Nadie relata mejor que mi madre. A veces, envidio esa capacidad suya por el detalle verdadero, por el subrayado elemental para entender de qué van las cosas. Extracta perfectos los diálogos. Prefiero, incluso, no llegar a ver aquello que me cuenta y quedarme con la construcción ideal en ritmo y trama de lo que ella ha visto. Y además su voz. Pero el otro día, tomando un café temprano, a dos metros de distancia y enmascaradas, me insistió: la tienes que ver. Luego me cuentas. No hablaba de Patria. Esa noche, me puse el primer capítulo de La valla.
La valla es una serie española protagonizada por Ángela Molina, por su hija Olivia Molina y por Unax Ugalde. Es una distopía levantada sobre la ciudad de Madrid que cuenta cómo después de una Tercera Guerra Mundial que ha acabado con casi todo lo que conocemos y ha dejado la epidemia de un virus sin vacuna, un padre y una niña llegan a la ciudad para reencontrarse con su familia. Antes de entrar en Madrid, los militares les revisan bien la documentación y les fumigan. A la primera tos, la policía cae sobre aquellos que pretenden acceder enfermos.
El escalofrío llega con la Castellana vacía, la falta de suministros, el Reina Sofía tapiado, la Puerta del Sol oscura ya no solo en su memoria, todo ese gris-dictadura, soldados y enfermeras. Llega cuando los dirigentes, el estado militar, sigue llevando una vida más o menos normal al otro lado de un muro. Y el pueblo sobrevive más que precario en los barrios. El temblor llega y sube por la espina dorsal con las palabras de Ángela Molina, porque de esa boca una se cree todo lo que salga: la gente eligió un Gobierno que les diera seguridad y a cambio les quitaron lo más valioso que tenían las personas, la libertad. Cuidado.
El otro día, una amiga me decía que escribiera sobre algo positivo que hubiera traído el covid-19. Empiezo a sentir que a la gente le cansa la realidad y se encierra en sus pequeñas burbujas asequibles. Yo no le encuentro nada positivo a esto, le respondí. Al principio, a lo mejor, también hice como que aquí no pasaba nada y horneé un bizcocho y toqué la guitarra. Ya no. Me muero por cosas pequeñas como darnos un abrazo largo. Por acurrucarme tranquilamente en el pecho de un desconocido sin pensar en su historial médico. Por hacer una comida en mi casa, equivocarme de vaso y partir con las manos el pan. De qué quieres que escriba, le respondí, ¿de que hay menos tráfico en las carreteras?. Y así coincidí con la serie: ahora hay menos ruido, dicen a una niña a la que intentan explicar el pasado, ya no hay atascos. El medio ambiente ha notado la retirada de los humanos. Pero el mar nos escupe ya las mascarillas.
Hemos aprendido a fuerza de 2020 lo que es una distopía: la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de esa alienación. De Aldous Huxley y su mundo feliz seguro y libre de enfermedades pero inaceptable, a El cuento de la criada, de Margaret Atwood, donde tras el caos medioambiental, se levanta un Estado totalitario, teocrático y fundamentalista.
Debemos cuidar aquello que vamos entregando a cambio de la supuesta seguridad. Creíamos que el trueque consistiría en que nos iban a geolocalizar, a pedir nuestros movimientos y contactos a través del teléfono. Pero eso ya estaba. Si alguien me hubiera enseñado hace un año imágenes como las que tuvieron lugar en Vallecas la semana pasada, habría pensado que son un montaje. ¿Cómo iba a explicarse que la policía iba a pegar a los ciudadanos de algunos barrios de Madrid delimitados para controlar que nadie pueda salir o entrar de ellos excepto para ir a trabajar porque hay un virus nuevo? No, no lo habría creído. No perdamos de vista el horizonte anterior.
¿Qué hubiera pensado si alguien me dice que en ruedas de prensa simultáneas y televisadas unos políticos no iban a ponerse de acuerdo en cómo salvarnos del contagio? ¿No les asombra todavía ver esas carpas en la puerta de los ambulatorios, las colas de gente, a los sanitarios con esos trajes galácticos de protección? ¿Cómo se nos explicaría que se prohíba hablar a los sanitarios y profesores con los medios de comunicación para así generar un relato ficticio y sesgado políticamente de lo que sucede?
Isabel Díaz Ayuso, te la recomiendo, cuando llegues a casa, si a lo mejor yo me equivoco sobre ti y en realidad no consigues dormir y das vueltas insomne porque te preocupa la seguridad de millones de personas que viven en la región que tú presides, ponte un capítulo de La valla. Y mira tu Real Casa de Correos sin banderas, negra y vacía, sin su estado socioeconómico alrededor. La diatriba no es economía o salud. Dejó de serlo hace tiempo. A veces, las ficciones nos explican mejor la vida que la vida. Y su posible futuro.
Algo positivo que sacar es la subida en la valoración de los servicios públicos. De todas las partes que hacen posible un estado todas son importantes. No unas más que otras, todas son importantes: sanidad, educación, justicia, seguridad, hacienda, inspección... TODAS.
Los que leemos esto debemos seguir explicando con positividad las ventajas de los servicios públicos frente a los privatizadores. Ánimo Aroa.
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"Yo no le encuentro nada positivo a esto", dice la autora.
Yo sí. Y puede que Aroa Moreno también, aunque quizá no haya reparado en ello. Cuando escribe frases como "Debemos cuidar aquello que vamos entregando", ¿no está acaso mostrando una actitud positiva sobre algo que cree que no se está haciendo bien? En mi opinión, esa es una lectura positiva de un hecho negativo. La simple llamada de atención es una invitación a hacerlo mejor. Un enfoque crítico en sentido positivo.
