El Ojo Público

Penosa noche sobre Juan Carlos I en TVE

Fotograma del documental 'Yo, Juan Carlos, rey de España'

TVE emitió en el horario de máxima audiencia de este jueves un programa especial dedicado a la figura de Juan Carlos I y recuperó, tras años de censura, el documental realizado hace seis años en coproducción con Francia. He de reconocer que soy un ingenuo. Me senté ante el televisor con la ilusión de quien lleva décadas defendiendo la importancia y bondad de los medios públicos. Que TVE se embarcara en un programa especial pocos días después de la salida de España del anterior jefe del Estado era, a priori, cumplir con una exigencia de tratar la actualidad en profundidad que exige el servicio público. Venía, además, precedido de signos positivos: el reportaje ofrecido por el último Informe Semanal había sido digno, y los telediarios habían seguido los acontecimientos con cierto equilibrio y sin ocultar las discrepancias dentro del propio Gobierno.

Me equivoqué. El especial tuvo rigor formal, no careció de ritmo y los invitados en estudio eran auténticos especialistas con peso. Interesantes los testimonios de los periodistas en exteriores, y no estuvo de más volver a mostrar las discrepancias dentro del gobierno de coalición. Pero faltó... Ese es el problema: lo que faltó. Faltaron explicaciones claras y contundentes de los posibles delitos del todavía rey emérito. Faltaron voces discrepantes que aportaran otras sensibilidades y opiniones que están en la sociedad de hoy –el especial se situó de inmediato entre las tendencias de Twitter, con predominio de las críticas al personaje y al programa–. Faltó el contexto de crisis sanitaria y económica en que se inscribe los hechos narrados. Y sobre todo faltaron los jóvenes, esos a los que se adula como "la generación mejor preparada", pero de los que se prescinde al hablar de un hoy que va a marcar su futuro.

Visto en su conjunto, el especial Juan Carlos I estaría mejor encuadrado entre aquellos anticuados –por más que subsistan ejemplos– "programas institucionales", que en un especial informativo.

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Un documental bochornoso

La noche televisiva se completó con la emisión de un documental censurado durante seis años sobre la vida de Juan Carlos que producía vergüenza ajena. Lejos de repasar su biografía, el producto emitido es una hagiografía –término creado para glosar vida de santos–, devenido en relato elogioso sin medida de un personaje. Con ausencia de crítica alguna, se van desgranado hechos históricos de Juan Carlos y de España que el protagonista hace que ve en un televisor y glosa con frases autocomplacientes y huecas hasta completar un retrato inevitablemente elogioso de su figura. Una figura omnipresente, como aquellas historias que nos enseñaban durante el franquismo protagonizadas por reyes y caudillos, sin más referencias a la gente, a los movimientos sociales, y a las realidades económicas que conforman la auténtica historia.

A su término, resulta inevitable pensar hasta qué punto puede ser estúpida la censura. ¿Qué tendrían en la cabeza los que decidieron guardar en un cajón durante años este ejercicio de bochornosa propaganda? Quiero imaginar que no eran tan censores. Pudo ocurrir lo contrario, que decidieran que la España del siglo XXI despreciaría semejante engendro. Al especial le faltó periodismo. Al documental, vergüenza.

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