El mono infinito

Por qué Ayuso va a ganar las próximas elecciones

Héctor de Miguel Quequé nueva.

No se dejen engañar por un título que busca con descaro el clickbait barato: en realidad creo que IDA arrasará y gobernará sin muletas dando paso a un tiempo político en la capital que evocará la inquietante –aunque divertida– era de Aguirre y la megalómana –aunque aburrida– etapa de Gallardón. Después, quizá, sustituirá a su valedor y se presentará a las generales, pero eso será otro artículo. O no. De momento, aquí van las razones de mi apuesta:

1. Isabel aprendió a ser política en la Academia Esperanza Aguirre, quien confió en ella para gestionar la cuenta tuitera del malogrado Pecas, el perrete a través del cual la expresidenta trataba de caer simpática. De ahí pudo extraer varias enseñanzas: a) que hagan chistes sobre ti no sólo es bueno, sino deseable; b) si el Gobierno estatal es socialista, tú serás la aldea de Astérix resistiendo al invasor y lo más parecido a Andorra que te puedas permitir; c) en Twitter mejor ir de cara; d) privatiza todo lo que se mueva; e) ni la Gürtel, ni la Púnica, ni Bárcenas, ni el partido que vino para regenerar han podido derribar lo que un día consiguió el tamayazo. Son casi veinte años de mamandurrias. ¿Un Zendal? Poco me parece.

2. Después se graduó en el Máster Donald Trump sobre redes sociales y su aplicación para cargos electos, donde estudió con denuedo y obtuvo una calificación extraordinaria, contraviniendo las costumbres de otros miembros de su partido. Allí aprendió las tácticas con las que estos días nos marca la agenda, a saber: la autovictimización constante –todo es una conspiración contra mí–; recurrir al exabrupto para evitar que se hable de lo que no te conviene –por ejemplo, de los estragos del virus al comienzo de la pandemia en las residencias madrileñas privatizadas por sus antecesores–; aplicar medidas ya implementadas –de repente, ponerse la mascarilla es obligatorio en Madrid– y proponer otras que no dependen de ti –me gustaría vacunar a la hostelería–, lo cual nos lleva al siguiente punto.

3. Madrid, A.K.A. España, es un bar. Las caricias de Ayuso al sector se diferencian muy poco del anuncio de cualquier cervecera en favor de su principal fuente de ingresos. Tiene claro dónde está su masa principal de votantes. Se crió en Chamberí. Un paseo por Ponzano y saldría a hombros.

4. Miguel Ángel Rodríguez, su asesor de confianza, es el hombre que convenció a España de que Aznar era un tipo centrado. Que guste de tirarle a los palomos y coger el coche después, o que, en el 18o aniversario de la Constitución dijera: "Si fuera mujer, se pondría de largo, y si fuera ciudadano, iría a votar", es algo que sólo recordamos los muy cafeteros. El Iván Redondo del aznarato es tan inteligente que hace tiempo huyó de Twitter. Que le aconsejará adelantar las elecciones en cuanto escampe un poco, ni cotiza.

5. Su aparente indiferencia por controlar el partido en Madrid, cosa que le costó el cargo a su antecesora, unido a que, de momento, no ha amagado con dar el salto a la política nacional  –recuerden las movidas entre Alberto y Esperanza en tiempos de Mariano–, la muestran enfocada en lo fundamental: salvar a Madrid de quienes quieren crujirnos a impuestos y adoctrinar a nuestros hijos en el comunismo. De otras pequeñeces, que se encargue Almeida.

6. Ángel Gabilondo.

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