¡A la escucha!

La táctica del avestruz

Helena Resano nueva.

Creo que, llegados a este punto, después de todo lo que hemos conocido, de todo lo que hemos visto y de todo lo que no hemos querido ver en muchos años y de todo lo que no nos han contado durante muchos años, deberíamos ser mucho más claros y afrontar los hechos de cara. Ayer la noticia llegaba por tres vías diferentes: periodistas amigos muy cercanos del rey Juan Carlos anunciaban que habían hablado con él el día anterior y que les había comunicado que finalmente no vendría a España por Navidad. Se acababan las especulaciones, las conjeturas: no habría imagen incómoda en Zarzuela porque el rey emérito no pisará el palacio. Ni Madrid, ni España. La explicación que dio en esas conversaciones privadas es que la situación en España con el covid-19 no es la más aconsejable para su vuelta, y que él, siendo como es persona de riesgo, por edad y por historial clínico, lo mejor es que se quedara donde está. A miles de kilómetros.

Sin comunicado oficial pero casi. Sin comparecencia pública. Así eligió el entorno del rey anunciar una semana antes de Nochebuena que no habrá imagen de Juan Carlos evitando las preguntas incómodas de los periodistas.

Minutos después, un medio catalán, el ARA, daba una exclusiva: publicaba que hacía una semana el rey emérito había estado ingresado en Abu Dabi con covid. No daba muchos más datos, sólo ese titular y que se desconocía cuál era el estado de salud de Juan Carlos en este momento. Rápidamente el resto de medios llamamos a Zarzuela para pedir una confirmación y el equipo de prensa de la corona se limitó a decir que, a día de hoy, (el matiz es importante), Juan Carlos no está ingresado. Si lo estuvo o no antes no lo especificaban. No había nada más que decir. Ni un comentario de más. Y, sinceramente, a estas alturas es necesario, si me apuran hasta vital, que desde la institución se sea mucho más transparente, mucho más claro.

Los tiempos han cambiado. Ejercer la táctica del avestruz no sirve. No vale. Dejar pasar el temporal es la peor de las estrategias de comunicación. Y menos con todo lo que estamos sabiendo, con un goteo de titulares e informaciones que son extremadamente graves. Que cuestionan de una forma tan clara el legado, la figura, del que fue Jefe de Estado. No ser claro en lo que se dice y se comunica, desde cualquier institución, pero más las que sustentan el sistema, es un error. Más aún después de un año espantoso. Es absurdo querer optar por el silencio. Si no se habla de esto no existe. ¡No! Existe y preocupa. El mensaje más efectivo es el que habla desde la transparencia, el que trata a tus votantes, clientes si eres empresa, de forma adulta. El que explica las situaciones, las decisiones y los errores, desde la coherencia y la honestidad. No podemos seguir pensando que esta tormenta pasará y que pronto se olvidará. No.

Me cuesta mucho entender en qué momento la avaricia fue tan desmedida. Cuándo pensó que iba a ser suficiente, si es que lo pensó. En lo peor de la crisis se movían millones como si fueran fichas de dominó. Se regalaba dinero como si fueran los bombones que envías por Navidad.

Estas fiestas no las pasará en Zarzuela el rey emérito. Pero tampoco sabemos si serán las primeras en las que no esté. No sabemos si era costumbre grabar el mensaje de Navidad y volar a miles de kilómetros. No sabemos si la Nochebuena en Zarzuela era otro espejismo de los que nos quisimos creer durante años.

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