Aquí me cierro otra puerta

La autoestima de los barrios

Quique Peinado

En el año 81, pocos meses antes de morirse, mi padre, socialista convencido e hijo de fusilado en el 39 por militante del PSOE, le dijo a mi madre que no tenía muy claro si votar al partido de Felipe González porque no estaba nada convencido de lo de ser socialista antes que marxista. Cuando se murió, supongo que como homenaje, su esposa votó al PSOE, pero ahí se acabó la política en mi casa. Nunca más se habló. Como yo tenía dos años por entonces, digamos que crecí en un hogar con cero política. Sí que la había, claro, en mi barrio, el Pueblo de Vallecas, por todas partes. Siempre cuento que mi madre tenía una amiga a la que llamaban Rosa La Comunista, que ya tenía que ser comunista para que en Vallecas la llamaran La Comunista.

Pero yo crecí en una casa, decía, sin política. Mi madre, sospecho, alguna vez ha votado al PP incluso, pero aun así la quiero muchísimo. Nunca se habló de ideologías o de partidos ni se comentaban especialmente las noticias. Eso sí, siempre tuve claro algo que se repetía constantemente en mi casa: "En Vallecas estamos abandonados". Soy lo suficientemente viejo como para que el Metro no llegara a mi barrio hasta entradito el instituto o como para haber vivido en un lugar arrasado por los yonquis de La Celsa, primero, y de La Rosilla, después. Y siempre había mucha basura. "Es que la recogen en el centro y nosotros les damos igual. Estamos abandonados, hijo".

Mi madre igual ni se sabía el nombre de todos los candidatos a la alcaldía de Madrid, pero yo la recuerdo en las manifestaciones para que nos trajeran el Metro, en las que pedían que desmantelaran los poblados donde se vendía droga, en las que trataban de que no cerraran el Hospital Virgen de la Torre. Iba a manifestaciones, claro, pero no por política ninguna. Era "porque estamos abandonados".

Quique Peinado se muda a 'Amanece que no es poco'

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No siempre estábamos abandonados, aunque casi siempre sí, pero cuando no lo estábamos, lo creíamos. Porque la gente de los barrios del sur de Madrid crecemos con esa sensación de que no le importamos a nadie. Un sentimiento que se muestra real desde hace décadas, aunque finalmente viniera el Metro y hasta un hospital. Porque se trata de autoestima. La que la gente que vive en estos lugares tiene arrasada. Porque siempre son los últimos, y porque dan igual las inversiones que lleguen, el Metro, el hospital, el polideportivo: son los últimos y saben que van a seguir siéndolo.

Una cosa que no entendió Ahora Madrid (menos aún Más Madrid, y qué decir del PSOE, que ni está por el Sur ni se le espera) es que no se trataba de hacer un centro cultural ni asfaltar una calle. Que sí, que eso lo quiere la gente. Y que además la tradición ideológica va a darle votos "porque sí" a la izquierda, pero que lo que la gente de los barrios del Sur necesita es que alguien le diga que ellos son lo más importante de la ciudad y que van a actuar en consecuencia. Saber que esos políticos de verdad consideran que son la prioridad. Lo pareció en la campaña de Ahora Madrid, dejó de ocurrir durante el mandato. Lo suficiente como para desmovilizar a la gente como mi madre, que no sabe de política pero sabe que estamos abandonados. Lo necesario para perder.

Ahora llegan las medidas por la pandemia y los primeros en caer son los abandonados, precisamente porque a nadie le importan. Ni les importaron para ayudarles ni les interesan cuando tienen que sacrificar su libertad. Y llega un momento en el que ya basta, porque cuando la autoestima te abandona, da todo igual. Quizá la izquierda madrileña sepa verlo algún día. Pero ojalá no lo vean otros antes y ya ni la ideología salve esos votos.

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