la desigualdad social, el odio y la explotación del hombre por el hombre, la corrupción generalizada y casi institucionalizada, es tan nociva como el coronavirus, no te mata pero te subyuga y te expone a una vida indigna, carente de oportunidades para salir de la pobreza y de la marginación.
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No somos un gran país, no basta con repetirlo y quedarse tan tranquilo, eso es lo que hacen los "patriotas del PP-VOX-C'S", aderezado con banderas, banderitas y banderolas.
Llevamos muchos años de retraso en ese empeño, que debería ser el objetivo de cualquier país y sus ciudadanos, pero a la vista está que hay demasiadas situaciones que nos recuerdan todo lo contrario.
Hablemos claro, ya está bien de perder el tiempo y hacernos trampas en el solitario !!!!!
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www.infolibre.es ISSN 2445-1592
Felices vacaciones. Asturias no es un mal lugar vacacional y en nada te es ajeno, aunque para tener los datos buenos que tuvimos, ahora andamos más vigilados y con mayores restricciones, que el pueblo acepta sumisamente. ¡¡¡MUCHO OJO!!!
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