Telepolítica

10 claves del duro debate de Trump y Biden

José Miguel Contreras

El futuro que nos espera en la evolución de los debates electorales es realmente perturbador. Tradicionalmente, el modelo norteamericano de comunicación política ha tenido una influencia decisiva en Europa, incluido nuestro país. Después de lo visto en el primer debate presidencial entre Donald Trump y Joe Biden debemos empezar a pensar que la discusión política ha cruzado una frontera que es muy difícil que tenga posibilidad de vuelta atrás. Estas son algunas de las notas que pudimos extraer del choque televisivo que los dos candidatos protagonizaron en Cleveland:

Un debate estático a distancia

Las normas covid cambiaron el formato impuesto en las últimas décadas. Los dos líderes no pudieron moverse del atril. Sólo disponían de un micrófono fijo. No podían acercarse uno a otro, ni desplazarse por el escenario. Posiblemente, este factor motivó que las descalificaciones que se lanzaron fueran más fuertes de lo habitual. Es más fácil llamar payaso a un rival a 15 metros que invadiendo su espacio físico.

El oficio de moderador de debates se complica

Chris Wallace, un reputado periodista conocido por su valentía y solvencia, se vio superado en muchos momentos por la dificultad para controlar las continuas interrupciones que impedían escuchar los argumentos de los candidatos. Como es fácil de imaginar, Donald Trump fue especialmente activo en cortar las intervenciones de Biden. Así se lo hizo ver Wallace, aunque su tímida reprimenda tuvo poco éxito.

Trump al ataque

El presidente, fiel a su estilo, se tomó el debate como una pelea en la que su principal objetivo era noquear a su adversario. Trató a Biden con desdén en todo momento. Casi nunca le miraba frontalmente. Solía escucharle de soslayo a la vez que interactuaba en todo momento interrumpiéndole o gesticulando. Su posición preferida era la de apoyarse en los laterales del atril mostrando una posición de control y dominio de la situación. Habitualmente miraba y hablaba al moderador.

Biden hacia los espectadores

El candidato demócrata tiene un aspecto apocado, pulcro y poco enérgico. Estos rasgos quedaban especialmente remarcados ante la figura siempre retadora y altiva de Trump. Biden recurrió de forma reiterada a una técnica que le permitía eludir el choque frontal. En sus principales intervenciones se dirigía siempre a la cámara y hablaba directamente a los espectadores a los que citaba a menudo. Para dotar de un poco más de fuerza a sus movimientos de manos, empuñaba un bolígrafo con el que intentaba transmitir sensación de firmeza y seguridad.

Trump y su estilo abusón

Al líder republicano le gusta tratar a sus oponentes desde una posición de superioridad. Intentó menospreciar a Biden en todo momento descalificando toda su carrera política: “He hecho más en 47 meses que tú en 47 años en política”. Además, no dudó en entrar en asuntos de familia y fue especialmente insultante con Hunter, el hijo de Biden, sobre el que reiteró en varias oportunidades acusaciones de corrupción vinculadas a sus negocios en Rusia.

Biden a no dejarse arrollar

Ante las andanadas de Trump, Biden solía cerrar sus ojos, sonreír o negar con la cabeza. Una de las sorpresas de la noche fueron las duras expresiones utilizadas por Joe Biden con las que intentaba dejar claro que no se amilanaba y no iba a dejarse pisotear. Las pronunciaba siempre en un tono de voz comedido y sin mirar directamente a su adversario: “¡Cállate, hombre!”. Incluso llegó a referirse a su rival como “ese payaso… perdón, esa persona”.

La amenaza de la izquierda radical

Para Trump, los demócratas son hoy en día representantes de una izquierda radical que sólo pretende acabar con los progresos que él ha impulsado desde la presidencia. Quieren destruir la economía cerrando ciudades por el covid-19; cortar el progreso económico con restricciones medioambientales injustificadas; implantar la inseguridad oponiéndose a que haya ley y orden; y hacer trampas en el proceso electoral manipulando el voto por correo.

Trump no tiene ningún plan

El argumentario central de Biden es menos enérgico y emocional y se ciñe básicamente a la idea de la falta de planes concretos del presidente. Su crítica se centra en debilitar su imagen de gestor político bajo la permanente acusación de no tener programas específicos más allá de imponer medidas que han convertido a los estadounidenses en “más débiles, más pobres, más divididos y más violentos”.

El conflicto civil como trasfondo

Los organizadores del debate entre Trump y Biden apagarán los micrófonos para evitar interrupciones

Los organizadores del debate entre Trump y Biden apagarán los micrófonos para evitar interrupciones

Hacía muchos años que en un debate presidencial la cuestión sobre el racismo no estaba tan presente. Trump se negó a criticar a los grupos supremacistas blancos y dijo que él todo lo que veía detrás de la violencia era a grupos de izquierda radical y antifascistas. Biden acusó a Trump de buscar el beneficio electoral a base de aprovechar las manifestaciones contra el racismo sin controlar la extensión de la violencia y echando gasolina al fuego.

Una eterna noche electoral

Los espectadores que vieran este primer debate debieron irse a la cama con la convicción de que les espera un incierto futuro. Trump habla claramente de que los resultados del 3 de noviembre no serán reales porque faltarán millones de votos por correo por contabilizar. Teniendo en cuenta que considera que esas papeletas han sido manipuladas por los demócratas, mantiene que si pierde se abrirá un proceso legal largo que deberá dirimir la Corte Suprema. Por este motivo explica abiertamente que es clave hacer efectiva la designación de su candidata para sustituir a la fallecida Ruth Bader Guinsburg y tener el control de esta institución.

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