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Colarse para la vacuna, 10 en la escala 'chunguer'

Raquel Martos nueva.

Uno puede ser chungo, bastante chungo, muy chungo, súper chungo o mega chungo. Y si medimos la magnitud de los terremotos de acuerdo a una escala logarítmica, bautizada en honor a un sismólogo llamado Francis Ritcher, para medir los grados de “ser chungo”, deberíamos crear otra escala: la escala chunguer.escala chunguer.

Ahora que, lejos de vernos cerca del final de la angustia, comprobamos que el cieno vuelve a taparnos hasta el cuello, están aflorando gestos muy, pero que muy chungos.

Sí, me refiero a “aquellos y aquellas que se cuelan en la fila de las vacunas”. Dicho así suena a chiste, pero no tiene ni un “culillo” de gracia, palabro de la semana.

Colarse, en general, es un hecho ruin, un vicio muy cutre de algunas personas, con tal afición por saltarse el orden, que se arrastrarían como Rambo por el barro, con el machete entre los dientes, con tal de llegar antes que los demás a la cola del parking.

Hay quien se cuela en la cola de las cajas del súper, que le falta encestar la sandía desde 6’75 metros para hacer un triple y que le cobren antes; quien se cuela para que sus hijos se monten primero en los caballitos, que igual los niños están llorando porque en realidad querían ir a las camas elásticas; quien se cuela en el chiringuito de la playa, siendo este el único sitio en el que vale la pena esperar un rato a la sombra, para que no se te achicharren los pies como dos chorizos parrilleros; hay quien se cuela en la fila del baño de la discoteca para perfilarse los labios; quien se cuela en el cine, aunque estén las butacas numeradas, ¡pero si hay gente que se cuela en la cola de comulgar, delante de todo Dios!

Pero hay colas y colas, y la de la vacuna es una cola diferente a todas las demás. Porque es la única fila que nos conduce a la esperanza en un momento de máxima desesperación. Porque simboliza el fin de la tragedia, el despertar de una pesadilla, el inicio de una vida que se parezca más a la vida que nos parecía vida, sin miedo a respirar o a que te respiren cerca. Porque de momento, no hay otra.

Colarse en esa fila, por delante de quienes van antes –por razones que no hace falta explicar– es un gesto ruin, desalmado y egoísta que no se justifica de ningún modo.

Y ya, si quienes lo hacen se supone que son “servidores públicos”, muestra una total falta de consideración y desprecio por la labor que desempeñan y por las personas a las que representan.

Si colarse pensando “no creo que me pillen” es ruin, ¿qué podemos decir de quienes cuando los pillan, se quedan tan anchos o tan anchas, en modo “porque yo lo valgo”?

O que se pongan a lanzar argumentos tipo “yo no quería, porque las vacunas no me gustan”, siendo consejero de Sanidad, ojo. O que esgriman excusas peregrinas para lo inexcusable, “es que las iban a tirar”, como si la única posibilidad para darle uso, de no habértela puesto tú, fuera venderlas en Wallapop, canturreando el jingle publicitario de:

♪ “¡Oye, qué vas a hacer con eso si no lo usas!” ♪

Y luego ya lo de “si ellos no dimiten, nosotros tampoco” es una cutrez “de partido a partido” –y no en el sentido en que lo acuñó El Cholo–. “Impunidad de rebaño”, un concepto muy utilizado en estos días en las redes sociales, que me parece acertadísimo. Entre tanta frescura, hasta las de Pfizer podrían conservarse sin nevera.

Señores y señoras de todos los partidos, representantes de ciudadanos que están hartos, fatigados, quemados, desesperados, que hacen un esfuerzo diario por tirar hacia delante en vez de hacer lo que pide el cuerpo, que es de tirar la toalla. Si ustedes han pasado por la cola de las vacunas sin que les tocara, pasen por la cola de dimitir, que esa caja está todavía prácticamente vacía. Y los que ya han pasado lo han hecho “obligados por el ruido”… tela.

Y a todos los que se han colado, sean o no políticos, colarse en la fila de las vacunas es muy chungo, es grado diez en la escala chunguer. escala chunguer.

Ojalá los científicos –que ellos sí se han dado prisa en hacer su trabajo para encontrar la única salida– puedan ponerse ya a buscar la vacuna contra el morro y el egoísmo sin miramientos, que esos virus tampoco los fumigamos.

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