Cierto es que los virus traen enfermedad, muerte, desgracia, ruina; pero no es menos cierto que también nos inoculan la convicción de que debemos hacerles frente, y con ello, la necesidad y la obligación de buscar soluciones definitivas o temporales. El virus del sida, por ejemplo, mató a miles de personas a finales del siglo pasado. Hoy se puede vivir muchos años con él. El propio covid-19 era letal en marzo. Hoy somos capaces de retardar e incluso evitar sus efectos mortales. Hemos aprendido a hacerle frente. Esa es, a mi entender, una lección positiva, por no hablar de la cada vez más firme certeza de que debemos cambiar estructuras que se han quedado obsoletas y que afectan gravemente al medio ambiente, a nuestra relación con el trabajo o a la salud.
Creo que esas lecciones deberíamos enseñárselas a los niños, para que en el futuro no se tenga que escribir: "Debemos cuidar aquello que vamos entregando".
Estoy de acuerdo con que no tiene por qué haber "dilema" entre economía y salud. No creo que sean ciencias incompatibles, sino complementarias. Las hacemos incompatibles con nuestra forma distópica de enfocar la realidad.
Un saludo para todos.
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La realidad supera a las ficciones. Y el dilema no está entre economía y salud ... sino entre sociedad de mercado capitalista y salud pública. Lo estuvo en Wuhan en enero y lo está ahora en Madrid. Y dicen que ni el Banco de España (el que autorizó a Rato) ni la CEOE quieren oir hablar de confinamientos masivos. Caution con la mano invisible.
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«A veces, las ficciones nos explican mejor la vida que la vida.» ¿De verdad? Pues en todas las decenas de años que tengo encuentro que lo que hacen las ficciones es inspirarse en la realidad que por desgracia siempre las supera, o eso me parece.
Si se detallaran las miserias y calamidades que sufren en esta vida muchos seres humanos como consecuencia de decisiones políticas, de la pobreza de sus países, enfermedades algunas pandémicas, calamidades originadas por las fuerzas de la naturaleza, por guerras, por personas sádicas, quizá no nos creeríamos muchas de ellas. Sin olvidarnos del maltrato cruel que sufren muchos animales por culpa de los humanos.
Ojalá fuera una ficción el comportamiento que está teniendo la derecha/extrema española en estos meses pandémicos que estamos pasando, en los cuales están demostrando que si son capaces de actuar contra el pueblo como lo están haciendo, ¿cómo no va a ser verdad lo de la Gürtel o la Kitchen que montaron para favorecerse ellos exclusivamente?
Aroa, mis saludos para tu señora madre. Que te dure muchos años. Quizá te estaba diciendo que vieras la realidad de lo que estamos pasando en eso que llaman ficción.
Menos ficciones y más soluciones. Osasuna para la gente decente.
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www.infolibre.es ISSN 2445-1592
"No es lo que los otros hacen, ni nuestros propios errores lo que nos daña; "Es nuestra respuesta, si perseguimos a la vìbora venenosa que nos ha mordido; "Lo ùnico que conseguiremos, serà provocar que el veneno, se extienda por todo nuestro cuerpo. "Es mucho mejor tornar medidas inmediatas para extraer el veneno; "Quienes viajan por el camino inferior de la mediocridad; "Viviendo el Sofware cultural del Ego; De la competiciòn inaudita, la desfachatez, la comparaciòn , la extravagancia y el victimismo" / Llamese en el caso que nos ocupa Isabel Diaz Ayuso Presidenta al efecto de la Comunidad de Madrid, acompañada, al efecto "Por sus mayores, en el Cargo" OtroSiDigo: "El Ser humano es capaz de tomar decisiones, basandose en sus valores exclusivos, la facultad de elegir el rumbo de nuestra vida, nos permite reinventarnos a nosotros mismos, cambiar nuestro futuro e influir con fuerza en el resto de la creaciòn ; "O, a tal efecto debe pensar la 'insuficiente' Diaz Ayuso y adlàteres" ¡permitanme la expresiòn; "Todos tendemos a pensar que vemos las cosas como sòn; -'que `sòmos objetivos: "Pero no es asì; "Vemos el mundo, no como es; sino còmo somos nosotros; "O como se nos ha condicionado para que lo veamos; "Sucede que en cuanto abre la boca su 'tropilla' de insensatos' se descubre la realidad" .....'A ustedes mismos; con sus excasas percepciones y sus 'paradigmas' Les recomiendo que si como individuos quieren mejorar la situaciòn , trabajen ; "Desde el primero al ùltimo, en lo ùnico que tiene control "En Ustedes mismos" , y es mucho pedir, dadas sus condiciones personales e internas " El DIablo Cojuelo: Dixit" ...... ( 10,19 h. a/m )
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OtroSiDigo; Seamos claros; "Las personas dependientes necesitan de los otros para conseguir lo que quieren ; Las personas interdependientes, combinan sus esfuerzos, con los esfuerzos de otros, para lograr el èxito mayor; "La persona verdaderamente efectiva; Tiene la humildad y el respeto necesario para reconocer sus propias limitaciones 'preceptuales', y apreciar los ricos recursos de la interaaciòn ordenada, 'en la cadena de mandos '; "No importa el tiempo que llevemos transitando por la senda de la 'mediocridad'; "Siempre podemos elegir cambiar de camino; "Disciplina, es; -Pagar el precio parar traer esa visiòn a la realidad; "Es abordar los hechos 'duros' Paradigmàticos y brutales, de la realidad y hacer lo que haga falta para que ocurran las cosas; "La Disciplina surge, cuando,la visiòn , se une al compromiso", ElDiablo Cojuelo Dixit; Saludos Cordiales .... ( 11,15 h.a/m )
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